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La labor de los músicos callejeros que contagian de ritmo la peatonal Junín

Saxofón. Juan Maíz es músico, compositor y también escribe poemas en su tiempo libre.

Marisol Salinas

marisolesalinas@gmail.com

Los ruidos monótonos de la peatonal Junín parecen llamarse a silencio cuando los músicos callejeros despliegan su talento en diversos compases que contagian de ritmo, incluso, a los caminantes más inadvertidos.

Como muchas tardes en la esquina de Junín y Mendoza, Juan Maíz llevaba un par de horas tocando su saxofón. Mientras sonaba su melódico jazz, una niña de unos seis años, que se mostraba encantada por lo que escuchaba, no dudó en pedir a sus padres colaboración para acercar la primera propina. 

Unas calles más arriba, Florencia Stefani y Alberto Pina desplegaban un concierto de percusión y viento, que imprimía color a la tarde gris con pronósticos de lluvia. Cuando finalizó el primer tema, los aplausos llegaron de un grupo de hermanos que hasta se animaron a bailar.

En los dos escenarios urbanos, los niños eran los primeros en celebrar y dar su aprobación. “Todos tendemos a aproximarnos al arte, pero los chicos son tan libres que no dudan en acercarse, valoran la música de forma natural”, comentó a El Litoral el músico callejero Juan Maíz. 

Algo similar agregó la artista Florencia Stefani, que comentó entre risas: “Qué seríamos sin los niños, gracias a ellos muchas veces los adultos se conectan con lo que hacemos. Los más jóvenes no tienen ningún prejuicio ni vergüenza de participar, bailar o cantar. Muchos adultos también se enganchan, obvio, pero en más de una ocasión los niños son el puente que tenemos hacia el resto de las personas”.

 

Trabajo

Bajo los pies de los artistas descansan las fundas de sus instrumentos o unos coloridos recipientes que constantemente reciben retribuciones del público. Un fiel reflejo de que la música suena muy bien. Y es que el arte es una forma de vida, pero no por ello deja de ser una vocación enriquecida con talento y muchas horas de trabajo.  

“Hacer arte en general, pero sobre todo el callejero, requiere de mucho esfuerzo. Más allá de cómo manejás tu vida, ofrecés algo que te llevó años aprender”, reflexionó Florencia, con respecto a la labor que desempeña desde hace 10 años.

Para llegar al escenario urbano, previamente, debieron practicar largas horas para optimizar su talento. Sobre esto, Juan Maíz, que trabaja desde hace siete años en la calle, indicó que para él, “todo lo alcanzado fue parte de un proceso. Comencé tocando en peatonal en un momento que no tenía presiones económicas, empecé por hobby, pero ahora esto me permite vivir y se transformó en una vocación”. Aun así, agregó que trabajar en la calle lo hace sentir un becado, ya que le permite seguir aprendiendo y perfeccionando su arte.

Es más, la mayoría de los músicos toca más de un instrumento y conoce una variedad de repertorios para estar atentos a lo que el público pueda pedir.

Palan Palan

Los dos artistas coinciden en que hubo momentos difíciles pero que pudieron superarlos con la insistencia en mejorar lo que hacían. De hecho, ambos forman parte de un grupo heterogéneo de músicos en Corrientes, que desde hace una década trabaja en diversos escenarios urbanos, y en ocasiones comparten su talento en shows conjuntos.

Se caracterizan por la libertad y espontaneidad a la hora de tocar, pueden manejar más de tres instrumentos, e incluso se dedican a construirlos. “Esto nos permite vivir, pero el apoyo de la gente es tremendo. Esto nos ayudó a conformarnos como grupo, tocamos en distintos lugares que nos convocan, construimos instrumentos, vendemos flautas y damos clases particulares. Hacemos muchas actividades, se puede vivir del arte”, enunció con voz de enamorada Florencia.

Dichas actividades se pueden encontrar en el Facebook: palan palan arte. 

Permisos

La música urbana de la mano de estos artistas, que son solo una representación de un grupo compuesto por más de 20 personas, lleva unos 10 años de trayectoria en Corrientes.

No obstante, como en toda historia, hubo momentos culminantes que parecían anunciar el fin de su vocación.

De hecho, los artistas comentaron que en varias oportunidades los agentes municipales los echaron de la peatonal, ya que no existía una reglamentación que avale su labor. Sin embargo, tras sucesivas situaciones, los músicos callejeros de Buenos Aires (un equipo organizado desde hace varias décadas) propusieron filmar la situación y darla a conocer. 

“El año pasado, en mayo, hicieron un video que se viralizó en poco tiempo. Agradecemos a la sociedad que nos brindó todo su apoyo y se pudo concientizar de que lo que hacemos es trabajar como cualquier otra persona. Como resultado, se aprobó una ordenanza municipal que brinda protección a las actividades artísticas”, comentó exultante Florencia.

En este mes se cumple un año de la Ordenanza Municipal N° 6.444 que establece “la protección, difusión y garantía de las actividades o expresiones”.

Para ellos, el arte es una vocación que alimentan con talento y trabajo, la cual cada vez gana más aplausos y ha superado las barreras de las restricciones municipales. Pero a la hora de describir lo que hacen, no dejan de recordar la amabilidad del público local, a quien agradecen su generosidad.

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