Para los memoriosos como lo fue nuestra generación amante del cine, y específicamente enriquecido con la numerosa producción de filmes que el cine nacional producía anualmente, donde lograron fama una cadena interminable de actores, sino también de técnicos que enriquecieron el ritmo vibrante de la cinematografía nacional, con una producción anual digna de Hollywood.
El título del artículo tiene que con una realización argentina de la película “Donde mueren las palabras”, cuyos autores Homero Manzi y Ulyses Petit de Murat la guionaron, dirigida y estrenada en 1946 por un prometedor Director, Hugo Fregonese, cuya producción le sirvió de espaldarazo para firmar un contrato para dirigir películas con la Metro Goldwin Mayer en los Estados Unidos.
Actuó como Ayudante de Dirección, el gran actor argentino, Angel Magaña.
El argentino Hugo Fregonese fue el primer Director Cinematográfico Latinoamericano contratado por la empresa norteamericana para producir en sus estudios de Estados Unidos.
Esa sin duda fueron la capacidad y acierto del cine nacional que es otra historia; simplemente tomé su título que no dejan dudas que, “cuando mueren las palabras”, la elocuencia trasciende a través de actitudes, gestos que las desvelan, intuyendo que está todo dicho, incluyendo imaginar cuando se la abroquela para que la verdad no trascienda, cuando en realidad crece más agrandada como una “bola de nieve”.
La imaginación es mucho más peligrosa porque no tiene límites, todo es posible.
Es decir que el parecer queda liberado; y que si no se entiende debe salirse a explicar. Callarse es otorgar, e imaginarse no tiene límites. Mucha similitud con el acontecer político de estos días, donde la imaginación construye a sus anchas ante la falta total de responsabilidad, cuando nadie da crédito, más por tratarse de las gestiones de un Gobierno que deja las cosas liberadas a la pura creatividad mental.
Luego a no protestar por las interpretaciones que se les den, ya que eso alimenta la impresión disparando “al aire” conjeturas, como si el silencio tapara toda duda, más aún en tiempos electorales cuando todos sospechan de todos, dejando a cada uno, el libre albedrío de imaginar lo que se quiera y su astucia merodee la verdad no dicha.
Hablan de operaciones de espionaje internacional, como si aún viviera Sean Connery el escocés del 007 cinematográfico. Me parece bastante y más que suficiente como ficción ya que no se la conoce verdaderamente.
Creo, o no se supo, que jamás viviéramos “una película” tan marcada por la falta de realidad por lo descabellada. Estas Elecciones lanzaron la locura general, específicamente al partido gobernante como por la dupla peronismo-kirchnerismo, siempre en guerra con algo o con alguien, el asunto es pelear.
Una guerra declarada e identificada por “sucia”, donde se intercambiaron mil veces los candidatos seguramente a cada tics de los “encuestadores” de turno, como cuando éramos chicos y jugábamos a “La Escondida”, que ante la falta de posibilidades pedíamos el urgente “Pido”, que detenía el juego dando respiro hasta la próxima ronda, lo que es la brevedad de una tregua en misión de salvaguarda.
Nadie explica nada, aquí más bien ante el silencio sepulcral que no deja bien parado al partido gobernante, se crean o no la vertiente de mil conjeturas. Todas son pálidas o vetos, pero jamás respuestas a la sociedad condenada a la “Paciencia social” de aguante interminable, aunque un año y medio hace que la padecemos estoicamente.
Todas son cifras, claro que sí, números, pero fuera de allí, jamás la normalidad de una, gestión palabras de aliento, sino se destaca la falta de respeto como fuerza potenciada de macho Alfa, como si con ello solamente se gobierna un país.
Los viejos, los discapacitados, las tarifas públicas, hoy la clase de la mitad de la pirámide para abajo, tratando de financiarlas “porque plata, no hay..! O sea, “sobre llovido, mojado”.
Gente esperanzada que a pesar de un ajuste que no permite respirar, sigue aguantando, fieles que más bien suenan como rehenes atados. El optimismo ha sido relevado por el idioma “caracúlico”, del puteo malas ondas, nada de aliento y más vetos en cajón.
Por ahora como el interés es grande (las Elecciones), acallados un poco los gritos, procurando por ser un poco más normales no sea el caso que se les apareen justo en medio del clásico.
Los piedrazos que rompen el estilo, de festejar y celebrar para entonar a la gente, dispuesta una vez más a jugarse ante la fecha celebratoria de la prueba máxima, aunque sea vestidos de “Morado”o “Violeta” como lo dijo el “Presi”, o como mejor se mire No importa, la militancia también debe ejercitar del “sacrificio” de aguantarse por más colores que valgan.
Hay que hacer como en los grandes países donde la ciudadanía esgrime boicots cuando las cosas no caminan, para que se enteren que no son como se ven, sino como realmente son.
En las disparatadas consecuencias, se habló de “Censura” referente a la reproducción de los audios sobreprotegidos. En la historia argentina los hubo de toda “laya”, hubo un hombrecito que se destacó y ejerció la censura en el Cine Nacional entre 1974 a 1984, ya en su partida se cumple con el advenimiento de la Democracia, ya que la censura impuesta estaba destinada a ejercer la cruzada por el “buen gusto y el buen decir sin dobles sentidos en el séptimo arte”, ni aceptar el lunfardo como voz de pueblo; pavadas, ocurrencias demagógicas de turno que los marcan inútilmente para siempre a los “culturosos de ocasión”.
Se llamó, Miguel Paulino Tato, integrante del Ente de Calificación Cinematográfica de la Argentina. Hizo periodismo en las Revistas “Mundo Argentino” y “El Hogar”. Fue Jefe de Prensa de la Distribuidora norteamericana, “Paramount” en Argentina.
Por ende trabajó para el Gobierno peronista con similar tarea, desde el año 1970.
Esto es como una película que no la entendemos de entrada, tampoco después porque suena antojadiza, que al no explicarla da para mil argumentaciones de esta gestión tratando de aprender política. Parece una novela turca, donde para que dure más, siempre le van agregando una pila más de intrigas en capítulos interminables.
Por eso tomé el título de una gran película nacional que, su solo título nos recuerda lo que acontece, cuando no existen explicaciones de procederes en que ni la intuición es capaz de despejar; cualquier cosa es posible.
DONDE MUEREN LAS PALABRAS. Allí comienzan las especulaciones si alguien se puso al frente con la verdadera razón. Es capciosa. Versión libre, como decían en las radionovelas cuando adaptaban una obra, pudiendo modificarla a gusto y placer, pero teniendo la certeza que lo que procedente, es lo justo y real.
Y esto no es una novela, es el país debatiéndose en sus mismos errores de siempre; cayendo una y mil veces, protagonizando una “Versión Libre” donde lo inesperado en cualquier momento nos sorprende aún mucho más.
La imaginación es mucho más peligrosa porque no tiene límites, con ella todo es posible.
EL SILENCIO NO ES SALUD. ES MUCHAS MÁS DUDAS.