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Planificación financiera para mujeres: un camino hacia la autonomía y el bienestar

En Argentina, la tasa de actividad de las mujeres ha permanecido en valores superiores al 50% desde mediados del año 2021. En el primer trimestre de 2023, alcanzó un récord histórico del 52,2%, según datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). La brecha de actividad entre géneros aumentó ligeramente, pasando de 18,4 a 18,7 puntos porcentuales respecto al mismo trimestre del año anterior. Además, la tasa de desocupación de las mujeres fue del 7,8%, 0,5 puntos porcentuales por debajo del primer trimestre de 2022. A pesar de estos avances, persisten desafíos relacionados con la recuperación de los salarios reales y la brecha de género en la informalidad laboral.
En las últimas décadas se intensificaron las políticas públicas destinadas al achicamiento de la brecha financiera entre el hombre y la mujer.
El aumento de las actividades y la activa participación de las mujeres en los ámbitos profesionales, empresariales y laborales en general va impulsando la imperiosa necesidad de capacitación, conocimientos financieros y planificación patrimonial.
La educación financiera es crucial para las mujeres por varias razones que impactan tanto su vida personal como profesional. Aquí algunos de los aspectos más importantes:

Independencia financiera:
Autonomía: Permite a las mujeres tomar decisiones financieras informadas y no depender de terceros para su bienestar económico.
Empoderamiento: Brinda confianza para manejar y crecer sus finanzas de manera autónoma.

Preparación para la jubilación:
Longevidad: Las mujeres suelen vivir más que los hombres, por lo que necesitan ahorrar más para una jubilación prolongada.
Planificación a largo plazo: Conocer y utilizar las herramientas adecuadas para asegurar una jubilación cómoda y sin preocupaciones.
La informalidad en el trabajo de la mujer, sumado a la falta de reconocimiento respecto de la infinidad de tareas que realiza como trabajo no remunerado, ha dado como resultado que 9 de cada 10 mujeres que cumplen 60 años, no pudieran alcanzar los 30 años de aportes para poder acceder a una jubilación mínima que ofrece el estado.
Es recurrente, incluso, al analizar las historias laborales de muchas mujeres, ver que trabajan entre los 18 a 25 años con aportes y luego se produce un vacío entre los 25 y 40 años, para terminar, en el mejor de los casos, en los últimos años, haciendo algún aporte mínimo para poder jubilarse.

Desigualdad salarial:
Manejo de la brecha salarial: Ayuda a mitigar el impacto de la desigualdad salarial a través de estrategias de ahorro, inversión y planificación fiscal.
Aumento de ingresos: Conocimiento de oportunidades de inversión y negocios que pueden complementar o superar el ingreso laboral.

Manejo del cuidado familiar:
Costos de cuidado: Entender cómo planificar y presupuestar para el cuidado de niños y familiares mayores. Existen políticas del estado que ayudan a solventar personas capacitadas para el cuidado de los adultos mayores de la familia, responsabilidades que generalmente recaen sobre la mujer. Delegar, tanto el cuidado de los mayores como de los niños, es crucial para recuperar lo más valioso que es el tiempo, que, puesto en estudios, capacitaciones, y trabajo se traduce en la mejor inversión a largo plazo.
Balance trabajo-familia: Estrategias para equilibrar las responsabilidades laborales y familiares sin comprometer la estabilidad financiera.
El conocimiento de los derechos es fundamental para empezar a planificar, por ejemplo, son fundamentales los acuerdos económicos antes del matrimonio, puede ser también durante el matrimonio, pero que los cónyuges se pongan de acuerdo sobre como manejaran la economía familiar y las posibles inversiones en relación a sus ingresos, no solo facilita y mejora la salud de la economía familiar, sino además genera mayor tranquilidad a la hora de tomar decisiones vinculadas a estos temas.

Protección contra situaciones adversas:
Seguros y emergencia: Conocimiento sobre la importancia de tener seguros adecuados y fondos de emergencia.
Preparación para el imprevisto: Planificación para eventos inesperados como enfermedades, divorcios o fallecimientos.

Inversión y crecimiento del patrimonio:
Diversificación: Entender la importancia de diversificar inversiones para minimizar riesgos.
Rentabilidad: Aprender sobre productos financieros que ofrecen mejores rendimientos a largo plazo.

Educación de las siguientes generaciones:
Modelos a seguir: promover la educación financiera en la familia, crear un ahorro, fondo o seguro para los hijos.
Herencia de conocimientos: Transmitir conocimientos financieros a las próximas generaciones para asegurar su bienestar económico.

Reducción de la pobreza y desigualdad:
Empoderamiento económico: La educación financiera puede ser una herramienta poderosa para reducir la pobreza y la desigualdad de género.
Acceso a oportunidades: Permite a las mujeres acceder a oportunidades de crédito y negocios que de otro modo podrían estar fuera de su alcance.

Participación en decisiones económicas:
Influencia en el hogar: Aumenta la participación de las mujeres en las decisiones económicas familiares.
Impacto social y comunitario: Mujeres financieramente educadas pueden contribuir más efectivamente al desarrollo económico de sus comunidades.

Seguridad financiera a largo plazo:
Planificación patrimonial: Conocimientos para asegurar que sus activos y bienes sean manejados de acuerdo a sus deseos y necesidades.
Legado: Preparar y planificar un legado que refleje sus valores y deseos para las futuras generaciones.
En conclusión, la educación financiera es esencial para las mujeres, ya que no solo proporciona conocimientos para tomar decisiones informadas, sino que también impulsa una introspección sobre cómo queremos construir nuestro futuro. Al comprender mejor nuestras finanzas, nos capacitamos para diseñar estrategias que aseguren una jubilación digna, protejan a nuestras familias y maximicen nuestras oportunidades de crecimiento personal y profesional. La educación financiera nos invita a imaginar y planificar una vida donde nuestras aspiraciones y valores se reflejen en nuestras decisiones económicas, promoviendo una autonomía que trasciende generaciones y fortalece nuestras comunidades.

*La autora es abogada egresada de la UNNE; especialista en derecho previsional, planificación patrimonial y sucesoria. Directora de Zarza y Asociados

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