Durante décadas se le ha criticado a EEUU su permanente indiferencia ante los asuntos latinoamericanos. Siempre el foco de su política exterior estaba enfocado en otras regiones del mundo, por diferentes razones. Algunas veces los conflictos bélicos fueron la prioridad, en otras instancias las crisis económicas y en todos los casos la geopolítica fue una orientadora indiscutible.
Eso parece estar cambiando y una prueba latente es que este pacto de entendimiento se esté concretando. Como no podía ser de otra manera, los mismos que antes se quejaban por no estar en el radar, ya empezaron a preocuparse por el repentino interés. En definitiva, a esos personajes nada los conforma. Ser ignorados les molesta y estar en centro de la escena, también. En realidad, lo que les fascina es la queja y no les importa resolver absolutamente ningún dilema.
Es saludable hacer un recorrido por las diversas aristas que invitan a un prudente optimismo. Lo que traerá consigo este convenio de dos naciones es digno de ser destacado, pero también debe ser analizado en profundidad para comprender su potencial alcance y no quedar enredado en los viejos paradigmas del pasado.
"Es esencial no caer en la trampa discursiva que proponen los retrógrados, esos que creen que cerrar las fronteras y vivir aislado es una posible fórmula de éxito en una coyuntura como la actual tan global como inmensamente integrada horizontal y verticalmente."
Un acuerdo de libre comercio, que es el objetivo final, se alinea perfectamente con la visión de disminuir las trabas al comercio, lo cual es muy consistente con la filosofía de promover mercados más abiertos, multiplicando la cooperación y la competencia internacional.
La reducción de las posiciones arancelarias favorece la liberación del intercambio entre países, lo que optimiza la eficiencia, logrando disminuir los precios finales para los consumidores y amplificando la disponibilidad de una mayor cantidad de bienes lo que incluye una calidad superior.
Cuando las regulaciones retroceden se facilita el comercio exterior reforzando la libertad económica individual, permitiendo que tanto los ciudadanos como las empresas seleccionen con mayor libertad qué productos o servicios importar, exportar, producir o consumir.
El acuerdo bilateral con EE.UU. debe entenderse como una oportunidad inigualable para que Argentina atraiga más inversiones, tecnología de punta y capital externo genuino, promoviendo un entorno de crecimiento sustentable basado fundamentalmente en la iniciativa privada, ampliando las chances hacia límites inimaginables.
La eliminación o la mera reducción de barreras no arancelarias como los casos de las regulaciones, de los estándares exagerados o el sistema de cupos y cuotas debe interpretarse como una medida para modernizar, desburocratizar y disminuir la injerencia del Estado en el comercio internacional.
"Soñar con prosperidad sin estar dispuesto a evolucionar, a competir sin ventajas artificiales ni falsas muletas es el gran desafío. Eso requiere una mentalidad abierta, preparada para lo que viene, menos temerosa y más convencida de que si se desea recuperar posiciones de trascendencia en este planeta hay que ser mejores y para eso hay que trabajar con todos."
Quizás para algunos no sea relevante, pero es vital asumir que este tipo de acercamientos internacionales refuerza la noción de que la cooperación voluntaria entre naciones es tremendamente más eficaz que la fantasía del proteccionismo, ese concepto que tanto ha postergado el crecimiento de muchas sociedades a expensas de “cuidar” a los sectores improductivos que sin legislaciones retorcidas no podrían conquistar ningún mercado. Ese modelo de intervención estatal solo trae consigo pobreza y distorsiones que luego se instalan eternamente sin beneficios para la sociedad.
Es inaudito que no se logre asimilar que el acceso a mercados externos más grandes estimula la especialización productiva argentina, lo cual encaja adecuadamente con la idea de alcanzar una producción más eficiente y maximizar el bienestar general.
Claro que habrá que dialogar mucho para evitar que ciertas corporaciones a ambos lados de este esquema apelen a una intervención estatal desmedida o la coexistencia con subsidios cruzados o proteccionismo indirecto, ya que cualquiera de estas variantes distorsiona el libre comercio que se busca impulsar.
De lo que se sabe del acuerdo hasta ahora se puede afirmar que establece un marco general de reglas claras y recíprocas para el comercio e inversión, lo cual se ajusta al principio de seguridad jurídica que debe primar inexorablemente para estimular la iniciativa privada dinamizando la confianza de empresarios y de todos los actores claves.
"Esta alianza incipiente con EE.UU. puede constituirse en un camino hacia modalidades basadas en una apertura comercial integral, con baja carga impositiva y menor protagonismo del Estado en la economía, que es el horizonte que irremediablemente pondrá a Argentina en el sendero del despegue y del desarrollo tan anhelado."
Es esencial no caer en la trampa discursiva que proponen los retrógrados, esos que creen que cerrar las fronteras y vivir aislado es una posible fórmula de éxito en una coyuntura como la actual tan global como inmensamente integrada horizontal y verticalmente.
Soñar con prosperidad sin estar dispuesto a evolucionar, a competir sin ventajas artificiales ni falsas muletas es el gran desafío. Eso requiere una mentalidad abierta, preparada para lo que viene, menos temerosa y más convencida de que si se desea recuperar posiciones de trascendencia en este planeta hay que ser mejores y para eso hay que trabajar con todos.
Esta alianza incipiente con EE.UU. puede constituirse en un camino hacia modalidades basadas en una apertura comercial integral, con baja carga impositiva y menor protagonismo del Estado en la economía, que es el horizonte que irremediablemente pondrá a Argentina en el sendero del despegue y del desarrollo tan anhelado.