El autor de “Volver en guitarras”, noble difusor de la música de su tierra correntina a la que adoptó como propia una vez llegado desde Alto Verde, una isla frente al puerto de Santa Fe donde vivió su niñez, es quien hace notar la queja. No obstante, su rostro se ilumina al recordar que estuvo en la Fiesta Nacional del Chamamé la noche del cierre y que antes, en el Teatro Vera, “Los Alonsitos” le rindieron un homenaje inolvidable dentro de su espectáculo que fue a sala llena.
El 18 de abril cumplirá años y ya anuncia el festejo en Empedrado, con la inauguración de un mural que en su honor será tallado con la técnica del esgrafiado. Rosita es la “apuntadora” de los detalles que escapan a la memoria del músico, ante tantas fechas que le renuevan la alegría de estar junto al público, máxima gratificación para el artista.
“Estuve en Yapeyú el 13, como número central de la fiesta que en el anfiteatro se hizo buscando nuevas voces para el Festival de Federal (Entre Ríos). Llegaron desde Santo Tomé, Alvear, La Cruz, Paso de los Libres, Virasoro, Mercedes y hasta de Posadas, Misiones, cuando se enteraron de mi presencia”, cuenta con entusiasmo.
Junto a don Roberto, actuaron Luis Marcos en bandoneón, Jorge Frette en acordeón, Julio Centurión en guitarra, Jorge Bernárdez y Lito Ruiz Díaz en bajo. “Volver en guitarras” fue el tema más pedido y coreado por la gente”, destaca con emoción.
Desde las paredes de la sala, la historia refleja su paso. Están los óleos que Galarza pintó para sus siempre admirados Isaco, Montiel, Cocomarola, el Gringo Sheridan, Rubén Miño y Mario Millán Medina, entre otros. Y está también el distintivo que el Honorable Senado de la Nación asignó a Roberto Galarza por su “valioso aporte a nuestra cultura” y así lo certifica el diploma de honor que lleva la firma del vice presidente Scioli y el senador Fabián Ríos.
Su espíritu andante no le hace mella a la adversidad y recurre al buen augurio de futuras actuaciones, como la ya pactada para la Fiesta del Chamamé en Mburucuyá y el homenaje que en Alvear harán a don Isaco Abitbol, digno hijo del lugar.
“Bienvenido chamigo”, casi reclama el cartel de la sencilla casa que acaba de ser refaccionada en parte, para que el músico se maneje con total libertad por las habitaciones. Valga la invitación para estrechar la mano del músico y escuchar cómo se vive de los buenos recuerdos.