La Justicia de Rosario dictó este lunes la sentencia de prisión perpetua para los responsables del asesinato de Gustavo Elorrieta, el gendarme correntino que fue hallado muerto en 2022.
La condena del tribunal, integrado por las juezas Hebe Marcogliese, Natalia Benvenuto y María de los Ángeles Granato, recayó sobre su expareja, Mercedes Encina Flores (50) y dos jóvenes identificados como Mario Faetani (29) y Alex Galarza (21), amigos de la familia. Todos fueron hallados culpables del delito de “homicidio cuádruplemente calificado por el vínculo, por alevosía, por actuar en concurso premeditado de más de dos personas y por codicia”.
Un plan macabro: anestesia, golpes y un aljibe
Según la reconstrucción presentada por la fiscal Carla Ranciari, el crimen se ejecutó entre el 10 y el 12 de julio de 2022 en una vivienda de la ciudad de Roldán. Los acusados aprovecharon una visita de la víctima para inocularle una sustancia anestésica con el fin de inmovilizarlo. Una vez indefenso, lo golpearon hasta causarle la muerte.
Tras el asesinato, el grupo criminal ocultó el cuerpo en el baúl del auto de la propia víctima. El 12 de julio, con la colaboración de menores de edad, trasladaron el cadáver hasta un monte ubicado en la intersección del camino Dorrego y Camino de los Gauchos, donde lo arrojaron a un aljibe seco y lo cubrieron con tierra y ramas para borrar rastros.
El móvil: despecho y codicia
La investigación determinó que el móvil del crimen fue doble. Por un lado, la venganza sentimental: Elorrieta, quien realizaba capacitaciones en Buenos Aires, había iniciado una relación con otra persona y decidido separarse de Encina Flores. Ante la noticia, la mujer comenzó a planificar el asesinato junto a su hijo y los amigos de este.
Por otro lado, la Justicia acreditó el interés económico. Tras la desaparición del gendarme, los acusados realizaron extracciones bancarias, solicitaron préstamos a su nombre y hasta compraron una placa de video utilizando sus tarjetas.
El plan comenzó a desmoronarse cuando los involucrados sufrieron un accidente vial mientras intentaban descartar evidencias, lo que obligó a la mujer a contratar remises para seguir arrojando pruebas en distintas zonas de Rosario y Roldán, movimientos que terminaron delatándolos.