“Un brasileño condenado a muerte se encuentra con el verdugo. Este le pregunta: ¿Cuál es su último deseo? Quiero nacionalizarme argentino, le responde el convicto. Extrañado el ejecutor interroga por qué: Es que así muere otro argentino”.
De este estilo es la secuencia de chistes recogidos por Pablo Tadeu en uno de sus últimos opúsculos, de 84 páginas, titulado “Las mejores piadas (chistes, en portugués) de argentinos”. La tapa del libro abunda en elementos llamativos con los dibujos de Pelé y Maradona, además de autocalificar su colección como la “más sensacional, divertida e increíble”.
Como es obvio, Tadeu explota debidamente en la primera página una rivalidad de la que renegará después: “Dedico este libro a Pelé. ¿O vos creíste que iba a ser para Maradona?”
De ahí en adelante sólo tiene algunos pocos aciertos. Cuenta que Menem en los últimos días de su mandato y desesperado por recuperar popularidad decide declarar la guerra a China y manda un mail a Beijing: “Señores ríndanse. Tenemos 12 tanques, 5 aviones y 1.000 soldados bien entrenados dispuestos a atacar”. De China le responden: “Noso-tros tenemos 10.000 tanques, 100.000 aviones y 5 millones de soldados listos para acabar con ustedes”.
Menem les responde: “Desgraciadamente hay que postergar la guerra. No tenemos lugar para tantos prisioneros”.
Dueño de Matrix Editora, con página web en inglés y portugués no así en español, Tadeu vio un filón para conquistar a algunos sectores de la clase media brasileña, especialmente de la ciudad, San Pablo. Su primer ejemplar de la serie humorística fue “Manual de chistes de portugueses”.
En una entrevista reciente con la agencia de noticias Ansa, Tadeu justificó su exacerbación anti-argentina. Para él es “una rivalidad que venía de la época en que Argentina era rica y politizada, frente a un país como Brasil que tenía una economía subdesarrollada”.
Llega incluso a ocultar los sentimientos futbolísticos del pueblo brasileño cuando dice que “la torcida no quería a la Argentina fuera del mundial, porque queremos ganarle en Sudáfrica”.
Lo único auténtico en las “reflexiones” de Tadeu es el atractivo que ejerce Buenos Aires como destino turístico. Para el humorista el filón es el ego nacional: “Un argentino va a sacar su documento y responde a las preguntas que le hacen: ¿Nombre? Antonio Gardelón. ¿Edad? 32 años. ¿Casado? Solte-ro. ¿Sexo? Enorme, enorme‘.