Por Eduardo Ledesma
Versión gráfica: Belén Da Costa
En el episodio 30 de Eduardo Ledesma Pregunta hablamos con el consultor y asesor político Andrés Rabossi. Con más de 25 años de experiencia en el diseño, conducción y evaluación de campañas electorales en distintos niveles del sistema político argentino. Es Psicólogo Social, Coach Ontológico, Máster en Comunicación Política y Especialista en Opinión Pública. Dirige Consultora Nordeste y ha participado en más de 140 campañas en todo el país, asesorando a gobernadores, intendentes, legisladores, funcionarios y empresas.
Autor de Votamos como animales (2020), El nuevo liderazgo político en tiempos de desconfianza (2024) y el reciente Manual de campañas electorales provinciales y municipales (2025), es también creador del método META, un enfoque profesional aplicado a la planificación y ejecución de campañas.
En este episodio hablamos sobre las encuestas y la opinión pública, la coyuntura política en Corrientes, los errores más comunes de los candidatos, el impacto de la inteligencia artificial en la estrategia electoral, las fake news, el liderazgo contemporáneo y los riesgos que enfrenta hoy la democracia argentina.
Más allá de todo lo que leí, si vos te tenés que presentar, ¿quién es Andrés Rabossi?
Primero te voy a decir quién no es Andrés Rabossi. No soy gurú, no adivino el futuro, no hago esoterismo, y lo digo con todo respeto. Y si tengo que definir quién soy, soy una persona privilegiada, porque cuando me levanto todos los días no digo “uy, tengo que ir a trabajar”, sino que tengo pasión por lo que hago.
Cuando cierro la jornada, siento que fue un día de muchísimo aprendizaje. No soy opinólogo, no soy analista político, no opino de café. En diez años jamás hice una publicación dando una opinión propia sobre política. Sí puedo dar una opinión sobre River o la música, pero no sobre política. Soy especialista en opinión pública. Me dedico a escuchar lo que dice la gente, interpretarla y aprender todos los días.
Entonces, ¿qué es ser encuestador hoy? ¿Qué te dice la gente? ¿Qué está pensando?
Ser encuestador en estos tiempos es bastante complicado. Lo asimilo mucho al que pronostica el tiempo. Medimos el humor social, lo que piensa la gente hoy. En Corrientes tenemos una ventaja sobre otros consultores: no tenemos una foto, tenemos la película. Hace al menos diez años, seis veces al año hacemos estudios de opinión pública, por eso podemos ver el devenir.
Una encuesta es una foto del momento, pero nosotros podemos ver la evolución. Por eso hablo del método: una encuesta es parte del diagnóstico. Es como un GPS: puedo saber a dónde quiero llegar, pero si no tengo claro el punto de partida, será difícil encontrar el camino.
¿Y qué estás viendo del sistema político?
La gente tiene cierta confusión. Nunca fui político, pero por mi exposición me rotulan así. Una encuesta que hicimos muestra que el 96% de las personas, cuando llega a una reunión donde se habla de política, se va hacia otro grupo. Solo 4 de cada 100 se quedan a debatir. Pero si la charla es sobre la luz, los impuestos o los salarios, sí se quedan. Eso también es política. Los estudios muestran hartazgo. La gente está harta de la política partidaria y de los políticos. Lo que más molesta es ver discusiones en televisión sobre temas que no están en la agenda de la gente. Hay una distancia total entre la agenda política y la agenda ciudadana.
¿Y qué dicen las encuestas sobre eso?
Sin embargo, decís que defendés la política.
Sí, porque no conozco otra forma de alcanzar soluciones a los problemas que no sea a través de la política. Soy crítico, pero porque quiero una mejor política, una nueva política. Hoy conviven la vieja y la nueva política. Hay quienes plantean otros modos, formas e ideas.
Incluso vos mencionas la elección de la Provincia de Buenos Aires, donde muchos encuestadores fallaron. Vos fuiste blanco de críticas por tus pronósticos en Corrientes. ¿Cómo te llevás con eso?
A esta altura no me preocupa. No tengo necesidad de exposición. Yo decía que la elección se iba a definir en primera vuelta, y así fue. Hice cinco encuestas en el año y en todas las tendencias eran claras: un candidato con más de 45 puntos y 25 o 30 puntos de diferencia. Eso es irreversible. No tengo intencionalidad política, no hago operaciones de prensa.
El problema es que aparecieron las encuestas militantes, y eso genera desconfianza. Hay colegas que trabajan desde Buenos Aires que te miran por arriba, pero yo salgo a hacer encuestas, hablo con la gente. Y eso te da comprensión, te da contexto, algo que el número solo no explica.
Y la elección de Corrientes, ¿qué mostró sobre los liderazgos locales?
Fue una elección muy territorial, igual que la de Buenos Aires. Se revalorizó el liderazgo de base, el liderazgo territorial. Yo siempre planteo que las sociedades cambian, los electores cambian, la política debe cambiar. Pero lo que sigue teniendo vigencia es la cercanía. La cercanía es la llave tanto para el premio como para el castigo. Si no vas nunca, no esperes que te acompañen cuando lo necesites.
También se habló de “campaña sucia”. ¿Dónde está la frontera entre una campaña negativa y una campaña sucia?
Una campaña negativa puede ser legítima si se basa en hechos ciertos: antecedentes, promesas incumplidas, cosas que existieron. Pero lo que vimos ahora en Corrientes fue inédito: ataques personales, amenazas, cuestiones privadas.
El anonimato de las redes amplifica eso. No creo que regularlo sea la solución, porque cuando se regula, se hace por intereses. Pero sí debería haber un freno en cada equipo de campaña.
Antes había códigos, había caballerosidad, los candidatos se saludaban, había debate. Eso se perdió. Y quien más recurre a campañas sucias demuestra debilidad.
Para cerrar, ¿qué características debe tener hoy el líder político que estamos buscando?
El año pasado medí cuáles eran los atributos del candidato ideal. No existe el candidato perfecto, pero sí hay rasgos que la gente busca.
Hace diez años querían un superhéroe. Hoy prefieren una persona vulnerable, que muestre humanidad. La autenticidad es un valor central. Ya no importa tanto la oratoria ni el carisma. La gente quiere que le hables como un vecino. La vecindad, la paridad, la cercanía son esenciales.