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Murió Miguel Ángel Russo

Luego de varios días internado en su domicilio, a raíz de una dura enfermedad, el entrenador de Boca falleció este miércoles.

Por El Litoral

Miércoles, 08 de octubre de 2025 a las 19:28

Las imágenes, aquellas de comienzos de 2018, fueron conmovedoras. La solidaridad que le llegaba de todas partes, los mensajes de apoyo en su lucha para recuperarse y para combatir un maldito cáncer de próstataMiguel Ángel Russo terminaba de llevar al Millonarios de Colombia a un par de títulos nacionales y en una ronda de prensa, al reincorporarse a las tareas, sus únicas palabras fueron de agradecimiento: “Todos mis jugadores, el cuerpo técnico, los dirigentes... Todos sabían lo que pasaba y me respetaron muchísimo. El silencio es bueno. El grupo oncológico de la clínica me dio amor. Y esto se cura con amor”. Recordó aquellos mensajes de todo el ambiente futbolístico, de la Argentina y el mundo entero, y hasta de un Joan Manuel Serrat quien le transmitió su solidaridad. Pero esa dura y larga batalla, finalmente, no pudo ser y se apagó este miércoles por la tarde, rodeado del amor de su familia y en su casa, como él lo decidió.

Miguel ganó esa primera batalla, volvió a dirigir y a principios de 2020 dio un nuevo batacazo, consagratorio: en su regreso a Boca -convocado por Juan Román Riquelme- produjo el “rush” final que le dio el título de la Superliga en un final cabeza a cabeza con River. Y al toque se quedó con la Copa Maradona tras vencer por penales a Banfield en una final jugada en el medio de la pandemia. También, antes de perder su lugar por una racha de 10 partidos sin triunfos, encaminó al Xeneize a la conquista de la Copa Argentina que finalmente alzó con Sebastián Battaglia en el banco. Y no se quedó ahí este sabio -y gladiador- del fútbol. En 2023, ganó la Copa de la Liga Profesional con su querido Rosario Central. Parecía que esa sería su última aventura como DT, otra vez con achaques de salud por culpa de ese cáncer tan maldito como insistente. Pero no. Este 2025 no le pudo decir que no a Boca para conducir un tercer ciclo luego de una buena campaña con un austero San Lorenzo de AlmagroSu cuerpo ya estaba cansado. Pero el fútbol siempre estuvo por delante de todo.

Russo, un destacado volante central de fines de los 70 y principios de los 80, y luego uno de los principales técnicos del fútbol argentino, había nacido el 9 de abril de 1956 en Lanús. Pero toda su trayectoria futbolística, que comenzó en 1975 y concluyó catorce años después, se dio en Estudiantes de La Plata, simbolizando también aquella “mística” heredada de los años 60, cuando Osvaldo Zubeldía y los suyos llegaron hasta la Copa Intercontinental.


 

Russo, un eficiente volante de contención, vivió todos los altibajos de los Pinchas. La llegada de Bilardo como DT a principios de los 80 hizo revalidar antiguos laureles, alcanzando el Metropolitano en 1982 y el Nacional del año siguiente. Si bien podía representar la “escuela de Zubeldía”, con su sistema defensivo y de la cual Bilardo era el heredero directo, aquel Estudiantes tenía un planteo audaz: Russo jugaba en la contención pero el mediocampo se complementaba con tres “10” creativos como Alejandro Sabella, el Bocha José Daniel Ponce y Marcelo Trobbiani. Fueron, también, las temporadas de un Russo más experimentado y solvente, lo que le abrió las puertas de la Selección hasta las Eliminatorias del Mundial 86.

En aquella “grieta” entre bilardistas y menottistas, si bien tenía su pertenencia a Estudiantes, Russo también fue muy respetuoso con las conquistas y estilos de Menotti. Y bebió de ambas fuentes a la hora de tener que dirigir. “El bilardismo era una idea de fútbol que tuvo un pico en el Mundial 86 y tenía que ver con el orden, la disciplina, el trabajo y los jugadores. Igual, en esa polémica se hablaba mucho y se decía poco”.

Una seguidilla de lesiones en la rodilla le obligó a dejar el fútbol con 31 años y a proyectar su futuro como DT. Entrevistado por El Gráfico recordó: “Me fui a Europa para experimentar. Estuve con Arrigo Sacchi y se portó bárbaro. Después con el Napoli de Diego, que tuvo unos gestos increíbles conmigo. Y en Madrid, donde Valdano me abrió las puertas del Real. Fui almacenando cosas, pensando que en algún momento todo me iba a servir. Me gustaba hablar de táctica con los entrenadores”.

Y desde 1989 con Lanús, al que dirigió 200 partidos y con el que logró dos ascensos, inició un ciclo que lo convertiría en uno de los entrenadores más importantes del país, al punto que varias veces estuvo entre los candidatos a dirigir la Selección. En nuestro país también dirigió a Estudiantes, Rosario Central, Colón, Los Andes, Vélez, San Lorenzo, Boca y Racing, mientras que hizo algunas experiencias en el exterior: Universidad de Chile en 1996 (escaló hasta las semifinales de la Copa Libertadores y perdió con polémica ante el River de Enzo Francescoli), Morelia en México, un breve paso por Salamanca español a fines de los 90 y Millonarios.

El título de la Libertadores con Boca en 2007 resalta en ese plano, pero también consagró a Lanús, Estudiantes y Central en el Nacional B y a Vélez en el Clausura 2005. Este fue su primer título en la categoría superior del fútbol argentino y se complementó al llevar al equipo hasta las semifinales de la Copa Sudamericana, además de cuartos en la Libertadores, teniendo entre sus puntales a Lucas Castromán, Jonás Gutiérrez, Mauro Zárate y Leandro Gracián. También le abrió las puertas para suceder a Ricardo Lavolpe en la conducción de Boca, pero la salida disgustó a los hinchas de Vélez.

En una entrevista en Clarín, con Enrique Gastañaga y después del suceso con Millonarios, Russo reflexionaba: “Los egos empezaron a hacerle daño al fútbol cuando apareció con más fuerza la TV y aumentó el dinero en juego. Desde los 90 te diría. Se te meten en la vida íntima, en el vestuario, en todo. Es la sociedad que tenemos. El tema es ver cómo te adaptás, como no perdés la esencia, cómo no dejás de ver que esto es un juego. Es primordial el juego. Nacemos y morimos con la pelota. Si nos olvidamos de jugar, perdemos todo”.

Sobre sus métodos de conducción, sostenía: “El poder no es castigar, es saber ganarse el respeto. Yo abrazo al que está en el piso”. Y confiaba: “Todavía me vienen a buscar para dirigir... no me pongo a pensar hasta cuando voy a dirigir. Estoy más claro, más profundo. Evito las tonterías y sigo adelante”.

Su último baile fue en Boca. Un club que, más allá de su amor por Estudiantes, Lanús y Rosario Central, todos clubes donde fue ídolo, le quitaba el sueño. Llegó para ser piloto de tormenta luego de la partida de Fernando Gago y el último interinato de Mariano Herrón. Debutó en el Mundial de Clubes y pareció transmitir su sabiduría para obrar un último milagro. Pero el Xeneize, en medio de internas y tironeos, con su mimado Juan Román Riquelme ahora como jefe, lo hizo renegar. A tal punto que su equipo pasó once partidos sin triunfos y se convirtió en el protagonista de un récord que nadie quiere tener. Ojo, con su paciencia, y ya con el paso cansado, logró encarrilar la situación. "Son momentos, son decisiones". Él siempre lo supo. Hasta el final.

México 1986, la ilusión que no se pudo dar

Bajo la conducción de Bilardo, Estudiantes concretó excelentes campañas: campeón metropolitano en el 82 y nacional, al año siguiente. Russo era un jugador clave allí y entonces Bilardo, al asumir como DT de la Selección, heredando a Menotti, contaba con él. Fue casi infaltable en ese primer ciclo de la Selección, entre 1983 y las Eliminatorias para el Mundial 86 (jugó 17 partidos entre amistosos y oficiales, marcó un gol contra Venezuela).

Sin embargo, a la hora de la convocatoria para el Mundial, quedó afuera. “Me llamó Bilardo y me dijo: ‘me vas a entender cuando seas entrenador. Fue un día difícil, era el cumpleaños de mi mujer, tenía 50 personas en casa...Nunca lo juzgué, creo que fue una decisión correcta”.

La Libertadores 2007 y los otros títulos de Russo

Como DT, Russo logró sus primeros títulos con Lanús y Estudiantes de La Plata (1992 y 1995 respectivamente), en el Nacional B y ascendiendo. En 2005 se proclamó campeón del Clausura con Vélez y en 2013, otra vez en el Nacional B, llevó al título -y al ascenso- a Rosario Central. Ya en Colombia, dirigió al Millonarios en el 2017 obteniendo el Torneo Finalización y la Superliga.

Pero la máxima conquista de Russo como DT fue la Copa Libertadores con Boca en el 2007, coincidiendo con un inspirado momento de Riquelme. Boca eliminó a Vélez en octavos, Libertad de Paraguay en cuartos y Cúcuta de Colombia en semifinales. Y en la definición venció al Gremio 3-0 en la Bombonera y 2-0 en Porto Alegre. Milan (4-2 en Japón) frenó la consagración en la Intercontinental. Retornó a Boca a fines de 2019 y lo condujo al título de la Superliga meses después y a la vuelta olímpica en la Copa Maradona en 2020. Su última gran alegría fue con Rosario Central, con la conquista de la Copa de la Liga Profesional en 2023.

 

Con información de Clarín

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