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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Extraña desaparición ocurrida en Navidad

Un hecho sorprendente y espectacular en su momento sucedió en 1909, cuando un niño de 11 años desapareció en el aire en forma increíble, en momentos en que se dirigía a buscar agua en el aljibe de su casa, ante la presencia de muchos testigos. Por muchos fue considerado como el primer caso de abducción de un ser humano.
Protagonista. El chico de la historia, a la derecha de la imagen, difundida por internet.

Por Francisco Villagrán

villagranmail@gmail.com

Especial para El Litoral

Alo largo de la historia de la humanidad sucedieron muchos casos de desaparición de personas que no tuvieron una explicación lógica, durante los conflictos bélicos de la Primera y Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, desaparecieron batallones enteros de soldados, ante la mirada asombrada de sus compañeros. Nunca hubo una explicación por parte de las autoridades, solamente fueron  declarados “desaparecidos o muertos en combate”. Esto en cuanto a desapariciones masivas, pero sobre desaparición de personas solas, hubo un caso, debidamente documentado en todos sus detalles, que es considerado como el primero en el mundo, del rapto de un ser humano por entidades desconocidas. Este es el caso del niño de 11 años, Oliver Thomas, en un estremecedor hecho que es catalogado por muchos investigadores como el primer caso de abducción extraterrestre de la historia.

El hecho

Veamos cómo ocurrieron las cosas: en la Nochebuena de 1909, en Brecon, región montañosa del país de Gales, un niño de 11 años, Oliver Thomas, salió al patio de su casa para buscar agua en el aljibe. La familia estaba reunida para la tradicional cena y recibir la Navidad, en la casa estaban familiares y algunos vecinos invitados, entre ellos el alcalde y el jefe de Policía, ya que la familia era muy apreciada por todos en el pueblo. La madre le dijo a Oliver que fuera a buscar agua al pozo y como hacía mucho frío y estaba nevando, lo abrigó con un saco de lana y lo envió afuera.

A poco de salir el muchacho hacia el aljibe, que no estaba a más de 50 metros de distancia de la casa, todos los allí reunidos escucharon los gritos desesperados del niño pidiendo auxilio. Sin perder tiempo, todos salieron corriendo en su búsqueda, provistos de una lámpara de parafina para alumbrar la oscuridad de la fría noche invernal.

Las pisadas de Oliver llegaban hasta el aljibe, al costado del cual se podía ver el balde vacío. Sin embargo, las huellas en la nieve terminaban allí y no se distinguía ninguna otra marca, como si el chico hubiera sido alzado por el aire. Todos miraron hacia arriba, porque de allí provenían los gritos del niño que gritaba desesperadamente “¡ayúdenme, me llevan!”. La gente, muda de terror seguía mirando hacia arriba sin ver nada en la oscura noche y escuchando la voz del pobre chico, que desde arriba, imploraba ayuda, diciendo que algo lo había agarrado y no lograba zafarse. Lentamente, los gritos del desdichado se fueron haciendo más débiles, hasta que se dejaron de escuchar. Esa fue la última vez que se supo de él, todos salieron con lámparas en medio de la noche fría y oscura, buscando algún rastro de Oliver, pero no hallaron nada. Algunos pensaron que podía ser un lobo que se lo llevó, pero como las huellas llegaban hasta el aljibe y ahí desaparecían, desestimaron esta posibilidad. Además, los gritos de ayuda venían de arriba, prueba evidente de que algo o alguien lo levantó y raptó.

Apenas amaneció, ya con las primeras luces del día, se formaron partidas de voluntarios que recorrieron prácticamente toda la comarca, tarea que hicieron durante varios días infructuosamente, sin tener el más mínimo resultado, buscando por todas partes  a Oliver Thomas. A esta altura de los acontecimientos cabe hacerse la pregunta: ¿quién hizo eso y para qué?  Lo más lógico fue pensar que algo que volaba se lo llevó hacia arriba. ¿Fue quizás esta la primera abducción y rapto extraterrestre de la historia? Todo puede ser. Los investigadores de este tipo de fenómenos se quedaron perplejos al no encontrar ninguna explicación lógica y racional del extraño suceso. Y como si todo esto fuera poco, seis años más tarde, precisamente el 28 de agosto de 1915, en Galípoli, Dardanelos, en el marco de la Primera Guerra Mundial, el regimiento británico de Norfolk, integrado por varios centenares de soldados, se volatilizó prácticamente delante de los ojos de millares de compañeros que contemplaron absortos, como una gran nube, extraña y brillante, envolvía lentamente a los soldados y se los tragaba para siempre. ¿Fueron llevados a otra dimensión o entraron a un portal dimensional y desaparecieron? Nunca se supo ni se sabrá. Estos casos fueron estudiados a fondo y dados por ciertos y veraces.

La desbordante recopilación de testimonios en todo el mundo, dignos de crédito, de la desaparición de personas y naves en distintas épocas, hace suponer que el fenómeno Ovni es en gran parte responsable de ellas, justamente porque muchas personas, testigos de confianza, vieron en “vivo y en directo” la desaparición de muchas personas.

Los servicios de seguridad de los países más importantes, saben con exactitud que en todas partes suceden casos en los que se esfuman literalmente de la faz del planeta gran cantidad de hombres, mujeres y niños, de los que se pierde toda pista. En algunos casos, testigos accidentales han podido observar, llenos de impotencia y espanto, cómo entidades desconocidas llevaban a cabo estos raptos hacia una dimensión desconocida.

Sin dudas, las grandes potencias están en conocimiento de lo que está sucediendo desde hace años en los cielos y los mares de nuestro planeta y lo están ocultando con fines inconfesables.

Quizás alguna vez nosotros o las generaciones venideras, sepamos la verdad en torno a estos fenómenos inexplicables.

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