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Recuerdo de Ana Delia Flores Durán

Por El Litoral

Domingo, 01 de diciembre de 2019 a las 10:49

Por Alcides Godano

Pretendo simplemente recordar su paso entre nosotros y algunas facetas de su personalidad.

Ana Delia fue una correntina de pura cepa. En su juventud participó de los corsos, representando a Ará Berá, su comparsa. Por allí circulan todavía algunas fotos con su traje de india. Bellísima, le encantaba bailar…

Su sensibilidad social le llevó a Estudiar Servicio Sociales, allí comenzó su compromiso y su militancia, en favor de los que tienen más dificultades en la vida. En aquellos años de euforia política no estuvo ajena.

En primeras nupcias contrajo matrimonio con Carlos Livieres Bank. De ese matrimonio nació Natalia Livieres.

Años después sobre las cenizas de los fracasos matrimoniales, construyó una pareja conmigo, de esa unión nació María Soledad Godano.

Sus compromisos y su militancia la llevaron, allá por 1988, a emprender el camino del exilio, primero en Brasil y luego en Bélgica. Sufrió enormemente el desarraigo, le costó muchísimo adaptarse a una sociedad acogedora, pero muy distinta. Le pesaba ese clima frío y esa lluvia que no para. Pero lo más duro quizás es convivir con la nostalgia de la vuelta, para recuperar aquellos recuerdos tan fuertes y lindos de esa infancia y adolescencia vividos en Corrientes.

Para poder estudiar no tuvo problemas de trabajar de limpieza en casas particulares, mesera en los bares o fabricar empanadas, sólo para solventar los estudios… y disfrutar a veces de unas cortas vacaciones.

Allí se recibió, con muchos méritos, de Licenciada en Ciencias de la Educación en la prestigiosa Universidad de Lovaina.

Por fin pudo regresar, en 1998, al país y la obligación de volver a empezar. Sin duda, sus afectos nos hicieron elegir Corrientes. Y desde ya fue un acierto, el cariño de la familia y de los amigos estaba intacto, fue y sigue siendo maravilloso.

Al poco tiempo, sufriste una pérdida muy querida, la de tu hermano Carlitos Flores Durán. Quién no lo conocía a Carlitos. Y poco después la de tu madre.

Al final de su carrera profesional, en La Secretaría de la Mujer, en el Ministerio de Educación y como docente en la Escuela de Servicio Sociales, sobrevino esta terrible enfermedad, incurable, que la martirizó durante 12 años, provocándole un dolor descomunal…  Qué manera de pelear, que manera de sufrir…  Jamás se le escuchó una queja o un reproche. Jamás dijo: ¿Por qué yo? ¿Por qué a mí? Las más de 500 extracciones de sangre, otros tantos pinchazos, en todo el cuerpo, las angustias, cada semana de los resultados de los estudios, las incertidumbres de los tratamientos, fueron una espada de Damocles difícil de llevar.

Hasta hoy, que su cuerpo dijo basta, no estaba enojada, no estaba triste, estuvo conversando, hasta minutos antes, con sus amigas, enojándose con Macri, por la ley de la despenalización del aborto, como un día más… Tantos proyectos que todavía acariciaba. Siempre fue consciente de su enfermedad incurable, pero nunca lo manifestó ni lo utilizó.

Querida Ani, esto no es una biografía, es el recuerdo de un corazón hecho pedazos que sufre tu ausencia y que no sabe que hacer sin ti. Hicimos lo mejor que pudimos, no hay remordimientos, ni arrepentimientos. Yo hubiera preferido mil veces irme antes que vos…  pero no fue posible.

Quiero, por último, hablar un poco de vos, fuiste una mujer extraordinaria, encantadora, sincera, llena de virtudes. Me faltan adjetivos para describirte… No exagero si digo que eras intelectualmente, brillante, muy formada e informada. Asumiste desde joven un fuerte compromiso para defender tus ideales y tus convicciones. Estudiaste Servicio Social, para estar más cerca de los que sufren. Militante incansable por los derechos de la mujer. Puro corazón, noble, transparente, temperamental, rebelde…  un poco tozuda quizás.

Dejás dos hijas maravillosas, Natalia y María Soledad, que sin duda recogieron mucho de lo sembrado. Le inculcaste tus valores pero las dejaste volar… y ellas volaron, muy fuerte y muy alto… Tan alto que van a estar siempre cerca de ti. 

Adiós Ana Delia, hasta siempre.  

 

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