Cuando uno habla de Mar del Plata, hace referencia a sus playas. al teatro y un movimiento turístico que recibe a millones de visitantes anuales. Pero hay otro lado de La Feliz que no siempre aparece en las primeras conversaciones, y es su gastronomía. Esta ciudad costera, fundada en 1874 por Patricio Peralta Ramos, construyó a lo largo del tiempo una identidad culinaria muy fuerte que la ha caracterizado a lo largo de la costa argentina.
El puerto inaugurado en 1924 marcó un punto de quiebre. Hacia la década del 50, Mar del Plata se convirtió en el principal puerto pesquero de Argentina, con un gran volumen de toneladas transportadas. Este crecimiento atrajo a obreros italianos que se instalaron en la zona portuaria, abrieron sus restaurantes y empezaron a cocinar con lo que el mar les daba cada día.
El secreto está en el agua
Algo que pocos saben es que el agua de Mar del Plata juega un papel protagonista en su cocina. Proveniente de napas subterráneas, se mineraliza naturalmente sin necesidad de tratamientos complejos para volverse potable. Esa característica particular le da un "gustito especial" a las medialunas, las pizzas, las empanadas y las cervezas artesanales que se producen en la ciudad.
Los panaderos locales lo saben desde siempre: la masa no sabe igual si se hace con agua de otro lado. Por suerte, quien quiera comprobarlo puede conseguir pasajes a Mar del Plata y hacer un tour por las panaderías de la ciudad.
Pescados y mariscos sin intermediarios
El principal puerto pesquero del país garantiza frescura y los restaurantes de la zona portuaria tienen garantizado recibir el producto del mar en cuestión de pocas horas. Rabas, mejillones a la provenzal, langostinos a la plancha, paellas al estilo valenciano, cazuelas de mariscos y pescados como merluza, abadejo, pez limón o chernia aparecen en las cartas con una constancia que no es casualidad.
Sin embargo, es cierto que durante décadas, la cocina marplatense pareció darle la espalda al mar, con parrillas y bodegones dominando el paisaje gastronómico. Los lechones a las brasas, los sorrentinos de jamón y queso, los churros y las medialunas fueron durante años los verdaderos símbolos culinarios de la ciudad.
Más allá de los clásicos
En los últimos años, la oferta se diversificó. Asian Ghetto irrumpió como la primera propuesta de cocina fusión oriental de la ciudad, con dumplings, baos y curry que rompieron con el molde tradicional. Proyecto Pescado, con dos ubicaciones (Las Cuevas y Faro Norte), apuesta por la pesca artesanal diaria, con menús que varían según la temporada.
Chauvin, un centro cultural que incluye cafetería, restaurante y rooftop, ofrece propuestas eclécticas donde la chernia atlántica y costera se prepara de formas innovadoras. Y para quienes buscan algo distinto después de la playa, Bai Bai Café es esa parada relajada donde se puede ir luego de un largo día en el mar.
El cordón frutihortícola suma identidad
Los pescados y mariscos frescos se complementan con verduras, hortalizas y frutas cultivadas en el cordón frutihortícola que rodea la ciudad. La tierra de este lugar presenta un alto contenido de materia orgánica que brinda las condiciones ideales para los cultivos que terminan en las cocinas de los restaurantes marplatenses.