“Nada mejor que comenzar con un control interior desde temprana edad, dado que toda disciplina que se internalice como hábito de vida favorable, será luego asumida como un páramo capaz de afrontar los distintos estados de ánimo. Aquel que se expresa libremente bailando es feliz. Antes de usar la piedra o la palabra, el hombre usó su cuerpo para comunicarse, mejorando así la relación con sus pares”, indicó la profesora Löwler.
Las clases que en la dirección mencionada se llevan a la práctica de lunes a viernes en el horario de 17 a 20.30, son dictadas en forma teórico y práctica por un plantel de profesores que integran Carolina García (Expresión Corporal, Arabe y Salsa), Irupé Sánchez (Expresión Corporal, Danza Moderna Acrobática), Alicia Fernández (Arabe), Ana Anagore (Clásico), Fabián Argullo (Folklore), Juan Pavón (Tango) y Nelly García de Löwler (Gimnasia Rítmica, Jazz para adultos, Expresión Corporal y Danza Moderna Acrobática). Además, tal mencionó a El Litoral, las alumnas son evaluadas por un profesor del Conservatorio Central de Buenos Aires y los títulos otorgados son de validez nacional, inscriptos en la Superintendencia Nacional de Enseñanza Privada del Ministerio de Cultura y Educación de la Nación.
A la danza se la define como “una forma de expresión”, y la resultante del movimiento es extensible más allá del propio cuerpo. Forma y movimiento, mente y pensamiento logran ese desarrollo armónico en el que todo el engranaje físico y psíquico entra en contacto con el medio que lo rodea, desde su interior. Es quizás, la más completa de las disciplinas y sus beneficios activos son comprobados en el campo de la medicina. La danza, el baile, consigue desarrollar las situaciones más acordes con una tranquila visión de lo sucedáneo y por ello “cuanto antes se la practique, las capacidades físicas podrán ser entrenadas en concreto”, fundamentó su directora.