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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Defendiendo la propiedad, defendemos nuestra libertad

Por Ricardo G. “Caito” Leconte 

Abogado. Director del Club de la Libertad.

Especial para El Litoral

 

“La propiedad privada es el terreno en el cual las semillas de la libertad se nutren y donde arraiga la autonomía individual en que se funda todo progreso intelectual y material”. 

Ludwig Von Mises, “Nuestro tiempo”

Numerosos autores contemporáneos analizan con lucidez los avatares políticos de las últimas décadas en el mundo. Destacan como hecho trascendente la implosión del comunismo —el mayor totalitarismo de la historia—, con la disolución de la Unión Soviética, la caída del Muro de Berlín, la vuelta a la libertad de los países del Este de Europa y la apertura de la dictadura comunista de China hacia una economía libre, que permitió en algo más de veinte años salir de la pobreza a 500 millones de chinos. Fracaso rotundo del camino de la violencia terrorista para consagrar la dictadura del proletariado.

Agotada esta etapa violenta en el mundo parecía terminada la tendencia totalitaria. Pero los herederos de esa plaga han renacido ahora con la llamada “reforma cultural”. Pretenden la conquista del poder autoritario, no a través de la lucha violenta, sino a través de la utilización de los propios resortes de la democracia libre para destruirla. Usan los comicios, los sectores minoritarios o postergados, la infiltración en universidades y sectores de la educación y la cultura, la prensa, con máscaras aparentes de reivindicaciones populares para dominar a los pueblos y conquistar un poder absoluto. Por ese camino de la “reforma cultural” buscan aplastar la libertad, el derecho a la vida, la independencia del poder judicial, el derecho a la propiedad privada, el Estado de derecho, la tolerancia a las ideas ajena, la igualdad ante la ley, el trabajo que dignifica, la convivencia en paz y libertad.

Esta “revolución cultural” se denomina también “populismo”, con marcada tendencia a penetrar en Latinoamérica. El ejemplo de Cuba, Venezuela, donde la propiedad privada de los medios de producción fue abolida y remplazada por la propiedad estatal, colectiva, sumiendo en la esclavitud a estos países, quedando en evidencia el destino desastroso al que conducen a sus pueblos.

El populismo en nuestro país

Ese populismo lucha por instalarse en la Argentina, en algunos casos con apoyo directo del Gobierno nacional, en especial por el kirchnerismo encabezado por la vicepresidenta de la República, que fomenta o consciente el avance de grupos que atacan los valores e instituciones de la democracia liberal.

En 2011 el gobierno de la Sra. Cristina Fernández de Kirchner desvalijó los ahorros de los argentinos apropiándose de las Afjp, por las que habían optado libremente millones de argentinos, quedándose con miles de millones de pesos y acciones de las principales empresas del país. Ninguno de los aportantes y jubilados de ese sistema recibió indemnización alguna por el despojo, que fue a parar  al gasto político y demagógico del Gobierno nacional, cuando no a alimentar la corrupción de algunos de sus dirigentes.

Constantemente es violentada en nuestro país la propiedad privada, desconociendo que poseer bienes en propiedad, usar y disponer de ellos, sin otra limitación que los mismos derechos de los demás, constituye una de las libertades esenciales del individuo y forma parte de sus derechos inalienables que le son inherentes.

Nuestra Constitución Nacional establece en su artículo 17: “La propiedad es inviolable, y ningún habitante de la Nación puede ser privado de ella, sino en virtud de sentencia fundada en ley. La expropiación por causa de utilidad pública, debe ser calificada por ley y previamente indemnizada”.

Otros ejemplos de esa política negativa y que son maneras sutiles o legalizadas de violar la propiedad son los altos impuestos confiscatorios, las nacionalizaciones, la inflación que estimula la propia acción del Estado y afecta en especial a los que menos tienen, los precios máximos que son una burla, los subsidios que cubren sus fracasos, controles de cambio, la usurpación de tierras y la sanción de normas para apropiarse de terrenos baldíos, el fracaso de la atención de la pandemia, la prohibición de exportaciones del campo, y esta última semana limitaciones a la producción de yerba mate, con el argumento de la “igualdad en la posibilidad de producción”, lo que atentará con el desarrollo del sector, como toda regulación, entre otros ejemplos lamentables para la vida de los argentinos.

Nuestra región 

La aplicación de esas políticas y la discrecionalidad de años por parte del gobierno nacional condena a Corrientes y nuestra zona NEA al atraso. La diferencia abismal entre las bajas tarifas de gas en zona abastecidas por gasoductos y el alto precio en nuestra zona es indignante. Las tarifas eléctricas pagamos mucho más aquí —donde está Yacyretá, que la produce— que en el Barrio Norte, Puerto Madero y el conurbano de Buenos Aires. El desarrollo ferroviario postergado mantiene inactivo el ramal del Ferrocarril Urquiza entre Monte Caseros y Corrientes —volvimos 120 años atrás— y conspira contra la construcción del segundo puente Corrientes-Chaco que debe ser ferro-automotor, los puentes demorados de Goya-Reconquista, Bella Vista-Villa Ocampo que permitan a nuestro potencial productivo ubicarnos en la ruta bioceánica Atlántico-Pacífico que abarata costos  e impulsa el crecimiento económico. Este atraso en materia de infraestructura  (energía, caminos, ferrocarriles, puertos y transporte fluvial) atenta contra el desarrollo de nuestro alto potencial forestal, siendo hoy Corrientes la provincia con la mayor superficie forestada del país.

El respeto a la propiedad es esencial, fundamental en un Estado de derecho, la norma que permite su declinación es excepcional y secundaria, la CN establece en primer orden su inviolabilidad y en segundo orden, existiendo causa de utilidad pública, detalla el proceso a seguir para su expropiación.

La propiedad privada es un derecho básico y debemos entender que la gente prospera, la sociedad en su conjunto florece donde ese derecho se respeta.

En su libro “Camino de servidumbre”, Hayek argumentó a favor de la propiedad privada:

“El sistema de propiedad privada es la garantía más importante de libertad, no solo para los propietarios, sino en el mismo grado para quienes no lo son. Es sólo porque el control de los medios de producción está dividido entre muchas personas que actúan en forma independiente que nadie tiene poder total sobre nosotros, que como individuos podemos decidir lo que hacemos. Si todos los medios de producción estuvieran en una única mano, ya sea nominalmente la de la ‘sociedad’ en general o la de un dictador, quien sea que ejerza este control tendría completo poder sobre nosotros”.

Ante el peligro del avance del populismo que quiere destruir totalmente la República y las libertades fundamentales, no debemos ser meros espectadores de lo que pasa, sino decididos protagonistas en defensa de los derecho que hacen digna la vida.

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