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Del Partido Federal al Partido Autonomista

Los nuevos dueños de la situación quisieron el control exclusivo de la política correntina. Desplazaron a los funcionarios liberales y establecieron un gobierno puramente federal. Fue en esa circunstancia de común adversidad cuando las dos corrientes se acercaron y se reunificaron. Desde 1874, estas agrupaciones habían adoptado respectivamente nuevas denominaciones. Los "fusionistas" se llamaban "liberales", mientras que los conservadores mitristas eran "nacionalistas", como en todo el país. Ambos grupos llegaron a la conclusión de que el gobernador José Luis Madariaga reproducía la misma situación política vigente durante el gobierno -también federal- de Evaristo López. 
    Si el liberalismo unido había derrocado a aquel gobierno, era menester volverlo a unir para derribar ahora a Madariaga. Y así, el 26 de agosto de 1877, ambas facciones convocaron a una asamblea que reunificó el Partido Liberal, y estableció los principios fundamentales que lo rigen hasta la actualidad. Se pueden sintetizar de la siguiente manera: 1) el sistema republicano y federal como forma de gobierno; 2) el sufragio libre como sistema electoral; y 3) la autonomía provincial como principio de un federalismo doctrinario.
Partido Autonomista -    El panorama político provincial quedaba polarizado en dos partidos: el liberal y el federal. Se produjo entonces un hecho muy significativo: este último cambió de nombre, adoptando la denominación "Partido Autonomista", que conserva hasta la actualidad. Autonomistas y liberales se aprestaban para los nuevos comicios a celebrarse en diciembre de 1877. Se aproximaba para Corrientes una de las crisis políticas más graves de toda su historia. Los autonomistas proclamaron la fórmula Manuel Derqui-Wenceslao Fernández; los liberales, por su parte, al binomio Felipe J. Cabral-Juan Esteban Martínez. 
    El oficialismo declaró vencedores a sus candidatos e inmediatamente Madariaga entregó el poder a Manuel Derqui. Pero el Partido Liberal, que se autoproclamó verdadero vencedor, no reconoció a las nuevas autoridades, jurando también sus candidatos ante sus respectivos electores. Se llegó así a la existencia de dos gobiernos paralelos. Lógicamente, uno de los dos debía imponer su voluntad al otro, y los continuos enfrentamientos dieron lugar a una insurrección. Los liberales pidieron al presidente Avellaneda la intervención de la provincia. Pero el primer mandatario trató de solucionar el conflicto por medio de la "conciliación", que tan malos resultados había arrojado en Corrientes. Envió como mediadores a dos de sus ministros: Victorino de la Plaza (Autonomista) y José María Gutiérrez (Mitrista).
    Reconocido Derqui como mandatario provincial, procedió a incorporar liberales al gobierno, pero ya era tarde. En febrero de 1878 estalló una revolución militar en Goya. El movimiento estaba por tomar la capital cuando el presidente Avellaneda dispuso que tropas nacionales actuaran como mediadoras. Se designó comandante al coronel Hilario Lagos, quien no tardó en mostrar claras simpatías por Manuel Derqui. Avellaneda, aconsejado por Bernardo de Irigoyen (autonomista), prefirió no innovar, manteniendo a Manuel Derqui como gobernador y a Lagos como árbitro. Pero esta actitud provocó una crisis en el gabinete nacional. Renunciaron los ministros mitristas Rufino Elizalde y José María Gutiérrez. Bernardo de Irigoyen pareció ser el gran triunfador pero, molesto por unas declaraciones del presidente, renunció también.
    Nicolás Avellaneda decretó entonces la intervención, designando para ello a Victorino de la Plaza, su ministro de Hacienda, quien, por ser autonomista, siguió mostrando preferencia por Derqui. Cuando se dio por finalizada la intervención, Manuel Derqui volvió a hacerse cargo del Poder Ejecutivo Provincial, pero una nueva y rápida insurrección militar auspiciada por los liberales, lo derrocó y debió refugiarse en el Paraguay.
    Los liberales, nuevamente en el gobierno, no pudieron evitar la resistencia autonomista. Sobrevino entonces un vacío de poder; en el corto lapso de un mes hubo ocho gobernadores. Derrotados los últimos focos autonomistas, los liberales consolidaron su poder y el Colegio Electoral nombró gobernador titular al doctor Felipe J. Cabral. Como consecuencia de estos acontecimientos, la provincia quedó exhausta y con todo su sistema administrativo desarticulado. En el orden nacional, la sucesión de Avellaneda daba lugar a un nuevo conflicto entre el mitrismo y el Interior. Después de una revolución, el grupo nacional encabezado por el general Julio Argentino Roca triunfaba sobre el general Mitre. Como consecuencia de ello, la ciudad de Buenos Aires por fin fue federalizada.
    El prestigio alcanzado lo condujo a la presidencia de la Nación como candidato por el Partido Autonomista Nacional. Roca inauguró entonces un régimen que habría de durar muchos años. Uno de cuyos pilares era la alianza de los partidos adictos del Interior y el control de las "situaciones" provinciales. El gobernador liberal de Corrientes Felipe J. Cabral trató de desentenderse del proceso político nacional, tal vez porque sabía que su curso no era favorable para él ni para su partido.
    Pero el nuevo gobierno nacional decidió acabar con todos los poderes locales que no le eran afectos. Envió al Litoral al Ejército Nacional e intervino la provincia de Corrientes. Derrocado Felipe J, Cabral, el interventor Miguel Goyena constituyó una nueva Legislatura integrada exclusivamente por diputados autonomistas. La gobernación recayó en la persona de Rafael Gallino. Se cerraba así el primer ciclo liberal en Corrientes. Desde entonces y hasta 1893 el poder fue del Partido Autonomista, la ex agrupación federal.
    Toda una generación de dirigentes liberales había transitado por la política correntina, manteniendo durante esos años su indiscutible supremacía. A lo largo de diez gobiernos, desde 1851, participaron figuras de relieve como Juan, Gregorio y José Pampín, Raymundo Fernández Reguera, Manuel Ignacio Lagraña, Manuel y Felipe Cabral, Filemón Díaz de Vivar, Santiago Baibiene, Basilio Acuña, Lisandro Segovia y Manuel Florencio Mantilla, entre otros.
    Desde un principio, todos ellos establecieron un proyecto para Corrientes que abarcaba los planos político, económico y social. Sin embargo, los resultados del mismo fueron parciales. La modernización fue posible en algunos aspectos de desarrollo agrícola. En tierras fiscales se fundaron nuevas poblaciones, otorgándose a los sectores interesados en la explotación de yerba, tabaco y algodón tierras a bajo precio, además de exenciones fiscales. De este plan, la producción más favorecida resultó ser la de la yerba mate, que hacia 1880 ya mostraba claros signos de expansión. Hubo también cierto mejoramiento en las comunicaciones pero la provincia avanzaba a un ritmo menor al pensado por la generación liberal y al determinado por sus potencialidades físicas y humanas.
Predominio del Partido Autonomista - Durante la década de 1880, el Partido Liberal volvió a sufrir fracturas. Hacia 1886, un importante sector adhirió al gobierno autonomista de Juan Ramón Vidal y terminó incorporándose al partido oficial. El oficialismo y el liberalismo disidente constituyeron el Partido Nacional, versión provincial del "unicato" de Miguel Juárez Celman. Los liberales no renunciaron a volver al gobierno, pero estaban muy débiles para enfrentar a un autonomismo apoyado por el gobierno nacional. Todos sus movimientos revolucionarios fueron irremediablemente aplastados, o impugnados por intervenciones federales. En 1892, se produce un desacuerdo entre el liberalismo disidente, aliado del gobierno provincial, y el autonomismo liderado por Vidal, Juan Esteban Martínez liberal disidente procura aportar serenidad. Antonio Ruiz pretendía ser el candidato a gobernador para los siguientes comicios provinciales. 
    Vidal, sin embargo, consideraba que el autonomismo debía seguir conservando el primer término. El episodio alertó a los liberales desplazados, que esperaban el momento oportuno para lanzarse a la revolución y reconquistar el poder. Algunos apresurados se sublevaron, pero fueron fácilmente reprimidos por el gobierno. La crisis, de todos modos, no tardó en estallar.
    Mitre, desde Buenos Aires, procuró una reconciliación entre autonomistas y liberales correntinos. Recibió en su casa a Juan Eusebio Torrent (liberal), Miguel Morel (liberal), Juan Esteban Martínez (liberal) y Juan Ramón Vidal (autonomista). El intento de Mitre pareció tener éxito. Los dirigentes de ambos partidos contemporizaron y estaban a punto de llegar a un acuerdo, pero en Corrientes la revolución liberal ya estaba en marcha. 
    Los rebeldes estaban provistos con armas modernas de óptima calidad, provistas por los radicales de Santa Fe, quienes desde un principio dieron su apoyo a la insurrección liberal.
    Bartolomé Mitre siempre abrazo, admiró y ponderó a los liberales correntinos. En sus últimos años recorría el centro de la ciudad a pie, y resultaba inconfundible por el permanente uso de su chambergo -que cubría la herida en la frente de 1853- y las manos casi constantemente dentro de los bolsillos rectos. Falleció el 19 de enero de 1906; como consecuencia de una colitis que lo puso en cama y reagravada con la resistencia de su organismo a asimilar los alimentos. Nunca se recuperó de la infección traída de la Guerra con el Paraguay. Una multitud acompañó sus restos hasta el Cementerio de la Recoleta, donde descansan sus restos hasta hoy. Fue uno de los personajes más homenajeados en vida. 

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