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El Tano

“El Tano”, no solo cantaba sino que interpretaba en bandoneón la música de Buenos Aires. Francisco “Fiore” Fiorentino fue la voz que Troilo compuso para acompañarlo.

Viernes, 08 de marzo de 2024 a las 15:41

Y, claro, cómo no lo van a llamar “el tano”, si provenía de un matrimonio italiano, de los tantos que recalaran en Buenos Aires y conformaran hijos argentinos con raíces entrañables en “la bota.”
Francisco Fiorentino, el querido “Fiore”, vio la luz en el popular barrio de San Telmo, donde integraron una familia de 9 hermanos.
Desde los 12, años peliagudos, de esquiva solidez económica, probó suerte como ayudante de sastre, porque había que sumar sea como fuera al esfuerzo de los queridos padres.
Muy poco duró, pues uno de sus hermanos, músico, violinista de nombre Vicente, el mayor de los Fiorentino, viendo el talento de Francisco y la afinidad para con el tango, le regaló un bandoneón, cuyas primeras clases les fueron dictadas por un maestro, primer bandoneón de Francisco Canaro, el popular Minotto Di Cicco.
Dice la crónica que Francisco debutó siendo muy pequeño en una actuación del trío conformado por su hermano, en LR4 Radio Splendid de Buenos Aires.
Su doble función de cantor y bandoneonista, le brindó muchísimas oportunidades para demostrar tempranamente su alta capacidad para la música, especialmente el tango que en esa época estaba en su apogeo.
A mí siempre me llamó la atención como su voz se transformaba con Troilo en un instrumento más. Dicen que Pichuco, enamorado por el registro y el aplomo del joven adaptaba los temas a su forma particular de cantar.

Francisco Fiorentino no solamente era voz, sino también bandoneón, registro vocal, sino también presencia de porteño de ley, amigo de sus amigos. Fiel y cálido.

Convengamos que antes del 30´, estaba de moda el cantor “estribillista”, o sea aquel que cantaba solamente la primera parte, el estribillo donde el tango brilla con su pasaje de mayor gancho.
A partir de entonces, muchos se animaron, y Francisco Fiorentino fue uno de los primeros que asumieron todas las partes de un tango, agotando toda la poesía escrita para cada interpretación, más allá del simple y básico estribillo.
De allí que su maestro, el bandoneonista Minotto de Cicco, lo llevó a la orquesta en que se desempeñaba, la de Francisco Canaro, calificado grupo de respetada fama.
Su adaptabilidad, hizo que Fiorentino, muy joven, se desempeñara en numerosos grupos orquestales. Con el trío de su hermano, más la inclusión del celebrado bandoneonista y compositor, Joaquín Mauricio Mora, dejando en lugares célebres ya su fama de buen cantor y músico, con los populares “Café Germinal” y “Café El Nacional”.
Asimismo se desempeñó en la orquesta del gran melodista como lo fue el pianista Juan Carlos Cobián. Dejo registros grabados con Roberto Firpo, Juan DÁrienzo, claro este último en el popular cabaret “Chantecler”. Con Angel DÁgostino, Pedro Maffia, en la Orquesta Tipica RCA Víctor, Roberto Cerrillo, cantando como solista por LRA Radio Nacional.
En LR3 Radio Belgrano militó con  Alfredo Malerba, el esposo de Libertad Lamarque, calificado Director y compositor. 
Cuenta la anécdota ya que fue la de mayor trascendencia porque ambos entonces, comenzaban la firme marcha hacia el suceso inexorable, que Troilo y Fiorentino se encontraron por pura casualidad y que significó para ambos un momento brillante en su vida profesional.
Habiéndolo contratado al cantor Antonio Rodríguez Leselde y a Francisco Fiorentino, Troilo tuvo que, optar por el segundo ya que el primero de los convocados quiso seguir actuando como solista como lo venía haciendo en LR1 Radio El Mundo de Buenos Aires.
Del año 1941 a 1944, fue la época de oro del “Fiore”-Troilo, entendimiento perfecto, un repertorio que jamás ha perdido vigencia, y una sólida amistad que se sumaron positivamente al logro artístico del gran maestro.
Si bien esa yunta comenzó en el año 1937, desde 1941, Fiorentino-Troilo era seguro éxito; esos años previos se constituyeron en la mejor proyección que vino luego, el buen entendimiento, y la conexión con el público que los consagró.
Como toda ave que necesita despegar para probar si las alas están capacitadas para levantar vuelo, su gran experiencia siendo muy joven, la dualidad del canto y la interpretación hacían del “Fiore”, una pieza fundamental.
Pero también es cierto que la renovación forma parte indiscutible en la vida del artista, el deseo ferviente por abrirse, demostrar lo que es capaz de dar y probarse a sí mismo a cuánto es posible de llegar.
Se desvincula en buenos términos con su amigo el “gordo” Troilo. Forma su propia orquesta dirigida por otro grande, Astor Piazzolla, pero el público diferenció, ya no era Fiorentino-Troilo, esa magia que copaba las pistas. Era otra cosa, moderna, buena ejecución, era tango por supuesto pero la diferencia el público lo registró.
En 1955, debía volver a grabar con Troilo y Roberto Grela, pero un accidente automovilístico producido en Mendoza, a beneficio de la Escuela “Alfonso Bernal”, en el pueblo de “Los Arboles”, sesgó la vida del popular “tano Fiore”. Conceptúan los entendidos, que la producción discográfica Fiorentino-Troilo, bate todos los récords no solo en cantidad, sino en éxito de ventas.
Francisco Fiorentino no solamente era voz, sino también bandoneón, registro vocal, y mucho también la presencia de porteño de ley, amigo de sus amigos. Fiel y cálido.

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