La victoria en octubre, del anarco libertario Javier Milei, es un logro más que significativo, no sólo porque le permite cierta tranquilidad, política y también financiera, sino también porque logra imponer el sello a una amplia coalición de derecha, básicamente antiperonista que atraviesa transversalmente la sociedad. A la vez consigue, si bien por poco margen, un triunfo decisivo en la provincia más poblada y económicamente mas poderosa del país y gobernada por un Peronista. El apoyo de EEUU y su gobierno Republicano está claro, o no tanto, lo convierte en el principal aliado del gigante norteño, una especie de cabeza de playa del imperio.
Frente a Milei un Peronismo al que le cuesta unificarse, en apariencia bastante unidos para las elecciones, merced a candidatos digitados (entendido como técnica de usar los dedos), horrenda forma para la determinación de candidatos, no funciona y ya desde hace tiempo. No le funcionó ni siquiera a Perón, y bueno de ahí para abajo todo es cuestionable. El Peronismo da oportunidades a quienes no podrían obtenerla por afuera, son esos que entran y salen. Los ejemplos sobran, desde candidatos a Presidentes hasta concejales. En algunos distritos se simulan elecciones internas, para luego disponer hasta de los candidatos electos en el proceso.
Quienes, por manejar, tal vez una parte muy importante de las simpatías peronistas, tienen la posibilidad de conducirnos, de pronto miden la realidad por sus propias circunstancias y desde una posición porteño/centrista, en el sentido del AMBA. Sin embargo, medir así el estado del Peronismo es una lectura parcial. Si bien la provincia de BS As es mayoritariamente Peronista, no refleja el sentir del país en su conjunto. A nivel nacional, el Movimiento y ni hablar del Partido, carecen de un norte claro y de propuestas de conjunto. Pareciera una confederación de partidos provinciales neo conservadores, en la mayoría de los casos manejados por caudillos provinciales, en otros casos por imposiciones del centralismo y también varios en un estado deliberativo/confrontativo que solo favorece al enemigo político.
De representar en el pasado a las clases trabajadoras y a las minorías discriminadas, hoy es visto como una fuerza dominada por élites políticas con ínfulas de superioridad intelectual que, aunque incluye en su relato a los trabajadores, a las minorías y hasta los desclasados, la verdad es que tiene poca conexión con la vida cotidiana de la gente común. El espacio de cercanía emocional con el votante ha sido ocupado, al menos por ahora, por el Mileismo. Si bien se mantiene el discurso popular, ese mensaje no alcanza, no llega, no penetra o no es creíble. No es casual (y no va a ser gratis) que Milei ganara la presidencia hace 2 años, que revalidara en las intermedias cuando todo hacía prever lo contrario, incluyendo provincias como Bs As que ni él mismo creía.
Está consolidando su poder con las otrora “ratas del congreso”, se “chupó” al PRO, a los radicales con peluca y negocia activamente con “jefes peronistas” provinciales. Billetera mata galán y también las convicciones.
Que la situación económica no está bien es una realidad, jubilados, trabajadores, universitarios, sanitaristas, monotributistas etc etc, y todo indicaría que puede empeorar, mientras tanto la aparente estabilidad sigue colonizando pensamientos. Si se espera el derrumbe para construir, podemos esperar muchos años. Está por verse entonces si el Peronismo es capaz de reconectarse con el argentino medio. Para hacerlo, deberá adaptar su mensaje y actitudes entre otras cosas a posiciones menos autoritarias. El gran desafío será convertir la energía que nace de un pensamiento y una pasión popular, soberana y revolucionaria en una acción de conjunto para, sin complacencia y con un proyecto nacional claro que no existe hoy, hablarle nuevamente al pueblo argentino.
Las elecciones de este año dejaron al descubierto tanto el potencial como los límites del Peronismo: un partido con energía en la base, triunfos en algunas ciudades y Provincias, pero todavía sin una conducción nacional que lo cohesione ni un mensaje que hable al país real. ¿Cómo evidenciamos esto que señalamos?, no es tan difícil, pero es tema delicado que puede herir susceptibilidades, pero que debe ser analizado porque hace a la supervivencia. Muchísimos candidatos e iniciativas peronistas tuvieron buenos resultados localmente, sin embargo, no hubo una voz o figura nacional capaz de unificar su mensaje.
La prominencia de CK, por impresionante que sea, finalmente no hace más que resaltar ese vacío. Hoy es, sin duda, la figura política más notoria del país, pero no podrá transformar su liderazgo en capacidad electoral con posibilidades presidenciales y el inconsciente colectivo lo sabe. La conducción es ejercicio y acción, pero si esa acción no es libre en sentido absoluto, sin límite de las pasiones y de las condiciones en el ejercicio, está claramente limitada. El compromiso y el sacrificio por una causa común son el ideal épico y trascendente, no el logro de una sola persona.
En año y medio tendremos que tener candidato/a en las calles, recorriendo provincia por provincia, pueblo por pueblo, hablándole a la gente, interpretando necesidades y generando respuestas. Esas elecciones mostrarán si la dirigencia Peronista aprendió algo de este ciclo, que ya lleva 10 años, o si —como hasta ahora— seguirán viendo el partido desde la tribuna.