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Herrería y vestuario de carnaval: dos oficios artesanales que se aprenden más allá de la escuela

Si bien estos trabajos para el corso presentan bajo grado de formalización en términos sociopolíticos, en este estudio insistieron en su alto grado de intencionalidad y eficacia.

Investigadores de la Universidad Nacional del Nordeste (Unne) detallaron los contenidos y saberes involucrados en el desempeño de dos oficios artesanales del carnaval, herrería y vestuario. También ofrecieron una descripción del taller como espacio-tiempo real y simbólico donde se dan estas prácticas. 

El estudio fue realizado por Carlos Axel Galarza y Nidia Bibiana Piñeyro, y publicado recientemente en la Revista del Instituto de Investigaciones en Educación, disponible en el repositorio académico de la Unne. En el documento insistieron en el contraste de las propuestas formativas de los talleres considerándose aulas, para visibilizar estos formatos pedagógicos que se dan más allá de la escuela y que pueden ser interpretados erróneamente como informales. 

En la descripción de estos oficios, se detuvieron, en especial, en algunas técnicas, conocimientos y modos que adquieren en la práctica. Detallaron algunas de ellas y mostraron los contenidos de la propuesta formativa. Por otro lado, caracterizaron los procesos de enseñanza y aprendizaje, los modos en que son dispuestos los saberes y, sobre todo, el modelo de instrucción maestro-aprendiz que opera dentro de estas propuestas. 

El resultado del estudio que dejaron para la discusión consiste en descentrar la mirada de las formas pedagógicas escolarizadas para identificar otros regímenes de formación de sujetos que, si bien presentan bajo grado de formalización en términos sociopolíticos, saben de su alto grado de intencionalidad y eficacia.

Producción

El trabajo fue elaborado sobre la base de uno de los capítulos de la tesis de Galarza para la Licenciatura en Ciencias de la Educación ‘Procesos formativos, saberes y formas de transmisión de oficios artesanales en la cultura carnavalera. El caso de los Carnavales Oficiales de Corrientes’, defendida en febrero de 2023.

La investigación de campo se desarrolló en el marco de la pre-producción de los Carnavales Oficiales de la Ciudad de Corrientes (2019 y 2020). 

Con el término producción, en este estudio hacen referencia al espacio-tiempo previos a la realización del corso. Puede extenderse a varios meses anteriores a la fiesta y continuar aún durante el desfile. Durante este período, más o menos flexible, se concentra la actividad propia de los talleres que producen las distintas fantasías -soporte material del motivo o alegoría que representa cada comparsa-.

Los espacios físicos para estos talleres pueden abarcar desde las casas de familias de comparseros, hasta lugares especialmente destinados a la elaboración de máquinas, trajes y accesorios para el estreno.

Tradición

La ciudad de Corrientes presenta como característica identitaria una intensa actividad ligada al carnaval rastreable desde los inicios de la consolidación del país. La historiografía específica permite trazar un largo devenir con diferentes formatos de carnaval. 

El “corso”, que es el modo actual, aparece hacia la década de los años 60 del siglo pasado, presumiblemente bajo la influencia del estilo de la fiesta brasileña. 

De entre los muchos aspectos que pueden ser abordados, en la investigación a la que pertenece el artículo, se propuso estudiar dos cuestiones. 

Por un lado, aquellas relacionadas con los oficios que generan productos materiales y simbólicos. Los oficios permiten observar de manera privilegiada no solo la sinergia propia de la producción de fantasías de carnaval sino, particularmente, los procesos formativos y, de transmisión de saberes culturales inscriptos en estas comunidades de práctica. 

Por otro lado, y que constituye lo central de este artículo, estudiaron las fiestas de carnaval en tanto generadoras de experiencias pedagógicas y de formación de sujetos. 

Aula y taller

El espacio del taller, como espacio físico y simbólico que podría ser analogado al del aula, concentra la mayor actividad preparatoria del carnaval y constituye un espacio clave para la identificación del contexto en el que se establecen las prácticas y donde esos procesos se vuelven patentes. Interesa como espacio-tiempo privilegiado porque es allí donde operan toda una serie de negociaciones y decisiones en cuanto a la producción individual y colectiva de los comparseros y se ajustan las condiciones que marcan la producción: los tiempos que marcan las comparsas y la organización general del corso.

Para Galarza y Piñeyro, el aparente caos en el taller es tributario de una fuerte lógica que sólo quienes participan en él, parecen comprender. Máquinas, mobiliario, insumos dispersos por todo el local, trajes en maniquíes y algunos trabajos a medio terminar junto al recurrente tereré, configuran el escenario. 

En oposición al aula, centro de las prácticas escolarizadas, en el taller no hay pizarras, y si las hay, sólo tienen figurines, bocetos o diseños con anotaciones de trabajos e indicaciones para su elaboración, lista de materiales y recordatorios. No existen “lecciones” por aprender, ni programas preestablecidos de qué y cuándo enseñar. 

No hay pupitres, libros ni nada que se le parezca, sólo algunas mesas atestadas de brillos y formas, bordados y confecciones que dominan el espacio. En medio de atravesadas e improvisadas bancas hechas con restos de estructuras, alguna caja o el rollo de alguna tela, el maestro/a circula de un lado a otro trabajando en alguna pieza, atendiendo clientes o bien marcando las creaciones que un “ejército” de aprendices ejecuta.

Elementos 

Los espacios son ocupados en acuerdo a la disponibilidad. Cada uno se “acomoda” donde puede realizar su tarea, aunque todos comparten un espacio común. Solo la producción de estructuras, que demanda la utilización de herramientas como soldadoras, cortadoras, etc. tiene un lugar apartado y designado para tal fin.

Generalmente, cuentan con una “bancada” de metal donde se realizan las soldaduras y algunas otras herramientas como dobladoras de alambre y cortadoras diversas.

Durante las producciones las conversaciones versan sobre los trabajos que cada uno realiza, los materiales que se emplean y las posibles innovaciones que pudiesen aplicar y por supuesto, no falta el cotilleo, ni de los pormenores organizativos de las comparsas, ni la crítica al trabajo de otros talleres.

Este conjunto de elementos que describen el taller configura el contexto no sólo de trabajo, sino de enseñanza y de aprendizaje. Y es que, en el proceso de la confección, con las indicaciones oportunas de una especie de “monitores oficiales” (personas que ya conocen las técnicas y las formas de ejecución), o de quienes ofician de maestros, se guía el proceso. 

El aprender haciendo es la regla. Algunos bordan. El bordado, como técnica, no requiere mayor pericia que la de saber pasar un hilo por una aguja y con ello fijar una lentejuela. Otros recaman, otros filigranan o entorchan. Así, cada uno en su tarea es guiado por quien actúa como “oficial” o por el maestro.

Trabajo

Las tareas, generalmente, inician cuando el sol abrasador de los meses estivales previos al carnaval, merma. No es posible el acondicionamiento del espacio porque muchos de los materiales tienden a estropearse, por ejemplo, las plumas. Ellas necesitan calor permanente para mantener su pomposidad y el acondicionador de aire resulta nocivo. También lo es para el correcto secado de elementos pegados con cemento de contacto. 

El trabajo es fundamentalmente nocturno por lo que los talleres cuentan con iluminación artificial permanente. No hay horarios establecidos para que quienes trabajan en otro lado, puedan concurrir. 

Los trabajos se inician generalmente luego de los ensayos técnicos que realizan las comparsas (después de las 23 hs) y se prolongan hasta bien entrada el alba. Cuando el tiempo del estreno del espectáculo se acerca, las actividades se intensifican. 

Las personas que trabajan en el taller, generalmente, son también comparseros que elaboran sus trajes o el de otros. En el primer caso, el maestro guía el proceso de manera totalmente gratuita. 

Cuando el trabajo es para un cliente reciben una remuneración en acuerdo a las negociaciones que puedan establecer sin que medie ningún contrato formal o una paga estandarizada.

 

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