Olga Zini de Romero Delfino nació en Goya, Corrientes, y creció en el campo. Hija de inmigrantes italianos por lazo paterno y materno, la palabra estuvo siempre tan cerca de su imaginación que, en cuanto pudo, la hizo relato y sin darse cuenta comenzó a escribir, conjugando su actividad como docente, con este buen hábito que hasta hoy la acompaña y circunda el camino recorrido, con su calidez de ángel guardián.
En el año 2012 participó de una antología junto con otros autores, desgranando en los “Relatos correntinos”, cuentos, sucedidos y recuerdos bajo el título de “Rogar… Obrar…”, que obtuvo el primer lugar en el Concurso de Cuentos y Poesías “Navidad Correntina Porá Ité” (2011), “Allá en Tapebicuá”, “El buey solo”, premiado con la Tercera Mención en el Concurso Literario “Los creadores de la Universidad del Sol” (2006) y “La sequía”.
Mientras escribía, Olga hacía carrera en el ámbito educativo. Fue maestra rural, directora y docente universitaria. Cursó el profesorado de Biología hasta graduarse; hizo teatro, dirigida por Rolando Camozzi Barrios, y se detuvo cuando encontró al amor de su vida, para comenzar a mirar juntos en la misma dirección. Su matrimonio con Manuel “Manolo” Romero Delfino, médico pediatra, sumó manos y corazones a su decir desde adentro. Nacieron sus dos hijos y con el tiempo llegaron los nietos, que son cuatro.
En este año de luces y sombras, Olga Zini ha editado un libro con su nombre en tapa y que en sus páginas recopila poesías y cuentos cortos. El título es “Mis luces de luciérnagas”, lleva un breve prólogo de su nieta Agustina y se abre a la lectura con los versos de “Rincón de Gómez”. “Sueño contigo / viejo Rincón de Gómez / lejano abrigo”. De ahí en más, el repaso de su vida es un tintineo de vientos que la deja donde ha sido la que quiso siempre. Las hojas del otoño sacuden sus ocres de soles y recuerdos en busca de la primavera. La esperanza es mucho más que un deseo, es la connotación perfecta para definir al vínculo de estrecha consonancia con su vida, sus expectativas, sus logros, los sueños que aún esperan el soplo de la realidad.
La infancia de Olga transcurrió en el campo. La libertad fue desde entonces un árbol con su copa florecida.
Moni Munilla
Escritora
