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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

El Bcra debe ocuparse de la inflación

El Banco Central viene acelerando la reducción de la tasa de interés de referencia del mercado tratando de estimular el crédito para reactivar la economía. En rigor, este tipo de recetas de sintonía fina son para países con tasas de inflación sustancialmente inferiores al de la Argentina. Hoy la Argentina se ubica en el cuarto lugar de países con mayor tasa de inflación en 2019, luego de Venezuela y Zimbabwe.

Puesto en otras palabras, el Bcra, que debería estar velando por bajar la tasa de inflación, se ocupa de reactivar la economía, bajando la tasa de interés por debajo de la tasa de inflación anual actual.

Es cierto, como dice el comunicado del Bcra, que “las altas tasas de interés reales fueron inefectivas en generar una desinflación sostenible en el pasado reciente”. El problema es que cuando un país no tiene moneda, porque esos papeles que emite la autoridad monetaria no son reserva de valor; no hay tasa de interés que convenza a la gente de demandar dinero de largo plazo, sólo pesos para transacciones corrientes.

Es más, las anteriores autoridades del Bcra y algunos economistas, confundieron demanda de moneda con demanda de activos monetarios remunerados. La primera se refiere a tener dinero inmovilizado sin remuneración (sin cobrar una tasa de interés). Cuando aumenta la demanda de moneda disminuye la compra de todos los otros bienes y servicios de la economía y el nivel general de precios tiende a bajar.

Cuando disminuye la demanda de moneda (dinero que la gente tiene inmovilizado y que está fuera del circuito económico) se produce un exceso de moneda, se demandan más bienes y el nivel general de precios tiende a subir.

Diferente es cuando el Bcra aumenta la tasa de interés para que los particulares compren Letras, haga depósitos a plazo fijo para que los bancos, con ese dinero, compren Leliq o cuando se venden bonos para absorber liquidez del mercado. En ese caso no hay aumento en la demanda de moneda. Lo que hay es aumento del interés por activos financieros.

Demanda de dinero es tenerlo debajo del colchón, en una caja de galletas o en el cajón del escritorio. En ese caso, no se percibe remuneración alguna por el dinero que se tiene guardado y está fuera del circuito económico. Cuando la gente busca obtener un rendimiento con su dinero, entonces eso es demanda de activos financieros.

Lo que hicieron las autoridades anteriores del Bcra fue ofrecer activos financieros para retirar dinero de circulación, pero pagando una tasa de interés que era inconsistente con el rendimiento de cualquier actividad económica lícita. Si la tasa de interés ofrecida al ahorrista supera la tasa de rentabilidad promedio de la economía, entonces seguro que el Bcra se está metiendo en un problema porque ese dinero no se podrá devolver.

El presidente del Banco Central, Miguel Pesce, parece querer intentar el camino inverso al del gobierno anterior: baja la tasa de interés de referencia para que los bancos tengan que pagar menos por los plazos fijos y, al reducir la tasa pasiva, disminuya la tasa activa 

Ahora Miguel Pesce parece querer intentar el camino inverso. Baja la tasa de interés de referencia para que los bancos tengan que pagar menos por los plazos fijos y, al reducir la tasa pasiva (la que paga una entidad para captar dinero), paralelamente disminuya la tasa activa (la que cobra el banco al prestar dinero), y de ese modo se reactiva la economía.

Si el sistema anterior de tasas de interés disparatadamente altas era inconsistente, la estrategia inversa de reducir la tasa de interés por debajo de la inflación también es inconsistente.

En síntesis, ni las disparatadas tasas reales positivas sirven para resolver los problemas económicos, porque llega un punto en que no hay tasa que cubra el riesgo de estar en pesos, ni las tasas reales negativas sirven para dar crédito genuino.

Sería más prudente que la autoridad monetaria se concentrara en bajar la inflación reduciendo la expansión de dinero primario y empezar a recorrer el largo proceso de recuperación del crédito creando confianza para atraer nuevamente los ahorros argentinos. Eso no se consigue con crecientes cargas impositivas y políticas redistributivas que hacen pensar que en cualquier momento se viene una nueva confiscación de ahorros.

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