El atraso en los pagos por parte del Estado ya es parte de un folclore que disimula los sobreprecios de quienes participan. Pero hay productos sensibles como la leche, que el gobierno compra para las escuelas, hospitales, comedores y bolsones para los más necesitados, con mayor control.
Desde hace más de un año, las industrias del sector que abastece esas compras públicas padecen demoras de hasta 180 días. Y culpan de sus desdichas a esa dilación en los cobros en medio de la inflación que no cede.
Como ignoran que les deparará este 2022, con cuentas fiscales más ajustadas, muchas han decidido dejar de presentarse a las licitaciones.
No es un tema menor en una Argentina con más del 60% de los niños y adolescentes por debajo de la línea de la pobreza.
Esta decisión tiene impacto hacia atrás en la cadena de producción. Argentina contabiliza 11.326 tambos y 760 industrias en un sector con dos o tres firmas líderes y a la vez muy atomizado con numerosas pymes lácteas.
El PBI lácteo llega a los US$ 6.500 millones. Claro que el 85% se consume internamente y se exporta poco y de bajo valor agregado como la leche en polvo.
Mucho de esto planteó el Centro de la Industria Lechera en los ministerios de Salud y de Desarrollo Social- Sin embargo, las licitaciones de leche en polvo, uno de los alimentos más importantes, base de la nutrición e imprescindible para el desarrollo de los niños y omnipresente en los bolsones que brinda el Estado, se paga demasiado tarde.
Las licitaciones son ordenadas por el Ministerio de Salud con el 80% del volumen y desde el Ministerio de Desarrollo con un 20% de participación.