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El fantasma de una nena no quería dejar el jardín

Entre los casos de apariciones fantasmales hay muchos donde los protagonistas son niños, que se resisten a irse de este plano al lugar que les corresponde. A veces pasa mucho tiempo para que se den cuenta de que ya no están en este mundo físico.
Contenta. Martina estaba muy feliz en el jardín y no quería irse.

Por Francisco Villagrán

villagranmail@gmail.com

Especial para El Litoral.

Un increíble hecho paranormal de una aparición fantasmal post mortem ocurrió hace relativamente poco tiempo, cuando en agosto del año 2009, una nena de 4 años, que viajaba con su familia en auto, sufrió un  accidente fatal en el que lamentablemente falleció. Este es el desgarrador caso de Martina, una niña que vivía con sus padres en la localidad de San Martín, provincia de Buenos Aires, donde era muy feliz asistiendo a un jardín de infantes. Su corta vida terminó de la peor manera: falleció cuando viajaba en auto por una carretera del sur del país, con sus padres. A partir de ese momento, su fantasma comenzó a aparecer en las aulas del jardín donde ella iba, era vista en forma casi permanente por directivos, docentes y compañeritos. Por esta dramática situación es que directivos y familiares de la niña, decidieron llamar a un cura exorcista, para que realizara una cura de “liberación del alma” de la nena, que evidentemente estaba aferrada a este mundo físico.

El padre Manuel Acuña, uno de los curas exorcistas y sanadores más famosos del mundo, fue contactado por la propia directora del jardín maternal a donde concurría Martina. “Esta señora conocía nuestra obra de sanación en la parroquia del Buen Pastor, por intermedio de una docente, todos venían con el problema desde hacía varios meses y no sabían cómo solucionarlo, estaban muy angustiados”, expresó el sacerdote. Agregó que “se trató de un caso muy duro, difícil de abordar, porque involucró a una chiquita que tenía toda la vida por delante y murió de forma violenta y trágica, pero afortunadamente terminó de la mejor manera, porque logramos despedir a Martina, cuya alma estaba aferrada al lugar donde había vivido hermosos momentos y  así mostrarle el camino que conduce a Jesús.” Aquellos que tuvieron contacto con el espectro de la nena, incluida la directora del establecimiento, ya no podían convivir con la angustia que representaba cruzarse en cualquier momento y lugar del jardín, con el fantasma de Martina, que seguía actuando como si no hubiera muerto. Incluso, varios de sus compañeritos tuvieron la misma experiencia. Hay que señalar que ninguno tuvo miedo por su presencia, y todos coincidieron en que había que liberar el alma de la nena. 

Al tomar conocimiento del caso, el padre Acuña se enteró de que Martina había sido la única víctima fatal del trágico accidente. Sus padres viajaban con ella, pero lograron sobrevivir. Martina falleció, a pesar de tener colocado el cinturón de seguridad y viajar en el asiento trasero. Los padres fueron llevados a un hospital, donde se repusieron favorablemente. Y aquí una cosa curiosa: casi al mismo tiempo que a la mujer le informaban que Martina había fallecido en el accidente, también le comunicaban que estaba embarazada. Para el sacerdote, que estaba rodeado de un grupo de importantes colaboradores, entrenados para enfrentar difíciles desafíos, “la violenta e inesperada muerte de Martina provocó una situación irregular con su alma, que quedó atrapada en este mundo, por lo cual eligió alojarse en el jardín, donde la protegían tanto y disfrutaba de los juegos con sus compañeritos”.

Descanso eterno

Explicó el sacerdote que “al ser convocados por la directora y las docentes del jardín, junto con sus padres tuvimos varias reuniones informativas y allí decidimos realizar una misa en las propias instalaciones del jardín, cuyo objetivo primordial fue que el alma de Martina tome conciencia de su situación, de que ya no estaba entre nosotros. Se eligió desarrollar la ceremonia en plena crisis de la gripe A, ya que se habían suspendido las clases”.

La misa se llevó a cabo en el aula donde Martina compartía tiempo y espacio con sus compañeritos. Para esta ceremonia se toman algunos aspectos de la doctrina y los ritos de los cristianos coptos, que son aquellos que conservan las creencias desde hace siglos. Ellos despiden a sus muertos en nueve ceremonias, distribuidas en los lugares que la persona frecuentaba. Justamente evitaban estas situaciones de almas perdidas o demoradas. La religión actual se olvidó de trabajar en estos aspectos. Por ejemplo, cuando un obrero muere en una fábrica, operando alguna máquina, es casi una obligación concurrir a ese lugar para despedir el alma. Lo mismo en un accidente o en cualquier tipo de muerte violenta. Esto se hacía hace algunas décadas, pero la Iglesia se fue olvidando y dejando de lado su propia doctrina.   

“En la misa dedicada a Martina –aclaró Acuña- pedimos la intervención de los ángeles de Dios, para que vinieran a buscar el alma de la niña y custodiarla hasta su lugar de descanso eterno. A partir de ese momento, el espectro de la chiquita ya no fue observado más en las instalaciones del jardín.

Testimonios

Una docente del jardín contó que “no hay manera de explicar la angustia que sufrimos en todo este tiempo, sobre todo porque no estaba en nuestras manos encontrar la solución. Nunca tuvimos miedo de la figura fantasmal que se aparecía, sino que nos provocaba angustia y dolor, sabíamos que Martina no quería abandonar su lugar, el aula y el patio con los juegos que ella tanto quería. El padre Manuel se concentró en uno de los juegos, justamente el que Martina elegía siempre, él no sabía este dato pero lo sintió.

Otra nena, alumna del jardín de infantes de San Martín donde ocurrió el fenómeno, dio su testimonio, que fue lo que terminó de convencer a las autoridades sobre la necesidad de recurrir a la intervención de un experto en estos fenómenos paranormales. “A esa nena la vi en el aula”, dijo la chiquita, señalando una foto de Martina que estaba en la dirección del establecimiento, ya que, después de la muerte de Martina, se colocó una foto de ella, a manera de homenaje y recordación. Esa fue la imagen que indicó la nena y lo expresó con toda la naturalidad e inocencia de los niños de esa edad. No fue la única alumna que tuvo un encuentro con Martina, ya que otros chicos también atravesaron por la misma experiencia, sin demostrar miedo. 

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