Por Francisco Villagrán
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Especial para El Litoral
Sin duda uno de los cementerios más emblemáticos del país es uno de los más grandes y con muchas figuras que reposan allí y fueron en la vida física grandes personalidades. Este gran cementerio porteño contiene en sus más de cinco hectáreas y media unos 4870 sepulcros y tres galerías de nichos, por supuesto con muchas anécdotas de apariciones, fenómenos paranormales y curiosas anécdotas de color que adornan sus centenarias murallas y panteones. Una de las tumbas más visitadas es la de Domingo Faustino Sarmiento. Sus restos están cinco metros debajo de la superficie. En el mausoleo está el busto de Sarmiento y más arriba en la punta de un pequeño obelisco un cóndor que sostiene un ejemplar del libro Facundo, civilización y barbarie. Se lo recuerda también, entre otras cosas, por haber organizado el primer censo nacional de la Argentina en 1869 y haberle dado mucha importancia a la educación en todos sus niveles. Otro expresidente es Julio A. Roca, cuyos restos reposan entre rejas, cadenas y candados. Fue dos veces presidente de los argentinos y está enterrado junto a los restos de su padre, Segundo Roca, quien fue coronel en la lucha por la Independencia. El lugar tiene estatuas de ángeles y antorchas. Otra de las tumbas más visitadas es, sin duda, la de Evita Perón, que siempre tiene muchas visitantes, especialmente mujeres, que le llevan todo tipo de flores, que nunca faltan en su tumba.
La majestuosidad del mausoleo de Luis Federico Leloir, premiado con el Nobel de Química en 1970, contrasta con historias que se cuentan sobre su humildad. La jefa del Departamento Histórico de Visitas guiadas, Susana Gesualdi, cuenta que “el doctor vivía acá cerca, en La Isla, uno de los barrios más coquetos de Buenos Aires, pero se movilizaba en un autito Fiat 600 que todas las mañanas lo tenía que empujar para que arranque. Era muy humilde y de bajo perfil, como todos los grandes de corazón. Se dice también que Leloir inventó la salsa golf en una reunión de médicos que se hizo en Mar del Plata. Le habían acercado mayonesa y ketchup y él, como buen químico, decidió mezclarlos a ver qué salía. Se formó un nuevo gran aderezo que a todos gustó, y cómo estaban en el Golf Club de Mar del Plata, decidieron llamarla salsa golf.
El caso de Felicitas
Entre dos leones de cemento, cientos de pañuelos de papel anudados como candados, recuerdan a Felicitas Guerrero, una dama de la alta sociedad porteña que fue víctima de femicidio en 1846 y cuyo fantasma aseguran que aún hoy se lo ve deambular por las inmediaciones de su tumba. En el cementerio de La Recoleta hay 88 construcciones que fueron declaradas Monumento Histórico Nacional. Los cuidadores pasan diariamente un paño con líquido limpiametales para mantener limpio el lugar donde descansa Raúl Alfonsín, el primer presidente del retorno de la democracia. También vieron pasar muchas veces a Isabel Sarli llevando flores para Armando Bó, como también a muchos fanáticos del escritor Jorge Luis Borges, que buscan conocer la tumba de los padres del escritor. También pasaron por aquí astronautas de la Nasa que iban a visitar la tumba de Angel María Zuloaga, un pionero que logró atravesar en globo la Cordillera de los Andes a 8000 metros de altura y con temperaturas de 33 grados bajo cero, lo cual fue considerado como una verdadera hazaña para esa época. El excampeón del mundo de lucha libre, el armenio Martín Karadagián, también descansa en La Recoleta desde 1991 y a menudo se ven papelitos de agradecimiento en su tumba “por tantas alegrías ofrecidas a los chicos” en su programa Titanes en el ring. El gran Martín aparece en una foto con su atuendo deportivo, depositada sobre su ataúd, en agradecimiento a lo mucho que brindó a los niños de distintas generaciones.
El cantante de los Rolling Stones, Mick Jagger, al igual que el grupo, tiene ciertas preferencias funerarias y aprovecha las giras del conjunto para visitar camposantos con estilo. Pasó tres veces por el cementerio de La Recoleta para contemplar en directo las bóvedas y su gran arquitectura. En su último paseo, el 12 de febrero de 2016, caminó por el cementerio admirando la arquitectura de las tumbas y el arte funerario y las numerosas estatuas realizadas por distinto artistas. El paseo duró menos que una canción, porque dio una vuelta rápida. Lo hizo sin custodia y totalmente informal. “¿No quiere ver más?” le preguntó la guía que lo acompañó, a lo que él contestó: “No, gracias, por ahora es suficiente, otra vez volveré”. Uno de los cementerios más visitados el mundo, también tuvo la visita del actor Robert De Niro, una tarde del 2015, fuera del horario de apertura al público, porque quería conocer el cementerio del que siempre le hablaba su amigo argentino Lito Cruz.
Entre las tantas tumbas y mausoleos que se destacan y llaman la atención está la de Víctor Casterán, que fue el mayor importador de kerosene de la Argentina antes de que vinieran las grandes petroleras. Se dedicaba también a la cría de patos, a los que alimentaba con leche y cereales. Tan pechugones eran que alguien combinó las primeras sílabas del nombre y los llamó Patos Vica. Otra de las tumbas reconocidas es la de Catalina Dogan, que fue esclava y luego liberada. Siguió trabajando en la casa de la familia de Bernabé Saenz Valiente, hasta su muerte.
Como tributo la enterraron junto a la bóveda de esa familia tradicional, aunque del lado de afuera, Su lápida actualmente está partida en cuatro pedazos y en ella se puede leer: “Fue en su humilde clase de sirvienta un modelo de fidelidad y honradez”. Otra de las tantas historias dignas de destacar del tradicional y centenario cementerio de La Recoleta.