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Hace mucho, mucho tiempo

La música como el baile imprime alegría rítmicamente. Es aconsejable. Más aún si hace mucho, mucho tiempo la hemos adoptado para olvidar y creer que somos capaces de salir, todos juntos. Sin privilegios de nadie. 

Sabado, 09 de agosto de 2025 a las 23:47

Qué lindos tiempos donde la política ya era lo que es, menos sádica, tal vez  muchos menos hipócrita, y sin Candidaturas Testimoniales.
Pero vayamos explicando a las jóvenes generaciones, que no tuvieron el privilegio, de ser aún normales, sin un Presidente que porque las cosas aprietan y la tumultuosa previa electoral, cierra por unos días su cloaca de malas palabras, donde casi siempre todos caemos con algún epíteto porque le molesta enterarse de críticas.
“Hace mucho, mucho tiempo”, (“Its been a long, long time”) es un standard del jazz que pertenece a dos consagrados de la autoría exitosa: Jule Shyne y Sammy Cahn, la grandes orquestas de entonces, el trompetista Harry James con la voz de Kitty Kallen, pero también las grandes bandas como Benny Goodman, la interpretaron.
Rítmica. Nostalgiosa. Hecha para el baile sin olvidar el romance de hace mucho, mucho tiempo que, siempre vuelve cuando avizoramos que nada es como entonces, que todo se ha vuelto desgarrado, doloroso y ruin. Una copia actualizada pero más feroz y despiadada.
Leía una encuesta por el estilo de las tantas que abundan, que decían más de la mitad lo votaron por cambiar las peleítas de Alberto y Cristina, pero que ya apenas pasado el “triunfazo” inesperado, ya estaban arrepentidos. Muchos cayeron y caímos; nada fue mejor que entonces, sigue la dura lucha contra la inflación empedernida que el populismo trajo aparejado, pero que tiene valor porque según dicen baja la macro. A la micro, no llega ni basta, ni se observa algún atisbo que alivie la castigada tarjeta.
Ni hablar de las tarifas, y toda la gente pegada en la cola tratando mucho que ganarle al especial ajuste de Milei, talle extra de ahogo sin término ni resultado para alegría del ama de casa.
Pero por si fuera poco que hace mucho, mucho tiempo, también siempre desesperó, los traspiés en la previa electoral donde todo vale, puteadas de por medio, intercambiando los jugares ayer enemigos hoy imprescindibles aliados porque los números no dan.
Una muestra hasta ahora palpable, los diputados que se le animaron en el Congreso, que dio que hablar al Jefe de Gabinete, quien apenas pudo expresar haciendo un esfuerzo por tragar la saliva: “Perdimos todo”.
Realmente no lo creo, porque ellos hicieron cotidiano gobernar con el veto en mano como una sagrada Biblia, a pesar que en el Día de San Cayetano, el Obispo de Buenos Aires Jorge García cuerva, dijo aludiendo a la gente en estado desesperante como lo experimentan numerosos hermanos nuestros:
“No podemos desentendernos de los que sufren”. No todo es número, está la gente. No sé si alguien la escucha, creo que la sordera es el mejor camuflaje para no “sintonizar” ese cotidiano drama.
Fui testigo en una farmacia, no hace mucho tiempo, el ingreso de un desposeído, solamente al amparo de Dios. Pidió ante la mirada de todos, con la receta en mano cuando sumaba la medicación. Le alcanzaron la suma. Y dijo en voz alta mientras se retiraba, antes prefiero que no le falte la comida a mi familia. A todos gracias, y hasta luego. El hombre salió de escena ante la mirada atónita de los presentes.
El silencio de los presentes lo acompañó. Era una muestra más que “parar la olla”, es cuestión de valientes; los medicamentos, un lujo.
Por qué comparo con el título de un tema de jazz, porque esta canción ya la escuchamos no tan grave ni extremadamente dolorosa como ahora, porque como hacían nuestros Abuelos, bailemos porque el tema es optimista, y por un momento nos olvidaremos. Esa música me trae recuerdos de una canción conocida, del sueño incumplido de un país en serio, no el que se presta a cometer cualquier tropelía con tal de no perder lugar en el reparto político.
Hagamos como Fred Astaire y Ginger Rogers, que “Mejilla a mejilla” (“Cheeck to cheeck”, se comían la película bailando sin cesar, disfrutando de la película de siempre: la esperanza que felizmente no muere.
No olvidemos, detrás de todo está la gente. Ella se merece más que despiadadamente, la esperanza, el soñar un país que no supimos ser. 
“Hace mucho, mucho tiempo” que el poder es capaz de todo con tal de reinar, algo que bien lo saben nuestros políticos, es decir el arte de perdurar a pesar de todo.
Son de fierro. A toda prueba diría algún aligerado. Vivo quizás. Perseverante desde hace mucho, mucho tiempo.

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