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Por casualidad, al igual que en 1960, este año el 3 de mayo es martes.

Por aquel entonces, la mañana se vestía con las noticias que circulaban a través de esas páginas hechas con la decisión de representar para Corrientes un órgano informativo pero también, como su fundador lo quiso, una tribuna de libertad.

Juan Romero, visionario y audaz, del mundo de las ideas y el trabajo, el campo, la política y las empresas, dio los pasos necesarios para levantar desde los cimientos del diario La Provincia de Don Víctor Navajas Centeno, una arquitectura que perdura con solidez.

El fundador del diario El Litoral nació en Buenos Aires en 1914. Aún pequeño, se trasladó a la localidad correntina de San Luis del Palmar. En unión con Adela Feris, formaron una familia de seis hijos, José Antonio “Pocho”, Raúl Rolando, Lidia “Chun”, Maribel, Elsa y Carlos Alberto.

A lo largo de su trayectoria, Juan Romero desarrolló numerosas actividades, con envión en lo privado hasta la vida pública como funcionario: fue un emprendedor de visión a largo plazo, desde la ganadería, a la industria frigorífica y la fundación de El Litoral el 3 de mayo de 1960, entre otras acciones de índole ejecutiva.

Era dirigente del Partido Autonomista, fundó el Partido Colorado y encabezó listas legislativas y una gubernativa. Fue senador y presidente del Banco Provincia de Corrientes.

Falleció a los 52 años en un accidente automovilístico sobre la Ruta Nº 5, ocurrido en el anochecer del viernes 1 de julio de 1966.

La primera edición de este diario fue de seis páginas, pero creció y con la incorporación de cuatro cuerpos de rotativas para dar paso a la impresión offset dejaron atrás la impresión en caliente, hasta el 29 de julio de 1978 se publicó con 16 páginas de 53 centímetros de longitud por 35 de ancho cada una.

A partir de ese día se amplió a 20 páginas y mantuvo las mismas medidas hasta el 9 de abril de 1987. En esa edición se redujo la plana al tabloide, con sus medidas de 37 por 27 centímetros, y en forma coincidente con la llegada del Papa Juan Pablo II a Corrientes, también se estrenó la impresión color.

Antes de la incorporación de tecnología al taller gráfico de El Litoral, la impresión en colores se realizaba para la revista Mujer y suplementos dedicados al carnaval, nada menos que en Paraguay. La travesía del diario justificaba la aplicación de fotocromos que no había en esta región y consistía en separar los colores básicos en películas para alcanzar mayores matices.

Imborrable

Con la tinta como antídoto contra el paso del tiempo, el legado del fundador de El Litoral y el valor agregado de quienes aún diseñan sus páginas históricas, se convierte en la sustancia de un producto que no envejece, que se desarrolla, que innova.

Actualmente el diario cuenta con la conducción del director propietario Carlos Alberto Romero Feris, quien sigue el camino de su padre: desde la labor empresarial, con ideas definidas y apertura democrática, esta empresa forma parte de una plataforma de desarrollo privado con matriz diversa y mirada de futuro.

Los hombres y mujeres que recorrieron los pasillos, oficinas y la redacción del decano de la prensa escrita en Corrientes han dejado una herencia forjada en el trabajo cotidiano.

Entre ellos, Gabriel Feris, cuñado de Don Juan Romero, quien llegó al momento de poner junto a él la marcha inaugural de las rotativas de 1960 desde su experiencia en el periódico “La Mañana” que había visto la luz en la década del 40.

Mario “Chaque” Mauriño hizo reir y pensar a los lectores de El Litoral, había tenido un inicio en el diario La Provincia, bajo el seudónimo “Youboy” y el 2 de agosto de 1960, ya en El Litoral, puso de manifiesto su firma definitiva. Publicó aquí sus dibujos hasta 2011.

Una pionera de este diario también fue Inocencia, la tía “Chela”, hermana de Juan Romero y quien se ha convertido en un emblema del diario.

Lucrecia Janeret, en 1965, fue la primera mujer que se incorporó a la tarea informativa de esta empresa.

Y Elena Corvalán la primera jefa de Redacción, en 1996.

En tanto que Sarah Velar de Gauna, desde 1963 colaboró con el diario durante más de 30 años y lleva en su legajo profesional haber sido la creadora del suplemento escolar “Litoralito”.

Carlos Gelmi en 1974 retornó a Corrientes desde una experiencia fructífera en el diario Clarín y pasó a integrar la redacción de El Litoral, que lo tuvo como director periodístico hasta el domingo 17 de junio de 2018.

Un contemporáneo de su paso por este matutino fue José “Pepe” Cazorla Fábrega, quien desde el 1 de octubre de 1969 comenzó a formar parte de la redacción como cronista deportivo. En agosto de 1996 fue promovido a la jefatura de la sección, donde se desempeñó hasta 2015.

Y aunque sin participar de la confección de noticias y las corridas del periodismo, Hugo Carlos Collinet en 2001 se incorporó al diario El Litoral como gerente comercial y publicitario, pero especialmente como responsable de las relaciones institucionales del diario bajo la conducción de Carlos Romero Feris.

Asimismo, la mirada femenina volcada a las letras y a la responsabilidad social empresaria de este diario tuvo la impronta de Elsa Romero Feris, creadora del suplemento dedicado al género que a lo largo de muchos años matizó el día a día noticioso y se transformó en un concepto para la gráfica de la región.

Se trata de una impronta de mujer, como la dejada a lo largo de 28 años por Marta Blanco, periodista en cuya carrera trajinó varias secciones, aunque su característica distintiva fue la de ser cronista parlamentaria.

Toda esa experiencia, hecha en las manos puestas en la obra de informar, tiene el doble valor de enfrentarse en forma permanente con los desafíos que conforman el futuro.

Las respuestas, una y otra vez, están en el legado de Don Juan Romero.

Él comentaba siempre con sus amigos sus proyectos y sus sueños y los sorprendía porque era un hombre de acción. Así, concretaba los proyectos que tenía en agricultura, la ganadería, la industria y el periodismo, porque consideraba fundamental el cambio de ideas para concretar las acciones con el objetivo de mejorar el bienestar de toda la población.

El método se llama trabajo y los resultados permanentemente están a la vista, en un archivo y sometido al juicio de quien hojee este diario. No cualquiera puede decir lo mismo ni cualquiera subsiste a ese escrutinio. Así es que en estos 62 años vale decir que solo el almanaque podría arrojar casualidades.

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