Por Francisco Villagrán
Especial para El Litoral
A lo largo de la historia de la ovnilogía hay muchos casos en los que aviones de guerra persiguieron a extraños objetos luminosos volantes, sin que pudieran acercarse debido a la gran velocidad que estos desarrollaban. Pero sin dudas el caso más impactante fue el del capitán Thomas Mantell, quien murió mientras perseguía a un Ovni, en extrañas circunstancias. Por ello es considerado por los investigadores del mundo como el “primer mártir de la ovnilogía” en el planeta, por lo menos en forma oficial.
Todo ocurrió el 7 de enero de 1948, en Kentucky, Estados Unidos, cuando miles de personas ubicadas en distintos lugares de ese estado vieron, asombradas, en plena tarde un enorme objeto luminoso de forma lenticular que se dirigía a gran velocidad hacia la zona de Fort Knox, donde se guardan las reservas de oro de los Estados Unidos, en cámaras subterráneas fuertemente custodiadas y protegidas. Ante la posibilidad de que se tratara de un intento de robo o algún acto terrorista, las autoridades dieron inmediato aviso a la Fuerza Aérea, la Usaf, de lo que estaba ocurriendo y que un extraño aparato volador se estaba dirigiendo hacia allí. Confirmado visualmente el hecho, se envió una escuadrilla de cuatro aviones cazas Mustang F-51 pertenecientes a la Guardia Nacional que se encontraban cerca, al mando del jefe de escuadrilla, capitán Mantell, un veterano de la guerra de Europa, con miles de horas de vuelo en su haber. Tres de los aviones se acercaron al objeto y uno de los pilotos comunicó por radio a la base que “el objeto era metálico y de un tamaño tremendo”.
A su vez, el jefe de la escuadrilla hizo saber su asombro al detallar lo que tenía enfrente: “Me acerco y el objeto sigue moviéndose a la mitad de mi velocidad, esa cosa parece metálica y tiene un enorme tamaño. Ahora asciende y va a la misma velocidad que yo, es decir unos 600 kilómetros por hora. Subiré hasta los 6.000 metros y si no consigo acercarme, abandonaré la caza, no me queda mucho combustible”. Esas fueron las últimas palabras que se escucharon del capitán Mantell con la torre de control; eran exactamente en esos momentos las 3.15 de la tarde y no se supo más nada del avión, hasta que horas más tarde apareció el cadáver del piloto junto a los restos de su avión, que se estrelló muy cerca de Fort Knox.
Personal militar acordonó la zona de la tragedia y no permitió acercarse a nadie, ni siquiera los familiares del capitán Mantell pudieron ver sus restos, que fueron enterrados al día siguiente a cajón cerrado en el máximo secreto por cuenta del Ejército. ¿Por qué tanto secreto? Si hubiera sido un accidente no debiera ser así, se debió contar al público la verdad, ya que habían sido miles los testigos de lo que ocurrió, a plena luz del sol. ¿Por qué tanta intriga y secreto? Qué no querían que la prensa viera y diera a conocer?
Tampoco nadie pudo examinar lo que quedó del fuselaje del avión y mientras las autoridades intentaban borrar todo rastro de anormalidad, afirmando que el objeto perseguido por el capitán era simplemente un globo sonda, la prensa daba a conocer al mundo en grandes titulares que el avión del capitán Mantell se había desintegrado al intentar dar caza a un Ovni.
Entre las dos versiones, igualmente tendenciosas aunque de signos opuestos, probablemente la realidad haya que buscarla en el hecho de que la proximidad del Ovni provocara en el motor del avión alguna perturbación electromagnética que causara su detención. Es probable que el avión haya ingresado a un poderoso campo de protección del objeto que causó su destrucción.
El avión, sin impulso, probablemente cayó en picada, seguida de una caída en tirabuzón, sin que su piloto pudiera controlarlo. Lo raro del caso es que el piloto no se eyectó o no tuvo tiempo de hacerlo.
El hecho es que todo sucedió y está perfectamente documentado por las Fuerzas Armadas y la Guardia Nacional de Kentucky, además de los miles de testigos civiles que vieron el inusual espectáculo desde tierra y a quienes no se les puede engañar. A toda esa gente se la tomó por estúpida con la infantil explicación que dieron oficialmente. Y aunque posteriormente el gobierno y las altas esferas de seguridad reconocieron que el avión perseguía a un extraño objeto volante de origen desconocido, esto no satisfizo a nadie. Nunca se explicó bien la causa de la muerte del capitán Mantell, que hasta hoy sigue siendo un enigma.
Hipótesis
Además, surgieron otras hipótesis por parte de investigadores civiles y privados, tratando de encontrarle una explicación al misterio. Algunos afirmaron que el piloto se desmayó al subir tan de golpe a una altitud superior a los 6.000 metros, sin llevar máscara de oxígeno ni estar preparado para tal evento. Otros dijeron que tanto tornillos y remaches del avión se rompieron al entrar a un poderoso campo electromagnético, desarmándose por completo el avión.
Otra explicación más o menos lógica es que el avión se descontroló por una sobrecarga de energía desconocida, lo que habría provocado su caída. Y por último, una teoría esgrimida por creyentes del fenómeno Ovni, que afirma que todo fue causado por un rayo lanzado por el extraño aparato como defensa ante el acercamiento del avión. Esta habría sido la causa por la que las autoridades no dejaron ver el cuerpo del piloto, que estaba totalmente calcinado, irreconocible y por ello fue enterrado a cajón cerrado. Lo mismo corre para con los restos del avión, el fuselaje estaba totalmente quemado, retorcido en algunos sectores, como si hubiera sido expuesto a una gran temperatura.
Los restos del avión fueron rápidamente recuperados y trasladados en camiones a una base de la Fuerza Aérea, para ser analizados posteriormente. Esto trascendió extraoficialmente algunos días después por parte de allegados a la investigación, oficiales de alto grado que no dieron sus nombres.
Por supuesto que nunca se dieron a conocer los resultados de estos análisis, como sucede hasta el presente por parte de los distintos gobiernos. Un caso más de los tantos que sucedieron y siguen ocurriendo de ocultamiento de la verdad. Quizás alguna vez sepamos algo de lo mucho que nos están escondiendo…