Más que otras enfermedades, el diagnóstico tardío del cáncer de próstata es en parte consecuencia de "los prejuicios de género" -que en este caso conspiran contra la salud de los varones-, pero también de la falta de consultorios amigables o equipos médicos capacitados para la atención de otras corporalidades, como las pacientes travestis y trans, según especialistas.
A pesar de que es el tipo de cáncer más frecuente en varones con 12 mil casos nuevos al año, sólo tres de cada 10 argentinos mayores de 50 años se hace el chequeo anual para prevenir el cáncer de próstata y el 75% de los que nunca se lo realizaron tampoco están considerando hacerlo, según un relevamiento difundido este miércoles por la Fundación Atención Comunitaria Integral (Aciapo).
"La enorme cantidad de hombres que no controlan su próstata es alarmante, sobre todo porque no es una conducta exclusiva de situación de pandemia sino un compartimiento habitual que está en línea con lo que se ve a diario en la práctica médica", dijo el médico especialista en Uro-Oncología del Instituto Alexander Fleming y del Hospital Universitario Austral Juan Pablo Sade.
Para el médico urólogo del Hospital Santojanni Matías Caradonti, el otro elemento que incide para la postergación de las consultas es "la desinformación" en las y los pacientes, que creen que basta con un análisis bioquímico del Antígeno Prostático Específico (PSA) para prevenir el cáncer y otras enfermedades de la próstata.
Y este error frecuente "también es responsabilidad de los médicos que a veces no informamos bien, porque el clínico lo que tendría que hacer es decirle (al paciente) que vaya al urólogo" y no conformarse con pedirle el análisis de sangre.
Es que "el PSA da un valor bioquímico" para un indicador cuyos valores normales se ubican entre 0 y 4 pero "hay muchos pacientes que tienen cáncer de próstata con menos de 4 y hay otros que no tienen, aunque sus valores sean mayores a 8 ó 9" porque por sí sólo esa variable "no es determinante" y "se debe asociar con la ecografía –que sirve para ver el tamaño de la próstata- para determinar si es necesario un tacto rectal o una biopsia", que "es lo único que tenemos para detectar un cáncer como patológico".
Por otro lado, ratificó que hay un sesgo de género en la falta de controles que está dado por al menos tres cuestiones: "primero la mujer comienza desde muy chica con los controles (ginecológicos) periódicos mientras que el varón tiene que hacérselos a partir de los 45 o 50 años", por lo que resulta más difícil su incorporación a esa edad; en segundo lugar "al varón le da pudor, no le gusta controlarse" porque se supone que "él es fuerte y sano" solamente por ser hombre; y, en tercer lugar persiste, el temor o el tabú del tacto rectal.
"La idiosincrancia masculina determina que 'la que tiene que controlarse es la mujer' y que el varón 'va a estar sano siempre porque él es todopoderoso', y por eso muchos pacientes vienen por primera traídos por sus parejas, que son las que hablan en la consulta y dicen, por ejemplo: 'lo traje porque de noche se levanta al baño muchas veces' o 'lo traje porque no se controla'", dijo.
Por otro lado, el tacto rectal sigue teniendo "una connotación de violación a la intimidad o ultraje" que no tiene para las mujeres, por ejemplo, el papanicolau o una ecografía transvaginal.
"Todavía se hacen chistes con que 'Uy, doctor, me voy a volver a gay' o 'uy, doctor, a ver si me va a gustar' que tiene que ver con el prejuicio de que si te ponen un dedo en la cola vas a ser gay cuando no tiene nada que ver y es solamente un examen físico que dura 10 segundos y no produce ninguna molestia", explicó.
A su turno, Sade coincidió en que "ciertamente no es un control de rutina que el hombre haya incorporado, a pesar de que es vital para detectar a tiempo enfermedades como el cáncer".
No obstante, Caradonti aclara que "eso pasa en la gente más grande", con un quiebre en los 60 años porque "quienes están entrando ahora en edad de hacerse los controles, ya es diferente y vienen por sí solos".