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La prescindencia del poder estatal

“-Se pierden puestos de trabajo con la apertura de la economía”, preguntó el periodista. –“¿Y?”, respondió el presidente Milei. Ello pone blanco sobre negro la teoría libertaria. Es el mercado el que irá acomodando las cosas, no es tema del estado. El problema del empleo en la economía tiene a un presidente “prescindente”. La teoría del descarte del menos apto.

Domingo, 14 de diciembre de 2025 a las 05:00

“Cuántas veces escuchamos que si abrimos la economía, tal sector va a caer o vamos a tener un tendal de desempleados. Falso”

Javier Milei

Pocas veces una expresión tan breve expresa tanto. Éste es uno de esos casos. Un interrogante acerca de la pérdida de empleo por la apertura de la economía, formulado al presidente Milei, mereció una respuesta monosilábica que define de manera excluyente el sustento teórico de su gobierno. Sin tomarse siquiera el tiempo para respirar, respondió seco: “¿Y?”
Nos hizo acordar al “¿qué quiere que le haga?” como respuesta recibida por el periodista Eduarddo Feimann, del entonces candidato Milei, cuando se refirió al problema del dinero de las personas que no le permitía llegar a fin de mes.
 Es que allí está asentada la columna vertebral de la teoría libertaria, ya sea del minarquismo o del anarcocapitalismo: la no intervención del estado, y la auto regulación a través de los mecanismos del mercado.
 Es decir, el presidente, como autoridad máxima del estado, no debe preocuparse por la suerte económica de su población, ya que es el mercado el que irá reasignando recursos, y determinará la sobrevivencia de los más aptos, una selección natural en términos darwinianos.
Sería una suerte de prescindencia institucional y, a la vez, un desentendimiento moral del poder estatal ante la suerte económica de la gente.

“No es un problema del estado la pérdida de puestos de trabajo en la economía.  El mercado irá poniendo las cosas en su lugar, según la teoría libertaria”

 Murray Rothbard, autor fetiche de Javier Milei, argumentaba que el cierre de empresas es una función necesaria en el mercado. Según él, la quiebra indica que los recursos deben asignarse a usos más valorados, facilitando una economía más productiva.
Consideraba la bancarrota como un mecanismo de aprendizaje y crecimiento, donde la pérdida de empleos era menor frente al beneficio de reasignar capital y trabajo. Por ello, rechazaba la intervención estatal para evitar cierres, ya que impedía la adaptación eficiente de la economía según las preferencias del consumidor.
El autor norteamericano plasmó su pensamiento en las páginas de un libro, Javier Milei lo intenta llevar a la práctica en la Argentina, considerada como el campo de experimentación de la teoría libertaria.
Un evento corporativo realizado días pasados, sirvió para que Milei ponga blanco sobre negro su política de gobierno: “Si ustedes abren la economía y un sector quiebra, es porque el bien que se está trayendo de afuera es de mejor calidad y/o más barato. Ese ahorro se va a gastar en otro uso. Por lo que no se produce pérdida de empleo.”
Sin condenar de antemano las políticas “rothbardianas” del presidente, tal vez sea tiempo de analizarlas por sus resultados, aunque -es verdad- faltan todavía dos años de gestión y muchas reformas en el camino.
El CEPA es un instituto que se creó en 2012 con el objetivo de intervenir en los debates económicos complejos, elaborando informes, estudios y trabajos académicos con un alto nivel de rigurosidad técnica.

“Una vez que se ponga en orden la “macro” (superávit fiscal, baja inflación, fortaleza de la moneda), la “micro”, como el empleo y los ingresos de los argentinos, corren por cuenta del mercado”

Según el mismo, desde la asunción de Milei, Argentina perdió 276.624 empleos registrados y el empleo formal cayó 2,81%. El sector público perdió 86.982 puestos, mientras que el privado se vio más afectado, con 192.071 empleos menos, destacándose Construcción, Transporte e Industria manufacturera.
Entre noviembre de 2023 y agosto de 2025, cerraron 19.164 empresas, casi 30 por día. La UIA alertó sobre caídas en producción, empleo y finanzas; el Monitor de Desempeño Industrial bajó 5,2 puntos interanuales y el 40,3% de las empresas redujo su producción, mostrando un panorama contractivo generalizado.
Es cierto, el mercado es lento en su función de reasignación de recursos, pero a este ritmo, seguramente se necesitarán 40 años, como dijera el presidente, para que lo haga. No tenemos tanto tiempo, presidente.
De igual modo, en materia económica hay mucha divergencia y visiones parcial o totalmente disidentes. Sin embargo, refiriéndonos a la industria manufacturera, la principal perjudicada con la apertura indiscriminada de las importaciones, hay un autor que desearía destacar.
En su libro “Cómo se destruyen industrias nacionales y que significan para un país”, el surcoreano Ha-Joon Chang ha analizado el concepto de "industricidio", que describe la forma en que los países desarrollados protegieron sus industrias para crecer y luego obligaron a otros a abrir sus mercados, provocando la pérdida de industrias en países en desarrollo. Este fenómeno, que el autor ha denominado “patear la escalera”, genera desindustrialización y afecta a quienes intentan proteger su empleo.

“La pérdidas de casi 280 mil puestos de trabajo desde que asumió Milei, y el cierre de casi veinte mil empresas, parecen indicar que el mercado no todo lo soluciona. Veremos en este segundo bienio”

Rodrigo Lloret, politólogo y rector de la Universidad del Sur de Buenos Aires (USBA), analizando la teoría del surcoreano, dice que una industria en un país periférico puede ser destruida por: 1. apertura comercial prematura, que obliga a competir con empresas globales; 2. eliminación de empresas estatales estratégicas; 3. liberalización financiera excesiva, que encarece la moneda y dificulta exportar; y 4. desprotección bajo presión internacional, como reducir aranceles y subsidios. Estas condiciones afectan actualmente a la industria argentina.
Obviamente que esto no se produce únicamente en la Argentina, son las condiciones globales en las que se desarrolla hoy la economía mundial. El problema es que para esos países también perjudicados, constituyen consecuencias no buscadas. En cambio, para nosotros, es política generada por el propio gobierno.
Es más. Donald Trump, el “pater familia” de la Argentina de Milei, ha aplicado desde su segundo mandato una política totalmente opuesta a la de nuestro presidente: aranceles para proteger la industria estadounidense. Su hijo dilecto, Milei, lo contrario, apertura indiscriminada.
En un artículo de Alexandra Stevenson, publicado en el The New York Times, se cuenta que hace veinte años, el mundo occidental vivió el “choque chino”, cuando empresas de EE.UU. y Europa trasladaron su manufactura a China. Esta ola de exportaciones chinas provocó el cierre de fábricas y la pérdida masiva de empleos, con efectos políticos que aún se sienten.
Hoy, según la periodista, comienza a desarrollarse el segundo “choque chino”, distinto al anterior. Debido a los aranceles en EE. UU. y una demanda interna insuficiente, China redirige más exportaciones a países en desarrollo e instala fábricas propias allí.
En concreto, Trump hizo proteccionismo al más puro estilo keynesiano, para proteger la industria estadounidense, y Milei nos entrampó para sufrir en nuestro país, con una economía en desarrollo y maltrecha, un aperturismo que condenará a nuestra industria manufacturera y a los empleos que general.
                     ¿Y?

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