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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

El tedeum como celebración histórica

Por Alexis Dabat

Miembro de Número de la Junta de Historia de la Provincia de Corrientes.

Especial para El Litoral.

Monseñor Dr. Eduardo Maria Taussig Obispo de San Rafael (Mendoza) publicó en el año 2009 un libro titulado “El tedeum y otros aportes camino al Bicentenario” que fue presentado en la Feria del Libro de Buenos Aires en mayo de 2010, con motivo del Bicentenario de la Patria. Esta obra nos permite ahondar en una investigación histórica sobre la importancia del Solemne tedeum como una celebración católica fuertemente vinculada a la historia de la patria. 

El “tedeum” (“A Ti, Oh Dios”) es un antiquísimo himno cristiano de alabanza y acción de gracias a Dios, atribuido a San Ambrosio y a San Agustín con ocasión del bautismo de este último por el primero, en el año 387 en la catedral de Milán. Se trata de un himno muy venerable, reservado a lo largo de la historia para agradecimientos especiales (después de una guerra, al terminar una sequía o una plaga, al elegir un nuevo Papa, etc). Muchos compositores (Haydn, Mozart, Berlioz) le han puesto música. Actualmente el Papa lo reza solemnemente cada 31 de diciembre, para dar gracias a Dios por el año que termina. También se canta en las grandes solemnidades.

Monseñor Taussig hace una reflexión sobre “El tedeum y la Patria” referida fundamentalmente a tres aspectos: la importancia del tedeum en la historia patria, la teología y la valía de este himno, y algunas de sus proyecciones para el orden político y social. Nosotros nos detenemos aquí en la primera, para profundizar en la importancia del tedeum como celebración histórica. 

“Los principales acontecimientos de la Patria han sido siempre ennoblecidos por el rezo o el canto del tedeum. En nuestra historia, fueron memorables, entre muchos, antes de los sucesos de  Mayo de 1810,  los entonados la  tarde del 14  de agosto  de 1806,  dando gracias al Señor por la Reconquista de Buenos Aires, y el proclamado el 19 de julio de 1807 luego de la exitosa defensa contra el invasor extranjero.

Hace doscientos años, la Junta de Mayo, que asumió la soberanía del pueblo ante la  invasión  napoleónica,  ordenó  que  se  rezara  el  tedeum,  con  la  mayor  solemnidad posible;  fue  uno  de  sus  primeros  actos  de  gobierno  y  se  concretó  en  la  catedral  de Buenos  Aires,  en  ceremonia  presidida  por  el  Obispo.  Fue  predicado  por  el  sacerdote Doctor Diego Estanislao Zavaleta, el 30 de mayo de 1810, no sin algunos “tironeos” con el obispo Lué y Riega por cuestiones de boato y solemnidad que debían jerarquizar el evento. Pocos días después, el 17 de junio, el cabildo de Luján dispuso hacer rezar un tedeum por la instalación “del primer gobierno patrio”.

Famosos fueron otros tedeum conmemorativos del nacimiento de la Patria: el del Pbro. Dr. Victorio de Achega, en 1813, en la Catedral de Buenos Aires; el del Deán Funes, en la catedral de Córdoba, el 25 de mayo de 1814; el de fray Pantaleón García, en  la  misma  catedral  al  año  siguiente;  el  del  Pbro.  Dr.  Ignacio  de  Castro  Barros,  en Tucumán, el 25 de mayo de 1815. En mayo de 1816, en vísperas de la apertura de las sesiones  del  Congreso  de  Tucumán,  “el  Pbro.  Manuel  Acevedo  pronunció  el  tedeum”, dejando una imborrable impresión en todos los asistentes.

Y para detenernos en algunos de los más significativos luego de la declaración de  la  Independencia,  recordemos  tan  sólo  tres:  el  que  precede  a  las  deliberaciones constituyentes  convocadas  por  Urquiza,  en  Santa  Fe,  en  1852;  el  que  pronunció  el célebre orador de la Constitución, Fray Mamerto Esquiú, para estimular su Jura el 9 de Julio de 1853 en Catamarca; y el que conmemoró el primer centenario de la Patria, el 25 de Mayo de 1910 en la iglesia catedral de Buenos Aires.

De este modo, este “cántico de alabanza y de acción de gracias que se eleva … a Aquel que, siendo  eterno,  nos  acompaña en  el  tiempo  sin  abandonarnos  nunca  y  que siempre  vela  por  la  humanidad  con  la  fidelidad  de  su  amor  misericordioso”,  ha marcado  los  hitos  fundamentales  de  nuestra  historia  como  Nación  y  ha  expresado  el sentir común de los argentinos en momentos clave de nuestra vida política.

Este antiguo himno hunde sus raíces en una añeja tradición de la Iglesia y de los pueblos cristianos. Más de 1600 años tiene este cántico. Mucho tiempo se creyó que fue compuesto por San Ambrosio de Milán para el bautismo de San Agustín. Estudios más precisos,  del siglo XIX, lo atribuyen  al obispo  San  Nicetas  de Remesiana,  en  Serbia, hacia fines del siglo IV o principios del V, aunque algunos autores lo remontan hasta el año  252  y  lo  atribuyen  a  San  Cipriano  de  Cartago.  Utilizado  en  las  solemnidades litúrgicas y en innumerables acontecimientos civiles fue compañero singular de la vida de la Iglesia y de los pueblos cristianos a lo largo de los siglos, como también de nuestra propia historia.”

Este himno es utilizado por la Iglesia católica romana, en el oficio de las Lecturas encuadrado en la Liturgia de las Horas. También se suele entonar en las misas celebradas en ocasiones especiales, como en las ceremonias de canonización, la ordenación de presbíteros, proclamaciones reales. Los cardenales lo entonan tras la elección de un Papa. Posteriormente, los fieles de todo el mundo para agradecer por el nuevo Papa,  cantan este himno en las catedrales.

El tedeum es una celebración solemne de acción de gracias de la liturgia católica. Toma su nombre del antiguo Himno Ambrosiano y es esencialmente una liturgia de la palabra. En algunos casos se acostumbra invitar a dignatarios representantes de otros credos para compartir una oración ecuménica por la Patria, pero siempre en el marco de una celebración realizada en un Templo católico. Las Denominaciones Cristianas no Católicas celebran servicios religiosos de acción de gracias análogos al tedeum, pero respetando su liturgia respectiva.   

El  tedeum  como  celebración  de  la  Palabra  siempre  es  la  ocasión  profética de proyectar  el  Magisterio  de  la  Iglesia  al  orden  político  y  social,  conforme  a  las necesidades que plantean las circunstancias.

En Argentina, por orden de la Primera Junta de Gobierno del Río de la Plata, se celebra el tedeum en las fiestas patrias, agradeciendo a Dios por el surgimiento del Estado Argentino que proclamaría su independencia formal en 1816. El magisterio de la Iglesia enseña que la patria es un don recibido, en cambio la nación es una tarea que convoca y compromete el esfuerzo de todos. 

Aquel mandato de la Primera Junta Gubernativa del Río de la Plata de celebrar un tedeum en acción de gracias por la Patria se cumplió religiosamente desde 1810 por más de dos siglos y es un mandato para la historia.

“Es la alegría del agradecimiento que casi espontáneamente emana de nuestra oración, para reconocer la presencia amorosa de Dios en los acontecimientos de nuestra historia”. (Papa Francisco). 

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