La dramática operación llevada adelante en las favelas de Río de Janeiro que dejó un saldo de 121 personas muertas, intentó desarticular desde sus entrañas al Comando Vermelho, que quizá sea el cartel narcoterrorista más grande de América del Sur. Una conexión fronteriza, había puesto a Corrientes en el radar operativo de esa mega banda.
En noviembre de 2013 la Gendarmería Nacional concretó un operativo denominado "Ciervo blanco" en una inhóspita zona rural de Santo Tomé, a 390 kilómetros de la Capital correntina. Con ese procedimiento, se logró poner el moño a un trabajo desarrollado para dar con una banda narcotraficante que operaba en la zona.
Tenían montadas dos pistas clandestinas de aterrizaje y material suficiente para que opere allí una base narco transnacional: las avionetas llegaban cargadas de cocaína, cargaban combustible, realizaban distribución y recambio logístico y según se presume, seguían viaje hasta grandes centros urbanos.
La banda estaba integrada por traficantes de diversas nacionalidades, que actuaban armados y tenían un enorme poder para los movimientos que realizaban.
SANTA ÚRSULA Y SANTA MARÍA
Los contrabandistas de elite desembarcaron en dos estancias, llamadas Santa Úrsula y Santa María del Aguapey, en Santo Tomé, con un trato previo con la dueña de esos campos y su pareja. Se trata de María Hilda Calabrese y Florentino Dante Niemiz, un entrerriano que conectó con los referentes de esta célula narcoterrorista.
Todo iba a funcionar tras la fachada de un establecimiento ganadero, como lo hicieron figurar en los documentos de arrendamiento del predio rural.
Sin embargo, los movimientos terminaron siendo otros. ¿Quién era el cerebro de esta organización? Un brasileño, pero que fue un fantasma hasta cuatro años después.
Se trata de Marino Divaldo Pinto de Brum, que hoy roza los 60 años de edad. Estaba prófugo de Brasil, donde lo acusaban de una serie de hechos ligados al Comando Vermelho, principalmente como operador del lavado del dinero.
El fiscal federal que actúa en los juicios por narcotráfico en Corrientes, Carlos Schaefer, junto con la procuraduría de la Nación especializada en drogas, la Procunar, lo tenían en la mira hasta que en agosto de 2017, cuando ya habían sido condenados los demás integrantes de la banda de los narcoaviones de Santo Tomé, Pinto de Brum cae en una redada en un domicilio de la ciudad balnearia de Tramandaí, en el sur de Brasil.
Lo hallaron escondido con la panza contra el suelo debajo de una camioneta Amarok. En ese instante intentó sobornar con un millón de reales a los agentes de la policía que lo rodearon para que lo dejen huir.
No tuvo suerte.
Argentina, a través del fiscal Schaefer, intentó traerlo a la Argentina mediante un juicio de extradición, pero Brasil se lo negó porque prefirieron juzgarlo allí por los crímenes que tenía en la cuenta de pendientes con su justicia penal.
CIERVO BLANCO
El operativo Ciervo Blanco fue presentado en noviembre de 2013 por el propio ministro de Seguridad de aquel entonces, Sergio Berni, con una conferencia en la que fueron exhibidos los ladrillos que formaron parte de un cargamento de 330 kilos de cocaína que aparecieron en el campo de Santo Tomé donde se realizó el procedimiento de la Gendarmería.
Lo bautizaron de ese modo porque los gendarmes que actuaron simularon ser cazadores furtivos para ingresar a los campos.
Esos establecimientos rurales, una vez concluido el juicio en el que, entre otros, su dueña terminó con una condena a 20 años de prisión, fueron decomisados definitivamente y entregados al INTA.