Domingo 19de Mayo de 2024CORRIENTES12°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$865,5

Dolar Venta:$905,5

Domingo 19de Mayo de 2024CORRIENTES12°Pronóstico Extendido

Dolar Compra:$865,5

Dolar Venta:$905,5

/Ellitoral.com.ar/ Locales

El Clan Ferreyra: padre e hija unidos por el hilo de la política

Araceli desanda con su padre la misma vereda que alguna vez transitó el poder la violencia. En ese lugar, Ungué fue secuestrado y luego mandado tras las rejas.

Su nombre completo es Araceli Susana del Rosario Ferreyra. Tiene 40 años y no los niega; dos hijas pequeñas: Amanda y Josefina, y un varón ya mayor: Guillermo, que hace poco la convirtió en abuela de Candela. La gente la llama “Aracelita” y se enoja, pero el diminutivo es lo único que permite una diferencia con su madre: Areceli como ella y también legisladora.

Desde 2001 integra la Cámara de Diputados de la Provincia. En 2003 fue reelecta y está a meses de concluir su mandato. Dice que una vez en el llano se dedicará a su familia y a concluir sus estudios en abogacía. Es la mayor de los tres hijos de Eduardo Francisco Ferreyra, que es lo mismo que decir “Ungué” Ferreyra, un militante histórico, preso y perseguido por sus ideas políticas en los años en que todo se arreglaba con plomo.

Ungué fue herido durante la revuelta que los años llamaron “El Correntinazo”. Araceli tenía entonces 36 meses. Pero desde antes, desde su propio nacimiento, fue puesta en una incubadora de militancia. Renegó de ello por unos 30 años, hasta que encontró en la política una manera de cambiar el mundo y eso la unió a su padre.

Intenta ser este un homenaje que cuesta, porque la vida de los Ferreyra, moldeaba por personalidades fuertes, está signada por la lucha. Entonces, a la hora de hablar de sentimientos, es difícil bandear la coraza que los une, los hace uno. Por eso los Ferreyra son un “clan” en el mejor de los casos, o una “pyme” en el peor de ellos. Son motes que surgen de sus incursiones políticas y de quienes los quieren o los cuestionan.

“Pero pese a esto y a la mirada distante de la sociedad, nunca hubo tristeza en la familia ni miedo en mí. Crecí con las alas que me dieron mis padres y con una pasión por vivir, que es tal vez lo que mejor enseña mi padre”, dice Araceli, mirando al hombre que esconde, tras el traje de patriarca, a un amigo cómplice.

“Es mi maestro. Lo respeto y lo admiro porque me guía, me deja andar pero también me traza el camino. Hizo que me de cuenta que aún tengo mucho que aprender y esa es la mejor de las enseñanzas”.

Ungué escucha esas palabras y tarda en describir la relación con su hija, política de convicciones irrefrenables, polémica y exitosa. Es referente en la Cámara de Diputados y tuvo una actuación destacada en la Convención Constituyente integrando el Frente Social para la Victoria que supo agrupar a los sectores más comprometidos de la Iglesia Católica, a la izquierda más moderada y al propio peronismo devenido kirchnerista.

Ungué profesa esa misma ideología. Pero también la del cariño en pocas palabras. Detesta la primera persona, por eso, antes que hablar de Araceli prefiere hacerlo de sus tres hijos. “Ellos son mi continuidad”, dice. “Con ella me entiendo un poco mejor porque le gusta la política (los restantes son varones, uno periodista y otro abogado), pero en verdad, lo que me deja tranquilo es que con ella y los demás tengo asegurada mi trascendencia”.

El silencio entonces gana el ambiente. Se rompe con dos claves de Araceli: amor y alegría. “El amor y la alegría en esta familia están representados en mi padre. El hace que sea verdad eso que dice que la felicidad es un estado de plenitud continuo. Es así”.

¿Te gustó la nota?

Ocurrió un error

Comentarios