Por Bernardo Stamateas
Colaboración Especial
Alguien con independencia emocional posee mucho más potencial que alguien que sigue dependiendo de otros en la adultez. ¿Cómo piensa el primero? “Nadie va a venir a ayudarme o salvarme, así que mejor que dependa solo de mí para hallar alternativas que me permitan lograr lo que deseo”. Esta persona también disfruta de mayor tolerancia a la frustración porque no espera nada de los otros.
Varias personas independientes que trabajan juntas se convierten en “un equipo interdependiente”. Cada uno es autónomo, pero no se aísla porque sabe que necesita del otro para obtener sus logros. Los mejores logros siempre tienen lugar en equipo. Te invito a analizar los principales rasgos de una persona independiente:
1. No busca que otro llene sus huecos emocionales
Quien pretende que los demás le den lo que no le dieron de chico se transforma en “esclavo de la gente”. Nadie puede darnos absolutamente nada. Si yo espero que mi pareja, mis hijos o mis amigos me den cariño, seré un “mendigo de afecto”. ¿Suena fuerte? Sí, pero es lo que mucha gente hace, y sufre por ello. ¡No esperes que nadie satisfaga tus carencias emocionales! Una relación interpersonal, del tipo que sea, no es un remedio para solucionar problemas sino algo para ser disfrutado y compartido equitativamente.
2. No espera nada de los demás
Cuando alguien nos da algo bueno, deberíamos estar felices por ello y verlo como un “bonus track”. Pero la mejor actitud para lograr la autonomía emocional es no esperar nada de nadie. No se trata de orgullo ni de autosuficiencia sino de ser libre de reclamos innecesarios, tales como: “Yo esperaba que me llamaras, que me ayudaras, que me contuvieras”. Más bien es gozar de libertad para encontrar lo que necesitamos dentro de cada uno de nosotros.
3. Es consciente de que no puede cambiar a nadie
No podemos cambiar a nadie, por mucho que lo intentemos o lo deseemos. Sobre todo, cuando el otro no quiere cambiar porque no considera que deba hacerlo. Recordá: al único que yo puedo cambiar es a mí mismo. No malgastes años de tu preciosa vida reaccionando negativamente frente a lo que hacen los demás.
Para llegar a ser una persona en verdad independiente, tengamos la edad que tengamos, es fundamental aprender a ser libre de la gente. Solo así somos capaces de soltar todo nuestro potencial y dejar este mundo, cuando llegue el momento, vacíos.