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Espíritus en el edificio del colegio San José

Moglia Ediciones
Del libro “Aparecidos, tesoros 
y leyendas”

Sabado, 22 de febrero de 2025 a las 16:51

Tema delicado éste como no hay otro en nuestra ciudad antigua, moderna y actual, pero qué se le va a hacer, cuando hay espíritus que claman porque se los recuerde de alguna manera tengo la obligación de recordarlos, para que no me visiten en la vecindad. 
Lo primero es un deber antes de seguir con el relato, es situar el terreno en el cual hoy se alza la institución educativa. 
Qué había allí antes de ser destinado a la educación católica en la ciudad, para quienes la habitaron fue un lugar de paz y mansedumbre o escenario de ímpetos, torturas y humillaciones, dolor y muerte. 
Entre tanta gente de luchas y felonías en la historia correntina oculta aparecen los fantasmas contándome sus secretos, me dirán que no escuche a los buchones, alcahuetes, les digo que no lo son, fungen de simples denunciantes, que fueron objeto de todo tipo de vejaciones en vida, lo narran después de muertos, no les queda otra, vivos no tuvieron oportunidad.
Algunos pasan el portal, aburridos de tanto reclamo caído en sacos rotos, otros se obstinan y permanecen, le pegan algún susto al desprevenido transeúnte o docente de la escuela religiosa.
Yo me preguntaba por qué sentía tanto dolor al posar mis manos en sus paredes actuales en relación a los otros destinos que tuvo el inmueble, hasta que encontré el motivo, no es nada halagador.
La jefatura de Policía allá en tiempos de las luchas por la Constitución, 1824 (desparece la Institución del Cabildo) en adelante hasta muy entrado el siglo XIX se encontraba ubicada en la calle 25 de Mayo, exactamente donde hoy se encuentra el Colegio al que aludimos, casona de corredor interno, edificación sólida con habitaciones para los policías y la sección de celdas enrejadas, en ellas padecían desdichados tratos infinidad de seres humanos, mucha sangre se derramó en el suelo, los más terminaban muriendo en el proceso que el Jefe de Policía tenía a su cargo, un escueto informe justificaba la defunción, intentó huir y fue ultimado, o se suicidó no soportando el peso de su conciencia, algunos con menor suerte eran retirados por algún capitoste, metidos como esclavos de la gleba en una canoa con destino a la Isla de Mesa a cortar leña, todos los infelices sabían que habiendo sido torturados, derramando fluidos en el terreno, no volverían a ver la luz del sol, la mencionada Isla más bien era un cementerio pagano, si tenían suerte, porque la mayoría de las veces sus cuerpos eran arrojados a las profundidades del Paraná con ligaduras de cadenas atadas a las piedras, tajeados para que los peces se den un festín, los huesos no flotan.
Ese es el origen del terreno donde posteriormente se instalará un Hotel de la época, el Paix o Paz, otros lo reconocen como Hotel Alemán, su estructura era más moderna, el único inconveniente es que los constructores aprovecharon como era habitual los materiales de la antigua Jefatura de Policía, contaminada con gritos, sufrimientos y vejaciones.
Los pasajeros del Hotel muchas veces se quejaron al dueño de escuchar gemidos, llantos, gritos de dolor, pedidos de auxilios, otros veían en sus habitaciones espectros 
arrastrando grillos y cadenas, nada reconfortante. Los demás en las galerías veían fantasmas que se introducían en las paredes, poco a poco el negocio fue perdiendo clientes y cerró, la causal, el espanto. 
Allí se instaló la Escuela Taller del Perpetuo Socorro, previo a la realización de exorcismos, misas, procesiones y demás ritos con el fin de calmar a los espíritus, navegantes del tiempo pasado, demás está decir que los sacerdotes de la época, imbuidos de creencias antiguas, apelaron a curanderas “buenas” con el fin que los ayudasen a pasar a los navegantes a otros mares, dejando el lago de la ciudad antigua de Vera en paz, algunos subieron al buque, otros se amotinaron haciendo huir a más de un exorcista y curandera, que pies en polvorosa salieron con la velocidad de un huracán.
Con tantas dificultades algunos creían que los clérigos y monjas abandonarían el sitio, no, nunca jamás, era demasiado grande la limosna para dejar de aceptarla, haciendo oídos sordos y apretando los dientes continuaron hasta ahora, al que escucha o ve algo, silencio perpetuo. 
Si lo sabrán las pobres alumnas que en un tiempo vivían enclaustradas, cuando de pronto ante ellas se presentaba un ser lastimoso cargado de cadenas sollozando y pidiendo piedad, dotadas de primarios elementos de protección contra los espíritus, arrojaban agua bendita, leían frases de la biblia católica y a tratar de dormir, algunas comunicaban a sus padres la situación, castigo de un lado y del otro, nunca romper el pacto de silencio jurado.
Una monja muy bonita después del Concilio Vaticano Segundo, iniciado por Juan el Bueno y culminado por Paulo VI que determinó que las monjas no eran esposas de Dios o Jesucristo, nunca lo supe, pasaron a ser servidoras del Señor, colgó los hábitos como lo hicieron miles de servidoras del Señor. 
Era muy amiga mía, mis lances caballerescos fueron rechazados con la argumentación clara y precisa, a mí me stan lo mismo que a ti, las mujeres, diciendo esto desapareció de Corrientes con otra amiga que era la esposa de un abogado cuyo nombre no recuerdo.
Es por ello querido amigo que si escuchas sonidos extraños o ves figuras raras en el lugar, no te asustes, según tus creencias ayúdales en su consuelo, reza si crees en dioses, empatía si eres ateo, piensa en la cantidad de inocentes que padecieron en ese lugar, agregando a los culpables. 
Son espíritus que navegan en aguas borrascosas, energías físicas, químicas con algo de misterio y magia.
Queda perfectamente entendido que no es el único lugar donde aparecen espíritus, son muchos. 

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