n El título de esta nota no es mío, Marcelo Fernández lo dijo, uno de los hombres también comprometidos con la cultura de Corrientes, invitado a relatar la acción que en éste área desarrolló el gobernador durante su gestión. Improvisó una síntesis con la misma ductilidad, pasión y entusiasmo que puso en su larga actuación pública a partir, precisamente, de la convocatoria que le efectuara Adolfo Navajas Artaza.
“La política provincial, -dice Marcelo Daniel Fernández- para no hablar sino de lo propio (aunque tenga vigencia nacional) ha demostrado a través de su historia que no es imprescindible que sus dirigentes dispongan de cierta sensibilidad cultural en sus formaciones personales y en sus actos. Esta condición trasciende la mera inteligencia natural y la facilidad con la cual la mayoría de ellos se expresan públicamente con la intención de conquistar voluntades a sus causas o adhesiones a sus personas. Ambas observaciones conllevan, sin embargo, la comprobación de una carencia no por repetida menos cuestionable para la comunidad en la que tales políticos desarrollan su accionar, habida cuenta del valor que representa para un representante del pueblo disponer de una elemental formación que exceda los restringidos límites del habitual título profesional, en el mejor de los casos.
También la historia de la política provincial (y nacional) ha demostrado, y lo sigue haciendo, aunque en mucho menor medida, que afortunadamente todavía existen políticos que no sólo desarrollan sus inclinaciones naturales hacia el mejoramiento del bienestar público con absoluto desinterés del provecho personal que le pueda reportar, sino también con la convicción de cumplir un beneficio que trasciende lo puramente social y material, lo cual es fundamental. Son los políticos que consideran indispensable aplicar a sus propósitos la impronta cultural, o medianamente sensible como para otorgar a los actos humanos y a los bienes materiales una condición superior aunque no siempre expuesta, la que rescata la belleza implícita en la naturaleza, un edificio escolar, un museo, un puente o un camino.
A Don Adolfo lo ubico en esta categoría de político -señala Marcelo Fernández- , aun cuando haya surgido a la actividad pública como un exitoso empresario. No obstante ostentar el mérito de haber cimentado tal éxito acompañando a su padre en la sacrificada y pionera plantación de yerbales en la provincia, no pudo desentenderse del llamado, (en su fuero íntimo), de los problemas humanos y sociales de su propia tierra, en primer lugar, y de su provincia para siempre. La militancia heredada de su padre no fue caprichosa ni obnubilada por el prestigio de los precursores de la democracia progresista nacional que entonces lo rodeaban: constituyó seguramente su identificación con las ideas renovadoras de aquellos políticos de principios insobornables, cultos y honestos hasta el extremo de sus vidas. Y ha mantenido en alto esa bandera hasta el presente, sin que los vientos que arreciaron permanentemente a sus costados pudieran haberla doblegado.
En estas pocas líneas que me asignara el amable autor de esta justiciera biografía sería obvio hablar sino sólo de lo que me corresponde, por haber participado del gobierno progresista de Adolfo Navajas Artaza como Director de Cultura y Turismo de la Municipalidad de Corrientes, (Casualmente ingresé al cargo en esos años, con el cual me jubilé veinte años después, tiempo suficiente para establecer comparaciones...) y haberme desempeñado como periodista profesional desde 1969 hasta 1977 y como crítico de arte independiente hasta la actualidad.
Apelo entonces a mi memoria para dejar testimonio del adelanto experimentado por dicha etapa de la cultura en nuestra provincia, sin dejar de reconocer la participación que les cupo en ella a quienes colaboraron eficazmente con Don Adolfo en este no siempre atendido aspecto gubernamental, a los que tuve el privilegio de acompañar: la Licenciada Elizabeth Sigel de Semper, el Teniente Coronel Néstor Lucas Braillard Poccard, el Dr. Armando Torres y el Profesor Edgar Romero Maciel.
Aparte del apoyo que normalmente recibieron los artistas (propios y foráneos) en aquella época, bastaría resumir la acción del gobierno de Don Adolfo en unos pocos hechos que establecieron hitos en la vida cultural de nuestra provincia y la región.
Un hecho sin precedentes - En primer lugar, en 1971 llamó a concurso nacional, por antecedentes y oposición, para cubrir el cargo de Director de Cultura de la Provincia, un hecho sin precedentes en el país, por otra parte nunca repetido. Un jurado del máximo nivel nacional nominó al compositor Edgar Romero Maciel como ganador del mismo e inmediatamente fue designado.
A través de dicho nombramiento la Subsecretaría de Educación y Cultura (a cargo de la Lic. Sigel de Semper) reglamentó y puso en funciones al Consejo Provincial de Coordinación Cultural, mediante el cual todas las comunas fueron representadas en una entidad de promoción e intercambio zonal y solidario entre ellas. Fue la primera provincia que aplicó esta recomendación del entonces Consejo Federal de Desarrollo Cultural, iniciativa que lamentablemente quedó sin efecto en la provincia al dejar la gobernación Don Adolfo en enero de 1972.
En segundo lugar, en mayo de 1972 fueron inauguradas las obras de remodelación de la casona donde habitara el gobernador Juan Ramón Vidal, que fuera oportunamente donada bajo testamento por su viuda para que en ella se creara un museo que llevara el nombre del destacado político correntino. Dicha remodelación se realizó en pocos meses por la decisión de Don Adolfo, para cuyo efecto designó una comisión honoraria encargada de los estudios previos y el diseño de los arreglos a realizar. Merced a la citada remodelación, y la consecuente instalación en la citada casona restaurada de la pinacoteca provincial (que se encontraba desde 1928 en el antiguo Museo Colonial, Histórico y de Bellas Artes), Corrientes dispuso del Museo de Bellas Artes de mayor importancia y patrimonio del nordeste argentino, no igualado hasta la fecha. No menos importante constituyó, en 1971, la puesta en marcha de la Comedia Correntina, primera y única en el nordeste argentino, la que tuvo la virtud de concentrar, por concurso, a los artistas teatrales de mayor prestigio en el medio (los cuales fueron rentados) y cuya vigencia, luego de una efímera pero brillante trayectoria, concluyó con el alejamiento de Don Adolfo y su equipo del gobierno.
Don Hermino Gimenez - Uno de los acontecimientos culturales más trascendentes que produjo el Gobierno de Don Adolfo constituyó la invitación que le formulara al eminente compositor y director de orquesta paraguayo don Herminio Jiménez, para que organizara la Orquesta Folklórica de la Provincia (cuyos intentos anteriores carecieron del apoyo indispensable para sostenerse en el tiempo). Entonces estaba el eximio músico exiliado en Brasil. Dicho artista, con experiencia y prestigio internacional, no solo cumplió cabalmente su cometido sino que conformó una de las agrupaciones de difusión de la música regional de mayor jerarquía en el nordeste argentino y el país con proyección fuera de sus límites, la cual mantiene su vigencia hasta el presente.
Canto popular - A este hecho deben agregarse otros de carácter municipal, con indudable gravitación en el interior correntino: la puesta en marcha del Certamen Interbarrios del Folklore, nacido en 1972 y del que participaron miles de valores durante su permanencia de veinte años (considerada una de las convocatorias nativistas de mayor envergadura del país); la creación, en el mismo año, de la Escuela de Danzas Clásicas, todavía vigente y la ejecución de un programa de desarrollo teatral, con verdadero y altruista contenido social (paradójicamente anulado por el populismo posterior), inédito entonces en la región, tanto en los vecindarios de menores recursos como en domicilios y escuelas de la ciudad.
Los citados son algunos aspectos sobresalientes de la sensibilidad demostrada por Don Adolfo Navajas Artaza en el plano cultural durante su breve pero fructífera gobernación de 44 meses. De tal comunión de ideales se nutrió una relación con él que se mantuvo inalterable, en cuyo transcurso he tenido muchas ocasiones de seguir valorando su afición por la actividad, aparte de todas aquellas acciones comunitarias que desarrolló, con ejemplar humildad, en beneficio de Corrientes.
Todo lo cual me hace retomar el hilo de mis reflexiones iniciales sobre la infrecuencia de la afición o preparación cultural de los políticos en líneas generales, a partir del ejemplo esclarecedor de una de sus más destacadas y distinguidas excepciones.
Abandonó la Casa de Gobierno don Adolfo en andas de su pueblo. Desde entonces considero que su prestigio personal nunca fue cuestionado, es más y fue aleccionador para toda la clase dirigente correntina. Gesto propio de quien representa a una estirpe moral todavía, y pese a todo, vigente en la Argentina.”
Maquela Rivero señaló “Para mí fue un gran honor trabajar a su lado. “Las Medallas de Oro” fue otra demostración auténtica de su pasión por Corrientes y sus expresiones culturales. Quería don Adolfo manifestar el reconocimiento de su gobierno a destacadas personalidades y lo hizo entre otros, otorgando la distinción a Mario Mauriño “Chaque”, Pocho Ros, Edgar Romero Maciel.
“Don Toco me demostró en su gestión como obran los hombres de bien. Nunca usó un auto oficial, siempre se movió en los de su propiedad. La vez que organizaba una fiesta en su Residencia oficial se hacía cargo de todos los gastos. Pero lo que más me sorprendió fue cuando decidió que la Camerata Bariloche, a poco de andar, debía estar en Corrientes. Y me dijo: “los gustos de excelencia” lo deben pagar quienes lo disfrutan. Me dijo, “contrate la Camerata”. Hice las averiguaciones y como me pareció muy elevado los costos, con prudencia se los trasladé en una reunión, que me dejó más sorprendida aún. Me dijo: “Hágalo y aquí tiene un cheque por todo los gastos”. Lo confeccionó delante mío y era de su chequera particular.” Le dije, gobernador esto será de muy difícil recupero y me contestó”, “no sea pesimista.”