Sonríe otra vez hija
como cuando me oíste llorar
sonríe otra vez, hija
que solo tui conjugas armonía
con el verbo “amar”
Tú que naciste sin mancha
pues así lo dispuso el omnipotente
y si algunos colores, te hicieron
tropezar...
Piensa que esos colores son
de otras civilizaciones;
o quizá del más allá.
Y si el del Averno
te inquiere
de que color es mi corazón
dile que es como mi yerno
“el Paráclito”
desde luego: rojo punzó
Ramiro Figuerero Torrent