*Por José Luis Zampa
Según la experiencia histórica de esta gran Nación llamada República Argentina, el éxito económico de sus distintos gobiernos implica la aceptación social de casi toda la costra que un potaje político pueda acumular alrededor de su núcleo más valorado, incluso cuando el cocinero gubernamental vuelca el frasco de arbitrariedad a la marmita donde se hierven, hasta desintegrarse, pactos antidiscriminatorios, normas de convivencia y dispositivos de protección financiera como los transgredidos en las última horas.
Así como alguna vez las dictaduras militares y el menemismo gozaron de popularidad pese a los costados más oscuros de sus malfaceres, el presidente Javier Milei está investido de una caparazón ignífuga que le proporciona carta blanca para destrozar pactos de coexistencia cívica que permitieron a los argentinos superar tabúes derivados del clasismo, la discriminación y la estigmatización de las minorías. Y con el mismo campo de fuerza resiste por estas horas el impacto de un desfalco que, en otros tiempos y con otras administraciones, hubiera desatado un incendio institucional de magnitudes inconmensurables.
El pueblo soporta la pelusa del durazno, pero con el adverbio delimitador "casi". Y si bien decir "casi todo" no es lo mismo que "todo", hasta que la suma de ofensas no llegue a desbordar la paciencia social nadie sabrá cuál es el umbral de tolerancia de los mandantes respecto del actual mandatario. En el caso de Milei, dadas las administraciones fallidas que lo antecedieron, el margen de maniobra otorgado por los votantes es tan amplio que ni la complicidad con el apoderamiento de activos por parte de una corporación fantasma parecieran atizar el reproche público.
No deja de sorprender la capacidad social de tragar batracios en estos tiempos de inflación a la baja, pues la erraticidad presidencial ha proporcionado una retahíla de calamidades que van desde la verborragia procaz con la que el jefe de Estado se jacta de haberles dejado "el culo como un mandril" a sus adversarios, hasta el costo social de un plan económico que logró estabilidad a fuerza de conculcar derechos a los más vulnerables, como es el caso de los jubilados.
Sobre el combo de sueldos de pobreza para los gerontes, pulverización de cientos de pymes, paralización de obras de infraestructura indispensables (entre ellas la autovía de acceso a Corrientes Capital) y caída de la actividad en 2024, brilla refulgente el logro económico con sus tres diademas: la estabilidad, el déficit cero y la inflación de 2.2 por ciento registrada en enero, todo en una misma gragea cuyo efecto principal es frenar las náuseas en la ingesta de sapos como el que acaba de paladear el mundo financiero a partir de la estafa cripto que el jefe de Estado promocionó en la ex Twitter.
Así como en el Foro de Davos se atrevió a generalizar con el calificativo de "pedófilos" a todos los homosexuales y se hizo merecedor de una marcha de repudio encabezada por el colectivo gay, en el Día de los Enamorados Javier volvió a prenderse fuego al apadrinar una estratagema diseñada por y para esquilmar incautos de la virtualidad monetaria, entre ellos muchos militantes de la causa libertaria que salieron a comprar una cripto viciada.
Paradójicamente, Milei orinó contra el viento en los sustratos donde siempre ha sido muy dúctil, pues utilizó sus amadas redes sociales para impulsar un fraude criptodigital enmascarado como usina de inversiones y, de ese modo, desplegó un manto de dudas sobre sus aptitudes para el ejercicio práctico de las ciencias económicas.
¿Qué estudiante de economía no hubiera sospechado que la aparición de un proyecto de inversiones titulado "Viva la Libertad Project", sin historia alguna y con promesas de generosos fondeos para emprendimientos privados, podría haberse tratado de un esquema piramidal como el concebido por el célebre estafador italiano Carlo Ponzi?
Todo aquel que sobrevoló conocimientos financieros huele el timo cuando surgen capitales anónimos configurados para recibir inversiones hasta llenarse de dinero en el período conocido como "pump", para luego recoger el espinel en la fase del "dump", es decir cuando los desarrolladores de la trampa desaparecen con el botín a través de una maniobra muy conocida en el hampa informático: el "rug pull" o quitar la alfombra de un solo golpe.
A pesar de todos los indicios sospechosos, Milei mantuvo fijado su posteo a favor de las inversiones en la falsa criptomoneda "Libra" durante varias horas y consumó de esa forma un nuevo error no forzado que le costará caro, puesto que no solamente comenzaron a mofarse los "zurdos" como su colega colombiano Petro (lo invitó irónicamente a invertir en sus cafetales), sino que obligó a un sofocante silencio de las vocerías oficialistas, con excepción de su inclasificable -y para nada creíble- milicia de tuiteros seriales.
El escándalo de la criptoestafa se suma a la patinada que protagonizó el león durante el Foro de Davos, cuando conectó -como si existiera una relación de causalidad- la caída inflacionaria con la eliminación del documento no binario y la restricción de derechos conquistados por la comunidad LGTB en lo que él define como "la batalla cultural", una melange ininteligible por cuanto un gobierno que se dice apóstol de la libertad acaba por restringirla.
En respuesta a las aseveraciones presidenciales transcurrió una multitudinaria marcha en defensa de los derechos a la libre elección sexual para repudiar una falacia generalizante de accidente inverso; es decir un ardid que consiste en utilizar un caso negativo particular para condenar al todo. El silogismo ilógico es el siguiente: dado que un matrimonio de homosexuales varones estadounidenses fue condenado a perpetua por abusar de su hijo adoptivo, todos los homosexuales son pedófilos.
Después vino la eyección de Ramiro Marra, la furia con Domingo Cavallo (incluyendo el despido de su hija de la OEA) por haber advertido sobre el atraso del dólar, la confesión de que la hermana Karina aplica una guillotina para custodiar la homogeneidad del pensamiento gubernamental y finalmente la gafe monumental de las últimas horas: promocionar una supuesta criptomoneda cuyos creadores se esfumaron a las pocas horas con entre 70 y 100 millones de dólares aportados por inversionistas que creyeron en la recomendación presidencial.
Innecesario y autolesivo al punto del masoquismo, el yerro presidencial encuentra un dique contenedor en los números de la economía, que son favorables y generan una ola de sensaciones optimistas por el simple hecho de que todo lo pasado (al menos lo pasado reciente) fue realmente de lo peor. Pero la historia emite señales de alerta que La Libertad Avanza debería sopesar en el año electoral, en razón de que todas las experiencias libremercadistas extremas terminaron mal.
Recordemos que de 1976 a 1979 la dictadura militar logró cierto margen de consenso a partir de la política de apertura comercial que, conjugada con la llegada de dólares frescos del endeudamiento externo, dio lugar a la llamada bicicleta financiera y al "deme dos", que con la famosa tablita devaluatoria de Martínez de Hoz desencadenó una corriente consumista a la que muchos argentinos se apearon con viajes a Miami para adquirir productos electrónicos.Mientras la algarabía de aquellos compradores generaba una cortina de expresiones positivas que se fortaleció con el Mundial 78, las desapariciones y los secuestros crecían en silencio gracias a que el grueso de la ciudadanía, en un principio sin tomar cabal conocimiento del genocidio en ciernes, le tuvo paciencia al régimen antidemocrático mientras duró el confort porporcionado por el relajamiento fiscal.
Más o menos lo mismo pasó con Carlos Menem y el Plan de Convertibilidad aplicado por el superministro Cavallo. La paridad entre peso y dólar funcionó mientras hubo ingreso de divisas, con un resultado soñado por todos: la estabilidad económica y la posibilidad de planificar la propia vida. Aunque las pymes y los pequeños emprendimientos productivos se hicieron añicos, al riojano le alcanzó para ser reelecto en 1995 con el 50 por ciento de los votos, lo que demuestra el amplio nivel de apoyo popular del que gozó en aquellos años en los que prometía viajar a Japón en naves espaciales.
Tanto la estrategia diseñada por Martínez de Hoz como la política monetaria del menemismo defeccionaron al producirse la licuación de las reservas que, como en toda economía sana, resultan indispensables para anclar el tipo de cambio en medio de los vaivenes del mercado. Las consecuencias más dramáticas afloraron durante la penosa experiencia de Fernando de la Rúa, quien se hizo cargo de una bomba de tiempo.
Cuando la Alianza UCR-Frepaso llegó al poder la economía no daba para más con el dólar atado al peso por ley, a pesar de lo cual el presidente se encadenó al dogma económico del momento y apostó a sostener la paridad mientras los ahorristas iban perdiendo confianza. Hasta que un reflotado Cavallo tomó las riendas para hundir definitivamente el barco mediante el corralito. El final fue de caos, represión y muerte.
Hoy a Javier Milei le va muy bien en el plano macroeconómico, pero tiene un cepo que desactivar y un dólar pisado que le resta competitividad a los exportadores argentinos. Su receta consiste en controlar esas inconsistencias mediante el ajuste y la reducción de la burocracia estatal mientras espera plata fresca de su amigo Trump y repele las balas (tanto enemigas como propias) con un escudo hiperdependiente de los índices inflacionarios. El día que esas estadísticas dejen de acompañarlo, a no dudarlo, las denuncias por apologizar un contubernio blockchain comenzarán a activarse según reza el artículo 172 del Código Penal.