Sorteados los problemas-en algunos casos pagando un elevado costo- desde un tiempo atrás, entusiastas dirigentes hípicos decidieron encarar la titánica tarea de recuperar la “industria del turf” de la abismal crisis de recursos- abonada a veces por un dispendio sin control- que terminó por voltear a una actividad generadora de miles de puestos de trabajo en el orden profesional y coadyuvante con otras de directa vinculación con el turf, como criadores de pura sangre, propietarios, etc.
La Federación de Jockey Clubes que nació en Corrientes junto a otras del Litoral, hoy ya no está sola pues a su estructura jurídica e institucional, se sumaron muchas otras, de regiones distintas del país, consustanciadas con las acciones y los objetivos que desde un primer momento se levantó como única bandera: recuperar el turf y a sus actores y colocarlos en en su verdadera función social como espectáculo (no timba).Todos los encuentros ya efectuados en Corrientes, Formosa, Paraná, Santa Fe, Buenos Aires, etc., fueron sumando iniciativas, proyectos concretos, solicitudes formales, basados en un asesoramiento adecuado a la realidad de hoy y al “país turf” con el que convivimos a través de la marcha de los hipódromos máximos: Argentino de Palermo, San Isidro y La Plata.Pero sólo de esa triangular perspectiva no se puede, no se debe mirar al turf en todo su conjunto. Es mucho más que tres grandes circos hípicos. Recuperar, revitalizar esta actividad no pasa solo por las boleterías de los grandes hipódromos, por los elevados premios que otorgan en los clásicos o por las máquinas tragamonedas. Pensar de este modo sería hacerlo con un sentido egoísta, cerrado, como diciendo el “país turf” termina en la General Paz de la metrópoli. Y no es así. Este movimiento federal nacido en el interior no excluye a nadie, absolutamente a nadie; a los que tienen un buen pasar y a los demás rezagados. Por ello la importancia de formular un reordenamiento sino total, siquiera parcial para sostener lo mejor de un aparato que hoy se asienta en tres hipódromos.
La Ley del Turf, por ello, adquiere una importancia fundamental. Sólo así, con un instrumento consensuado por todas las partes, debidamente reglamentado, hablar del “país turf” será una realidad.
Esta crucial iniciativa, elaborada por los técnicos y estudiosos de la Federación de Jockey Clubes que preside el correntino Miguel Angel Castellano, será elevada al presidente de la Nación, Néstor Kirchner, para que desde la máxima esfera del poder central llegue al parlamento nacional para su tratamiento y aprobación.
El turf, la hípica en todas sus expresiones, reclaman una ley que permita oxigenar definitivamente la actividad, más allá de lo que puede significar privatizar hipódromos, darles la “manija” de las máquinas tragamonedas o todo otro elemento que potencie al “turf país”, así como lo ve la dirigencia y como lo veo yo entre tantos miles de interesados.
(Por Espolin)