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María Rosa Maldonado o “las marismas de la luz”

Nació en Barcelona en 1944. En 1949 se radicó con sus padres en Buenos Aires, Argentina. Es profesora de Filosofía, Ciencias de la Educación y Psicología. Coordina talleres de escritura y dicta seminarios y conferencias sobre literatura y filosofía. Ha colaborado y colabora en diarios y revistas con poemas y notas bibliográficas. Publicó “Poemas” (Edición de la autora, 1977), “Hasta que despertar es imposible” (Editorial Ultimo Reino, 1989) poemario con el cual obtuvo en 1988 el Primer Premio de Poesía del Diario La Nación, “El esplendor ajeno de las cosas” (Editorial Ultimo Reino, 1992)  “el zumbido de dios” (Editorial Tse Tse, colección bikebik, 2002) poemario al que se le otorgó el Segundo Premio Municipal del bienio 2002-2003, “atzavara” (Editorial Kriller71ediciones, 2012), “acúfenos” (Editorial Zindo&Gafuri, 2017) “el libro de las hormigas” (Editorial Leviatán 2020), “acúfenos” (kriller71ediciones 2022 – versión ampliada y bilingüe catalán- castellano) y la cantata del agua  (Editorial Leviatán 2024)

Sabado, 23 de agosto de 2025 a las 16:45

El asaltante nos trae voces vivas de la poesía argentina. Cada poeta nos acerca, además de poemas, su visión de la poesía.

 

Poética
El motivo de mi hacer poético ha sido siempre el poema. Ese es el punto de partida, una mínima certeza personal. Pienso el contenido como un valor agregado, una obra de alfarería que, al comenzar, no sé si será jarrón o urna funeraria. El valor, de tenerlo, reside en la autonomía del trabajo terminado: su resplandor inherente. Creo que intento, sin demasiada conciencia de ello, conseguir un cierto alejamiento de los temas autorreferenciales. Poner ese contenido inevitable que acompaña la gestación de la obra, en otro lugar. Apartarme a mí misma, como yo consciente y agonístico (que ama, que goza, que sufre, que muere), de la relación con la materia cruda que, de un modo u otro, acechamos para la construcción del texto. Hablo de la direccionalidad hacia un pre-lenguaje, un antes de su configuración de sentido. Esa es la materia cruda que el deseo arranca del fondo substancioso al que todo lo leído, percibido, asimilado, metabolizado, ha ido a parar. Concebida, yo misma, como un solo corpus. En ese sentido, queda claro que sigo hablando de mí, pero es un mí expandido. Henchido de mundo, aunque nunca saciado.
En mis últimos poemarios ciertos términos “científicos” se integraron al lenguaje del poema porque ya estaban incorporados a mi propio pensamiento. No por erudita sino por diletante (de dilettare, deleitarse), me deleita indagar. Podría definirme como agnóstica, no en el sentido radical de la negación de la existencia de, sino en el de la imposibilidad de llegar a la dilucidación de la verdad. No creo en paradigmas. No creo en verdades definitivas. Pero me atrae el conocimiento como un modo otro de poesía (poiesis) Este “hacer” es lo que le da existencia al mundo. Nuestro mundo. Y ese mundo, creado por el pensamiento (las palabras que manifiestan ese pensamiento, ese pensamiento concebido por las palabras) me resulta, aunque dudoso, fascinante. Seguramente nada de “la cosa en sí” alcanzamos en esta aventura, pero un extremófilo viene a decirme que la vida no es lo que hemos creído que era: no necesita aire ni una temperatura media; puede prevalecer en la boca de un volcán o sumergida en ácido sulfúrico. ¿Cómo puede ser la vida, otros modos de vida, fuera (y dentro) de nuestro planeta azul?: Del todo impensable. La tierra no es plana, pero alguna vez lo fue. Y tal vez ni siquiera sea, en el sentido perceptivo que nos permite actuar y nos limita. Todo nuestro conocimiento probablemente sea solo y tan solo operativo para la especie, al igual que la razón: instrumento de dominio. Somos seres predadores y necesitamos manejar ese algo infinitamente desconocido que nos rodea. ¿Soy un ser de razón?, claro, pero en todo caso de una razón apasionada. Giordano Bruno lo fue. Einstein lo fue. Marie Curie lo fue. Sin pasión la razón no se mueve. No hay distancia entre poesía y razón porque en realidad toda separación y clasificación es académica: soy todo lo que hay en mí, lo cual significa: los restos de las estrellas muertas, el parentesco con la primera célula eucariota y, expansivamente, todo lo que habita el misterio del ser. Desde ahí va viniendo el poema.
María Rosa Maldonado


Muestrario mínimo

la tierra no pasa dos veces por el mismo lugar del universo
la tierra no pasa dos veces por el mismo lugar del universo
no se ordenan los átomos
dos veces de la misma manera ni en un tiempo infinito
el melanoma crece a ritmo propio
rodea tu pezón crea un sol negro dentro de tu coroides
y no hay un homólogo ay de ti que la apoptosis salve de la muerte
no sonará el teléfono en un mundo gemelo
no hay gemelo ni acaso continuidad exacta de lo mismo
pero aquí se origina el alumbramiento de las aguas
las marismas de la luz
el escaso tungsteno
los cedros azulados
y la sagrada higuera

el asedio de dubrovnik
el viento bora pasa y el adriático se convierte en caldero
peligroso para los navegantes
desde el cielo azul nitrógeno
las bombas bajan sobre la ciudad vieja
por la misma razón que la manzana de newton
la gravedad es una fuerza débil
dicen más de mil veces
menor que aquella que sostiene unidos a los átomos
pero aun así
caen sin pausa las bombas
dentro de las murallas
en el arboretum de trsteno
entre sulfúricas manchas de energía
el alcanforero
expande su vastedad narcótica
su vapor
que seda a los enfermos
y envenena a los pájaros

en cuanto a la cosa en si
en cuanto a la cosa en si
la hormiga la transporta
sin susto
asida con la boca
camina ligera ligera sobre la ciénaga del ser
entre la nada y otra vez la nada
a recoger muestras del dios
y hacer con ellas su comida
desconoce su propia oscuridad
pero habla en lenguas
de mayor antigüedad que el arameo
no necesita llegar a la luna: forma parte de ella
su corazón —largo tubo dorsal por donde fluye la hemolinfa—
es más sabio que el tractatus de Wittgenstein

girar una piedra puede cambiar el mundo
los pájaros ven el futuro saben
cuándo llegará el huracán
y no hacen su nido en la tormenta
guiados por lo invisible se elevan en el aire
y dejan que la tierra gire debajo de sus breves corazones
las plantas
ven el futuro
cuidan el sueño de todo lo viviente
Parecen calladas pero cantan
cantan con sus cabezas giradas hacia el norte
hacia la constelación de casiopea
donde nace la delicada hierba de algodón los líquenes y el musgo
miran lo que engorda debajo de la página del viento:
la materia oscura el vientre de la materia oscura
sosteniendo el frágil equilibrio
la razón de que algo apareciera en el tembladeral de la existencia

artemia franciscana
hecha de agua y de cenizas
enamorada de la luz
siempre de espaldas a su propia sombra
la artemia franciscana duerme en cuna de sal
desde el triásico
cuando aún no había flores sino bosques de niebla
epífitas helechos coníferas gigantes
y la tierra era un sólo continente
ninfa con dos ojos compuestos y
un tercero naupliar
para entrar en el reino para observar el resplandor del reino
su cara no ha cambiado ni su forma
de producir corrientes de agua con sus delicados filopodios
infiltrada de levedad
toda ella cristal de roja o verde transparencia

Poemas del libro acúfenos Editorial Kriller71Ediciones  Barcelona 2022  versión bilingüe catalán-castellano


 

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