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/Ellitoral.com.ar/ Nacional

Cena reservada

Después de la sentencia a seis años de prisión por corrupción, y de la respuesta pública en la que cargó en durísimos términos contra la Justicia y los medios, y en la que sorprendió con su decisión de no ser “candidata a nada” el próximo año, Cristina Kirchner se trasladó hasta el Gran Buenos Aires para compartir un asado con el kirchnerismo duro y empezar a planificar la contraofensiva política de cara al inicio de la campaña electoral.

La ex presidenta fue hasta Ensenada, los pagos de Mario Secco, un kirchnerista de paladar negro. Allí esperaban desde Máximo Kirchner y Axel Kicillof hasta Eduardo “Wado” de Pedro y Andrés “Cuervo” Larroque -la plana mayor de La Cámpora-; también intendentes como Jorge Ferraresi y Mayra Mendoza, y funcionarios y legisladores nacionales y provinciales como Carlos Castagneto, María Teresa García y Cristina Álvarez Rodríguez.

Es decir, el núcleo duro K que en los últimos meses insistió con un sonoro operativo clamor en torno a la postulación de la Vicepresidenta, que este martes, tras el veredicto del Tribunal Oral Federal 2 por la denominada causa Vialidad, anunció que, por ahora, no estará en ninguna boleta el 2023. “Presa o muerta”, fue el eslogan que utilizó Cristina Kirchner al final de su descargo desde el Senado, de casi una hora.

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