Incendios, sequías, inundaciones, especies en peligro, la mano depredadora del hombre, la civilización que atropella a la naturaleza inexorable e inescrupulosamente. Solo una palabra: devastación.
¿Cómo encontrar un centelleo de esperanza ante esta infausta escena?
Para Alicia Esquivel un nuevo comienzo siempre es posible, la oportunidad de un renacimiento está latente, porque según sus palabras: “La naturaleza siempre sobrevive”. Siempre hay un génesis después del apocalipsis, y de eso se trata está muestra de dibujos.
Durante años Alicia se dedicó, casi como una exploradora (un poco científica, un poco kuñákaraí), a registrar las plantas y los animales que fueron parte de su infancia misionera/correntina, con la firme intención de apresar no solo sus propios recuerdos que se desvanecen con el tiempo, sino también como un acto de salvataje taumatúrgico frente a la naturaleza en vías de extinción.
Y siempre aparece la memoria. Del mismo modo que la naturaleza se “esfuma” devorada por los incendios o asediada por inundaciones, pareciera que nuestros recuerdos están inmersos en el lodo de la desaparición y ponerlo en telas y papeles, con trazos leves o rotundos, con punta de plata, lápiz o carbón, no es otra cosa que una campaña que Esquivel lleva adelante para no perder el misterio de aquella naturaleza correntina, tan amenazante como hipnotizadora.
Por eso Alicia acude al ritual del dibujo, que no es otra cosa que corporizar la evocación, apropiarse de la esencia y en la misma ceremonia respirar desde el animal, capturar el pasado y volver a transitar los impenetrables caminos del misterio: una majestuosa fauna y flora lacerada que despliega en estas obras su silenciosa e imponente presencia.
Naturaleza amenazadora y amenazada, la esperanza persiste en los dibujos de Esquivel. Se ha adueñado del yaguareté y del aguará guazú, de la carqueja, las araras y los montes y sus fuegos y sus flores. Cada una de estas piezas representa un ave fénix que, inevitablemente, renacerá de sus cenizas, porque esto no se termina cuando se apaga el fuego.