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/Ellitoral.com.ar/ Cultura

Ofelia Leiva: “Esta presentación será una caricia para mi corazón”

Por Paulo Ferreyra

Especial para El Litoral

En enero del 2016 Ofelia se había despedido de los escenarios en la Fiesta del Chamamé. “Aquella despedida fue muy emotiva. En principio, desde el día anterior que ya no había más entradas, yo escuchaba la radio y decían que estaban agotadas. Eso fue emocionante. Después fui viendo las caras y pude leer los carteles: ‘Por favor, no nos dejes’, ‘Ofelia, te amo’, ‘Te queremos, Ofelia’”.

“Había algunos carteles con muchas chispas, entre ellos había uno que decía ‘Que se vaya mi mujer, pero vos quedate, Ofelia’”, cuenta y suelta la primera sonrisa. “De ese cartel no me olvido porque fue muy simpático”, recuerda. A la vez, destaca que le escriben mucho y le hacen llegar mensajes emotivos desde muchas partes. “Te amo”, “Gracias”, la gente es muy generosa, reconoce.

Ofelia estuvo fuera de la Fiesta del Chamamé apenas un año, y “fue duro”, cuenta. “Tengo una amiga ahí en Corrientes que es Fabiana González. Ella ponía su teléfono para que yo pudiera ver en vivo la Fiesta. Ella me preguntaba qué grupo quería ver y después ponía su teléfono apuntando al escenario. Así, veía todo desde su teléfono. Mi amiga hizo eso también por mí para que yo en la distancia me sienta cerca. Este año iré a vivirlo en persona y si hay un día que no me sienta bien me quedaré en la casa y desde ahí viviré la Fiesta”, remarca.

 Septiembre y Cocomarola

“La mecha se encendió un mes antes del Día Nacional del Chamamé. Coquimarola y su esposa comenzaron a llamarme para que vaya a recibir la distinción Tránsito Cocomarola, un premio por mi trayectoria. Después de mucho pensar y organizar algunas cosas, decidí viajar. Estando allá me di cuenta de cómo me cambia el ánimo Corrientes. Me sentí  feliz de estar ahí. Feliz de encontrarme con gente amiga, gente querida y muy cara a los afectos. Sentí que estaba en mi lugar y cuando vos estás en tu lugar no hay vueltas al asunto. Me sentí bien, con la enfermedad a cuestas, pero emocionalmente estaba muy bien”, rememora Ofelia Leiva para explicar cómo llegó su decisión de volver a la Fiesta Nacional del Chamamé.

“Un día, tras mi despedida, Eduardo Sívori me dijo:

“Si algún día sentís la necesidad imperiosa de volver, quiero que ese día me avises”. Avisó y se hizo el milagro.

Hace pocos meses atrás, sus hijos comenzaron a planear sus vacaciones. Entonces, Ofelia pensaba que una alternativa para ella era volver a Corrientes y vivir más de cerca la Fiesta del Chamamé. “A pesar del calor y deseando que no se corte tanto la luz. Esos cortes de luz en Corrientes son bravos”, desliza.

“El primero que me insistió para que vuelva a la Fiesta fue Lito Vitale. Le dije que me retiré y que no volvería. Lito siempre fue un admirador del dúo y nos aprecia mucho”, explica.

“Un día, tras mi despedida, Eduardo Sívori me dijo: “Si algún día sentís la necesidad imperiosa de volver, quiero que ese día me avises”. Recordando esas palabras, primero le mandé un mensaje de WhatsApp a Eduardo y después él me llamó al teléfono fijo de mi casa. Quizás se hizo el milagro”, expresa, mientras emite sus palabras con un suspiro que se apaga lentamente. Hace una pausa y en su memoria llueven los afectos que la gente le hace llegar: “Tanta gente reza, me escribe, vela por mi salud y sólo nos conocemos a través de la música”, manifiesta.

“Voy a la Fiesta del Chamamé con las mismas condiciones, sin hacer lo que no puedo hacer. He hablado con mi hijo largamente y él me dijo que los músicos estaban de acuerdo. Voy a estar el domingo 14 de enero y el martes 16 voy acompañar a Lito Vitale cantando algunos temas. Bendito sea el señor que inventó la silla de ruedas y permite mi movilidad”, exclama con una carcajada que descomprime todo pesar.  “La silla me permite llegar a muchos lugares”, insiste.

— ¿Qué recordás de aquella presentación de hace casi dos años?

— Tengo vivo en mí el amor de la gente. El amor de la gente, de los colegas y de ustedes. Los que me escribieron, los muchachos y las muchachas de las radios que siempre han sido cariñosos y respetuosos conmigo. Yo con la gente tengo un contrato no firmado. Con el público tenemos un ida y vuelta, uno entrega y ellos me devuelven tanto cariño. Eso no está firmado en ningún lado, esto pasa porque pasa.  Ahora mismo hay mucha gente que supo que vuelvo a la Fiesta y me llegan mensajes diciendo que van a estar conmigo. Eso es bueno.

— El cariño con la gente ya venía desde hace unos años.

— Claro, no fueron por la despedida las manifestaciones de cariño, este contrato con la gente se fue dando y eso no se puede medir y precisar en un tiempo. Uno no puede ir a decirle a uno por uno o a miles de personas “Che, quiéranme”. No se puede hacer eso. En las personas nace y se da sin muchas explicaciones. Pasa nomás. Tengo esa gracia de Dios porque tengo el amor de mi gente, de mi lugar que me ha sostenido a lo largo de muchos años. Año a año me demostraron que ahí estaban, se sumó un público nuevo. En eso hay un dato importante  y es que la gente nueva que me sigue no es sólo de mi generación, sino que hay muchos jóvenes. Chicas y chicos chamameceros. Eso es hermoso.

— ¿Empezaron los ensayos?

— De toda esa parte se encarga Ariel Palacios, mi hijo. Ellos se están ocupando de todo. Vamos a ensayar todos juntos unos días antes de la presentación. Ariel partirá unos días antes a Corrientes y ahí nos juntaremos todos, ya tenemos la sala de ensayo preparada y reservada para nosotros. Ahí nos juntaremos para hacer un repaso porque nos interesa sonar bien y el grupo tiene que sonar como se escuchó siempre. Queremos sonar bien no sólo por respeto a la gente, sino también a nosotros mismos.

 — Hace dos años hiciste un repaso de tu carrera e incluso tocaste un tema con la guitarra. En esta ocasión, ¿por dónde pasará el hilo conductor del repertorio?

— Ahora vamos a hacer los temas más clásicos y los que la gente también espera que cante siempre. Hay canciones que vengo cantando desde hace algunos años que no pueden faltar y que la gente espera que las haga. Ahora es cierto que la gente canta conmigo. Todo es más fácil con ese acompañamiento del público en cada canción.

— Si bien hay mucha alegría en la Fiesta, la nostalgia revolotea en cada canción, ¿sentís que es así?

— El chamamé es de una brutal nostalgia. Quizás otras personas que ven a esta música desde afuera creen que el chamamé sólo es alegre y jocosidad. Sin embargo,  el chamamé tiene una brutal nostalgia. Cuando la gente descubre que es tan nostalgioso, es cuando se enamora de un “Cielo de Mantilla” o de un “Camino del arenal”. Estos temas de alegres no tienen nada, son nostalgia pura.

Nuestra música y nuestras letras nos muestran cómo somos, lo que sentimos, nuestros aromas, nuestra fe, todo lo que somos está en un chamamé. Hoy, la misión de los músicos es mostrar lo que somos y que está en nuestro cancionero. Sin ir más lejos, yo tengo nostalgia de ir a ver el río aunque más no sea verlo correr, porque con eso me lleno el corazón. Eso no se transfiere. Yo ya mostré mucho cómo es nuestra música, ahora les toca a los más jóvenes.

Voy a estar el domingo 14 de enero y el martes 16 voy acompañar a Lito Vitale cantando algunos temas. Bendito sea el señor que inventó la silla de ruedas y permite mi movilidad.

Salud

“Estoy ni bien ni mal. Tengo una enfermedad que no tiene cura. Una enfermedad ósea, que es dolorosa, me va quitando movilidad. Este había sido el motivo por el cual yo me alejé de los escenarios”, advierte al hablar de su salud.   

“Hay días en los que realmente no me puedo mover”, cuenta. “Tengo todo organizado acá en Bernal, Buenos Aires. Sin embargo, ir a Corrientes es una caricia al alma y una vuelta a los afectos que tanto me han dado en la vida. 

Ahora tendré los cuidados necesarios. No soy sana en lo más mínimo. Yo soy cardíaca, hipertensa, soy insulinodependiente, tuve dos infartos, todo eso va conmigo y eso es paralelo al problema óseo. Mi enfermedad no tiene cura. Me han desahuciado todos los especialistas que vi en mi vida. Pero bueno, es así nomás”.

Nuestra música nos muestra cómo somos, lo que sentimos, nuestra fe, todo lo que somos está en un chamamé. La misión de los músicos es mostrar lo que somos, que está en nuestro cancionero.

Ofelia Leiva tiene artrosis degenerativa y progresiva, no se ve por fuera, pero ataca por dentro. “Me habían detectado esta enfermedad antes de los 20 años. Nadie la pudo parar. Yo sabía que en algún momento mi vida iba a estar en este estado en el que me encuentro hoy. 

El asunto hoy es no sufrir tanto dolor. Le debo pedir a Dios unas 20 millones de veces por día no padecer tanto dolor”, resalta.

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