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/Ellitoral.com.ar/ Especiales

Extraños fenómenos cerca del cementerio

Por Francisco Villagrán

villagranmail@gmail.com

Especial para El Litoral

Santa Ana de los Guácaras es una pequeña localidad turística ubicada cerca de la capital, a unos 20 kilómetros. Se ubica más allá del Golf Club Corrientes y del club de rugby Aranduroga. Parece que se quedó en el tiempo, con sus calles de arena y casas de antigua construcción, muchas de ellas de adobe. Al estar allí, rodeado de árboles frutales y de los frondosos mangos, da la sensación de que uno viajó en el tiempo hacia atrás y siente una paz y tranquilidad inigualables. Allí ocurrió un caso espectacular de contacto con un alienígena en 1986, protagonizado por un habitante de la zona, don Rito Melgarejo, quien ya partió de este mundo en agosto del año pasado. 

Pocos kilómetros antes de entrar al pueblo se halla el cementerio Parque del Recuerdo y, lógicamente, como ocurre en la mayoría de los camposantos, hay apariciones de espectros y fantasmas que se resisten a pasar al otro nivel que les corresponde. Como ya dijimos, en los últimos meses del año pasado ocurrieron extraños fenómenos considerados paranormales. En un momento se comentó lo que ocurría a menudo con el colectivo de la línea 11 que hacía el trayecto Capital - Santa Ana y viceversa. Cuando pasaba frente al cementerio, sonaba el timbre como si alguien fuera a bajar, pero no era nadie. Esto ocurrió muchas veces, dejando asombrados al chofer y los pasajeros. 

Y justamente Ricardo Morales, chofer de la línea 11, es uno de los que más experiencias de este tipo tuvo. Contando sus vivencias en una entrevista radial por La Red, refirió que “yo hace más de 20 años que trabajo en la empresa y estos hechos de que suena el timbre como que alguien quiere bajar y no hay nadie, me pasaron unas 15 veces más o menos. Hace unos días me pasó dos veces.

Llevaba unos 20 pasajeros y sonó el timbre, paré y abrí la puerta, pero nadie bajó, yo miré a los pasajeros y pregunté quién tocó el timbre y me respondieron que nadie. Pero el timbre sonó, todos lo escucharon, pero nadie vio quién lo tocó. Como yo tengo el turno tarde, a las 21 pego la vuelta desde Ingenio a Corrientes. 

Una vez me pasó que venía atrasado, alrededor de las 21.40 más o menos, y veo que un pasajero frente al Parque del Recuerdo me levanta la mano para que me detenga. Frené unos metros más adelante y miré, pero no había nadie, ni atrás ni adelante; sea lo que fuera no pudo haberse ido tan rápido. No tiene horario, ocurre esto en cualquier momento, suena el timbre y no es nadie, le ocurrió a algunos de mis colegas, pero no le dan mayor importancia. Esto no lo comento con nadie, solo con mi familia, mi señora me dice que no tenga miedo, que rece y lleve un rosario, que quizás sea un alma que necesita ayuda. Y creo que así es. Yo no tengo miedo, lo tomo casi con naturalidad”. 

Preguntado sobre qué opina sobre este tema, señaló: “La verdad es que esto me da que pensar, pero no tengo miedo, siempre me pasa cuando paso frente o cerca del Parque del Recuerdo. Me acuerdo que cuando encontré a este hombre que levantó la mano, venía solo en el colectivo, porque ya era la última vuelta. Como estaba medio oscuro allí, no vi bien, pero era un señor de traje, pensé que podía ser algún empleado de la funeraria que se había quedado a pie porque se le quedó el auto, pero cuando me detuve no había nadie. No tuve miedo, pero sentí una extraña sensación, luego comenté el caso con mis compañeros, pero no le dieron mayor importancia; no creen mucho en esas cosas.

Con los choferes que hablé me dijeron que a algunos les había ocurrido lo mismo. Una vez me sucedió que al pasar frente al parque tocaron timbre, pero no paré, y unos 100 metros más adelante volvieron a tocar timbre en forma insistente. Paré y abrí la puerta, pero no había nadie ni bajó nadie. Misterio”.

Espeluznante 

“A mí me comenzó a pasar esto hace unos tres años -explicó-, cuando comencé a trabajar en la línea a Santa Ana, antes estaba en la línea urbana. Lo que me sorprendió fue el relato que me hizo un compañero que ahora no está más acá, está en la línea 109. Me contó que hace unos seis años, viniendo de Santa Ana, le levantó la mano una chica con vestido blanco, frente al Parque del Recuerdo. Paró, la chica subió y se sentó en el primer asiento, quedándose quieta, con la cabeza gacha. Unos 100 metros más adelante miró por el espejo y no había nadie. No pudo haber bajado si estaba todo cerrado, aparte venía solo. Yo soy católico y creo en estas cosas, creo que la vida no se termina con la muerte, hay cosas que la gente no se explica pero que ocurren más a menudo de lo que se imaginan”. 

Un testimonio más que contundente de la vida post mortem, con testigos que no tienen por qué inventar estas cosas. Evidentemente los hechos suceden, aunque algunos no les den importancia. Sobre el caso del hombre de traje que levantó la mano para subir al colectivo, es posible que haya sido la energía remanente o fantasma de una persona que haya sido enterrada recientemente con traje. Es costumbre en algunos casos preparar al difunto con sus mejores galas para su viaje final hacia el más allá.

Esta es la posible explicación de por qué un hombre de traje oscuro se presentó ante el chofer. Fue quizás su último paso por este mundo físico antes de emprender viaje a otros niveles espirituales. 

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