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Colonia Liebig, una población fundada sobre los pilares del trabajo cooperativo

Por El Litoral

Martes, 04 de septiembre de 2007 a las 21:00
Los inmigrantes alemanes arribaron al puerto de Buenos Aires el 20 de abril de 1924 y tuvieron que alojarse en el Hotel de los Inmigrantes durante varias semanas.
CYNTHIA CASCO
ENVIADA ESPECIAL
La promesa de un futuro mejor en tierras Sudamericanas, ricas para la producción agrícola y ganadera, incentivó a más de un centenar de familias alemanas a partir de su tierra natal. Para conservar un cierto orden que les facilitara la fundación de su comunidad conformaron una sociedad colonizadora denominada "Neu Karlsruhe. Sin embargo, al arribar al puerto de Buenos Aires la noticia de que su destino final, Paraguay, no era el lugar más adecuado para trabajar, tuvieron que cambiar de planes. Así, tras una innumerable cantidad de dificultades, se asentaron en el nordeste Correntino, donde hoy se erige una de las comunidades más pujantes: Colonia Liebig.
Trasladarse de un lugar diezmado por las consecuencias de la postguerra para tener una mejor calidad de vida pero sin perder la identidad, era el mensaje que recibían pobladores de Alemania para convencerlos de partir hacia Sudamérica. Sitio que era presentado como óptimo para la instalación de una colonia. La oferta convenció a más de un centenar de familias que se organizaron en una sociedad colonizadora utilizando el nombre de su lugar de origen, "Neu Karlsruhe. Con una serie de reglas determinadas que asegurasen cierto orden, bajo el escudo "fidelidad por fidelidad" emprendieron un largo viaje que los llevaría a Paraguay. Pero durante su traslado ya escucharon testimonios de que las tierras no eran tan productivas como les habían dicho. Versiones que al arribar a Buenos Aires terminaron de confirmarse y que marco el inicio de una lucha por sobrevivir que se extendió por muchos años.
Una de las primeras dificultades que debieron sortear, era cuál sería dónde aplicarían la sociedad que habían proyectado. Tras penosas tratativas y gracias a la colaboración de diferentes personas, finalmente llegaron a un acuerdo con la compañía Liebig que poseía campos en el nordeste de Corrientes. Un sitio al que arribó la primera delegación de alemanes, el 27 de mayo de 1924. El panorama no era el más alentador, campos poblados de pastizales y sin ningún tipo de infraestructura. Por eso debieron habitar por un largo tiempo, las familias en un galpón y los solteros en carpa. Una convivencia comunitaria para nada sencilla debido a la escasez de recursos que los obligó a racionalizar la comida y programar las actividades con campanadas.
Con este escenario desfavorable comenzaron a realizar los primeros cultivos de manera conjunta hasta que se hiciera la mensura de las chacras que habían adquirido de la Compañía Liebig. Maíz, maní, mandioca, tungs, eucaliptus y té fueron las primeras siembras al mismo tiempo que iniciaban la instalación de viveros para la producción del anhelado oro verde, la yerba mate. Un cultivo que fue favorecido por el regalo de alrededor de 150 mil mudas por parte del entonces gobernador del Territorio de Misiones que luego se convirtió en la base de los yerbatales en la zona. Si bien las primeras cosechas comunitarias no dieron los resultados esperados, con la distribución de las chacras para cada uno, hizo resurgir las esperanzas de que todo mejoraría.
Otra vez, los colonos tuvieron que volver a empezar porque al dejar el campamento comunitario se encontraron que tenían que construir sus casas, una dificultad que ayudándose unos a otros y apoyados por la compañía Liebig, lograron superar. Pero surgieron nuevos problemas tales como plagas, sequías prolongadas, precios bajos, limitación del cultivo de la yerba. Cada una de estas adversidades que implicaron esfuerzos inimaginables en la actualidad, hicieron ver a los colonos que la "unidad hacía la fuerza", quienes el 19 de diciembre de 1926 fundaron la Cooperativa Agrícola de la Colonia Liebig. Equipo de trabajo al que se sumaron los inmigrantes eslavos del sur de Misiones.
Si bien no marcó el cese de los inconvenientes, permitió que los mismos colonos dejaran de depender de terceros para escribir ellos su propio destino. Se hicieron cargo desde la provisión de alimentos y herramientas, hasta la organización del cultivo de la yerba mate. Tras superar diferentes embates restrictivos, el oro verde en 1973, después de más de dos décadas de su llegada, logró ser un cultivo rentable.
De forma paralela a la evolución económica también se desarrollaba la vida cívica y cultural, que con el paso de los años se fueron afianzando.
Los frutos del trabajo que costo sudor y lágrimas de los inmigrantes hace más de ocho décadas atrás, ahora son los que ahora posicionan a Colonia Liebig como una de las tierras argentinas más fructíferas.

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