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/Ellitoral.com.ar/ Sociedad

Médico de terapia con covid-19: “Vivimos con el miedo de contagiar a quienes amamos”

Javier Campos habló con El Litoral acerca de la situación en Buenos Aires, el pico de la pandemia y la falta de responsabilidad de la gente. Además, se refirió al peligro de la reinfección y a la frustración que sienten sus colegas, que se replantean seguir la profesión. 

Clarise Sánchez Solaga

csanchez@ellitoral.com.ar

El 18 de julio, el test de covid-19 le resultó positivo a Javier Campos, un médico especialista en terapia intensiva que vive en Buenos Aires desde el año 2005. Es de Corrientes y se recibió en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional del Nordeste (Unne). En la tarde de ese día estaba jugando con su hija de cinco años mientras su mujer, también médica, trabajaba. Empezó a toser y, por tercera vez, se realizó un hisopado. Esta vez confirmó que tenía coronavirus, y después su familia dio el mismo resultado.

El joven padre, quien aún está realizando el aislamiento, tuvo que ser internado y recibió el alta antes de cumplir una semana porque podía seguir su recuperación en su domicilio. En su condición no solo de paciente, también de profesional de la salud, hizo un descargo en sus redes sociales. En algunos párrafos relató qué significa trabajar “en la trinchera”. En diálogo con El Litoral, contó el antes y el después del contagio. Así como muchos otros de sus colegas, se replantea seguir en la profesión, ya que no solo arriesgan su vida, también la de sus familias.

En el 2005 hizo su especialización y asegura que desde entonces tiene guardias por ser médico de terapia. En el año 2008 conoció a su pareja, con quien comparte esta especialidad de la medicina; ella es jefa de terapia en un sanatorio. El trabaja para un centro de salud y también es auditor médico.

“Estamos en una lucha continua por la falta de insumos, de médicos y de enfermeros. La provincia está destrozada, pero hace muchos años. Con cada gobierno está peor. Lo peor de trabajar así, en esta pandemia, es que no solo me expongo yo, también a mi familia. Desde que está esta pandemia sabemos a lo que nos exponemos, desde el inicio concientizamos a toda la gente que podemos; a mucha no le interesó. Es difícil el vivir sabiendo que nos podemos contagiar, la preocupación y el estrés diario, ya estuve dos veces aislado por contacto estrecho con un positivo”, relató a El Litoral.

La tercera vez sí tuvo síntomas y debió ser atendido en una clínica. “Tomamos todos los recaudos, dejamos los zapatos en el garaje y nos bañamos antes de tocar algo en la casa o saludar a nuestra hija; limpiamos todo el día. Sabíamos que esto en algún momento iba a pasar”, contó.

En relación a lo que pensó cuando supo que era positivo, detalló: “Cuando empezás a tener los síntomas, pensás que no querés que le pase lo mismo a tu familia; pensaba que si me sucedía a mí y a mi mujer, mi hija podía quedar sola. Tuvimos médicos amigos que tuvieron que estar entubados y sus hijos quedaron a la guarda de un vecino porque no cualquiera puede acercarse a ellos. Mi hija, siendo positiva, y mi mujer también, hizo que estemos todos juntos aislados. La mayoría de los infectados son menores de 60 años. Me invadió un miedo; ese día me despedí de lejos de ella sabiendo que podía ser la última vez que la veía, porque no sabes cómo puede evolucionar la enfermedad”. “Me internaron y en ese momento pensás que puede pasar cualquier cosa. Tengo una comorbilidad, sobrepeso. También fui fumador y eso suma como antecedente. Mi tomografía dio normal. Tuve todos los síntomas menos falta de aire, por ende no era un paciente leve; es leve quien tiene un solo síntoma (por ejemplo, solo fiebre o solo falta de olfato); más de dos o tres síntomas es moderado y debe ser controlado en internación. Tuve que esperar varias horas para que me den una cama porque no hay. Fui solo con mi auto hasta allá porque no hay ambulancia, está todo saturado”, precisó y agregó que “hay algo que no entendemos los médicos y es por qué los medios no publican esto: vivimos en la trinchera y vemos la falta de recursos humanos, medicación e insumos para el paciente; hace un par de semanas no había para hacer diálisis en la provincia”.

El médico estuvo internado desde el sábado 18 de julio hasta el jueves siguiente. La empleada doméstica que trabaja en su casa, y el marido de la mujer, también dieron positivo, aunque el contagio tuvo otro nexo; ella está aislada en un club. En Tecnópolis también van los que tienen obras sociales, “manejamos 20 clínicas y sanatorios, todos están sin camas; todo está explotado y esto no es el pico, así la gente sigue saliendo y está abierto todo, más tristeza nos da”.

“Estamos siempre con miedo, mi familia en Corrientes nos manda información de los infectados de allá y estamos preocupados por la gente que pasa por ahí que puede contagiar. Esto no termina todavía y tienen que cuidarse, no están exentos, hay rebrotes en todo el mundo y esto no va a parar hasta que aparezca una vacuna, que puede aparecer el año que viene”, dijo.

En cuanto a cómo debe cuidarse en caso de que vuelva a trabajar, dijo: “De la misma manera que antes. Tengo colegas infectados por segunda vez que ni siquiera la ART les cubre la segunda infección. Hay que cuidarse o te podés re infectar. Algunos, la segunda vez tuvieron síntomas peores que la primera. No hay cura, es una enfermedad endémica. Veré por mi cuenta si tengo anticuerpos para estar seguro de que no podré infectarme por segunda vez”. “Estoy en la línea más expuesta, donde hay pacientes con más carga viral y más críticos; tenemos todos los cuidados. Me dan los insumos y también los médicos nos compramos. Estoy en contacto con muchos médicos que fueron positivos y muchos quieren dejar la carrera; a mí también se me ocurrió. A algunos se les ha descontado 25% o hasta 50% del sueldo, las empresas de salud están mal. Muchos no quieren seguir exponiendo sus vidas por tan poco. Es algo muy profundo y depende de cada uno seguir o no. No tenés ningún tipo de solidaridad, ni de la gente ni de los de arriba”, sostuvo.

En este sentido, agregó que “estamos siendo dirigidos por gente que no está preparada para el lugar donde está y por eso pasan las cosas que pasan”. También expresó que “nosotros bancamos y nos contagiamos, contagiamos a nuestra familia y volvemos a la trinchera, hay mucha frustración entre los colegas, no queremos seguir enfermando a la gente que amamos”.

A la vez, contó que sus padres están en Corrientes, su suegra desde marzo está encerrada, al igual que su hija, y que esto traerá una “alteración mentalmente”. “La respuesta no es 10 mil pesos, porque no le estás dando lo básico, que es la salud e insumos, que es lo que hoy necesita la gente”, opinó, y agregó que más allá de las medallas que pueda otorgarles, el Estado debe cuidar siempre al recurso humano. “La gente no es responsable, nunca hubo cuarentena estricta. La única manera de cuidarse es con el distanciamiento social, el uso del barbijo y el lavado de manos. Hay rebrotes en el mundo. Subirse hoy a un avión es una sentencia de muerte. Hasta que no se infecte todo el mundo o no haya vacuna esto no va a parar. Ya se le está pidiendo camas al privado”, dijo Campos.

Actualmente solo tiene un poco de fatiga como síntoma. Si bien tiene que esperar un hisopado para regresar a su trabajo, dijo que hay muchos médicos que fueron autorizados a volver a trabajar antes de tener este estudio. El médico renunció por falta de insumos al hospital San Fernando y continuó trabajando en un privado.

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