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Al Colón..! Al Colón..!

La perseverancia hizo que Pugliese no se olvidara del sueño de su madre, de tocar en el Colón. Fue realidad y se llevó todos los aplausos.
 

Viernes, 02 de febrero de 2024 a las 17:53

Era el sueño y envidia de todo aspirante a celebrado artista. Qué madre de jóvenes prodigios no soñó para los suyos, alguna vez, poder habitar su escenario mientras una nutrida asistencia seguía de cerca las virtudes artísticas de la brillante promesa.
En  1906 nació en el Barrio de Villa Crespo, Osvaldo Pedro Pugliese. Las anécdotas que el bravo arroyo Maldonado los conminaba por ser marginales después de una lluvia que la hacía crecer peligrosamente su cauce con evacuados a granel.
El Café “La Chancha” ha sido histórica para Pugliese, porque allí hizo sus primeras armas tocando el piano, pero buscando ese sonido de suburbio no lejano del pueblo que amaba y propugnaba.
Se daban todos los milagros, sorpresas que el tango iba desvelando en su rápido crecimiento, poniendo al descubierto grandes músicos que se le animaban a emprender la marcha.
Paquita Bernardo, la primera mujer que empuñó un bandoneón, lo convocó a Osvaldo a integrar su grupo en formación. El nombre entonces de Pugliese comenzaba a ser notorio, pasando a integrar el Trío de Enríque Fava. 
En la mente de su madre Aurelia Terragno, no escapaba la idea de aplaudirlo alguna vez a su hijo Osvaldo, desde la propia platea del Teatro Colón.
Siendo muy joven entre 14 y 17 años, marcan su evolución, lanzando uno de sus mejores e inspirados tangos: “Recuerdo”. Era el caballito de batalla del Cuarteto de Enríque Pollet, donde Osvaldo integraba una plaza.
Cuentan los historiadores de Osvaldo, sensible y solidario que, su padre Adolfo, músico flautista, con la evolución del tango dicho instrumento fue dejado de lado, quedando por ende sin trabajo. Situación, que le permitió a su hijo Osvaldo, decirle a su padre si creía conveniente que “Recuerdo” lo anotase como propio, como salvación económica, idea que no la aceptó por ética y respeto a su joven hijo.
Desde muy joven le atrajo la defensa del hombre en su mundo laboral, solidario y amigo con todos, actitudes humanísticas que hizo que se afiliara al Partido Comunista, posición ideológica que le trajo muchísimos problemas.
En la época de Perón cuando los extremos eran condenados y perseguidos a pesar de la libre elección del ciudadano, tal cual lo hicieron con Atahualpa Yupanqui, Pugliese sufrió las consecuencias del autoritarismo.
Existe una anécdota que se cumplía fielmente, cada vez por una u otra razón Osvaldo Pugliese era demorado en alguna comisaría, la orquesta actuaba sin él pero con un detalle que quedó grabado para siempre.
Al no poder estar su Director, la orquesta actuaba lo mismo sin pianista, dejando como símbolo viviente, cerrado el piano del maestro con una rosa roja, en actitud de clara censura sobre el teclado.
Osvaldo seguía en ascenso.  Estuvo con la orquesta del maestro Pedro Maffia. Con el celebrado violinista Elvino Vardaro, hicieron una famosa yunta que lo catapultó. Estuvo por nombrar algunos pasos, con la orquestas de Miguel Caló y Pedro Laurenz entre otros.
Podemos nombrar algunos tangos de su autoría: “Malandraca”, “La yumba”, “El encopado”, “Adiós Bardi”, “Tokio luminoso”, “Negracha”, “La Beba”, “La biandunga”, “Recién”, etc.
Ha tenido una selección de cantores de sostenido éxito, con estilos definidos, y un protagonismo vital en el dramatismo de la interpretación de cada tema que el maestro incorporaba a su basto y selecto repertorio.
Una verdadera “línea media” que arremetía con la seguridad de un verdadero equipo: Roberto Chanel; Alberto Morán; Jorge Maciel; Miguel Montero; Adrián Güida y Abel Córdoba.
La idea de Doña Aurelia, de que su hijo Osvaldo, alguna vez actuara en el Teatro Colón, jamás se desvaneció. A tal efecto, pasados los años, unos amigos conformaron una “Comisión de Osvaldo Pugliese al Colon”, se constituyó al efecto.
El disco que se origina en esa vaga idea ostenta en su tapa, el sueño de una madre: “Osvaldo Pugliese en el Teatro Colón de Buenos Aires”, con una rosa roja marcando la dignidad del músico.
Y más pequeño, la firme constancia de registro: Grabado en vivo el 26 de diciembre de 1985.
La orquesta ostentó sus mejores galas, con la integración del propio Osvaldo Pugliese como instrumentista y Director, con las voces de Abel Córdoba y Adrián Güida.
La fiesta comenzó ante un público ávido, diría emocionado ante la firme convicción de los amigos que lo hicieron posible. Marcó la apertura las palabras sobre textos de “Cacho” Schwartman que lo dijo el actor Luis Brandoni, y la orquesta arrancó con "Arrabal” de José Pascual.
Una primera y segunda parte extensas que a la altura de “A Evaristo Carriego” de Eduardo Rovira, se largó la incontenible catarata de ponderaciones del conductor Héctor Larrea.
Cabe mencionar a este hombre silencioso, de gran bondad, e ideas perfectamente delimitadas, que ávido en su carrera también interpretó obras de Astor Piazzolla como de Horacio Salgán. Lo que habla de su eterna juventud musical siempre remozada con ritmo marcado como “La yumba” que es la onomatopeya, casualmente de su implacable compás cadencioso.
Osvaldo Pugliese, firme columna del tango argentino.
 

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