Cuando sintonizamos radio o televisión, muchas de las veces la perplejidad acompaña nuestro breve instante de apreciación, ya que da la impresión no ocurrente sino real, que ya no existen más autores responsables de la “letra”.
Claro, el resultado de un producto de alguna manera es obra del autor, pero no lo es en la jerga profesional de la acepción. Por qué me animo aseverar esto, porque lo que vemos o escuchamos no tiene “pies ni cabeza”. No tiene sentido, carece de razón y por ende, por más que busquemos no hay interés, originalidad, algo que justifique su emisión.
El supuesto progreso exacerbado de la rapidez contundente que se vive y practica, no les da tiempo alguno para pensar en autores. Por lo tanto, lo que consumimos tanto en radio como en televisión, es “comida chatarra”. Cualquiera hace uso de la cámara o el micrófono. Nadie piensa. Nadie razona. Y lo vacío es la mayor característica de todas las cosas que “nos dan de comer” en nuestra voracidad, donde la selectividad, la exigencia, la búsqueda de calidad, de originalidad, que entonces era prioritario no ocupan lugar. Porque la moda es no pensar, no desandar un poco el “rollo” de la imaginación, por ocio, pero más que nada por ignorancia que cada vez se torna mayoría por comodidad.
Manuel Meaños, ha sido uno de los grandes autores; poeta, autor teatral, a quien la actriz Olinda Bozán le estrenara la comedia “La rival de Greta Garbo”, autoría compartida con el correntino, Osvaldo Sosa Cordero.
Meaños no conforme con lo hecho, se suma como argumentista del cine nacional. Llevando al celuloide, “Fantasmas en Buenos Aires”, “Cándida la mujer del año”, “El sonámbulo que quería dormir”, “Anteúltimo modelo”, “Goal”, entre tantas.
Pero sin duda la popularidad nacional le llega por su incursión en la radiotelefonía, tanto en Radio Belgrano, como Splendid, París y El Mundo. Escribió para figuras estelares como, Tomás Simari, Mario Fortuna, Pepe Iglesias , “El Zorro”. Algunos títulos aún son recordados : "El Ñato Desiderio”, “El Relámpago”, “La culpa la tiene el fútbol”. Hizo colaboraciones en las revistas “Rico Tipo”, “Radiolandia” y “Patoruzú”. Pero también compuso tangos: “Victoria”, “Ilusión de Pierrot”, “De puro guapo”, “Cansancio”, “Gringo”, “En las sombras”, “Ya no vendrás”, “Qué gloria”, “Desesperanza”, “Lejos de ti”, “Quejas”, etc.
Es decir, estos autores populares ponían la creación como motivo específico, donde cada detalle era cuidado al máximo para que la emisión sea impecable. Es lo que se perdió, el orden, la seriedad no por la tónica del mensaje, sino por la fruición del compromiso que una producción debe guardar en su realización. Lo que pretendo por el bien de todos es la comparación que permite dimensionar y evaluar. A veces, odiosa. Pero ilustrativa al fin, con programaciones de una pobreza absoluta, en que se subestima al oyente o al televidente con engendros que no pasarían ninguna prueba de admisión mínima.
Los medios no son una diversión para quienes, hoy, lo hacen con total desaprensión. Con una falta de respeto que se ha hecho cotidiano, pero no por ello como costumbre corriente a que se nos somete cada segundo. Acribillándonos. Matándonos sin más ni más.
Podemos concluir con un dicho que se hizo popular en la radio, y que procedía del personaje que interpretaba el actor Mario Fortuna, para el ciclo de “El Ñato Desiderio”, justamente sobre libretos del autor Manuel Meaños :
“Garrá lo libro, que no muerden”.
Adalberto Balduino
Comunicador