Humor de 1ª Clase
“La frase "Landrú se fue a la guerra" se refiere al título de un libro de humor gráfico del dibujante argentino Juan Carlos Colombres (Landrú). No se refiere a que él mismo haya ido a un conflicto bélico, sino a una de sus obras publicadas en 1964. El título es un juego de palabras con la tradicional canción infantil española “Mambrú se fue la guerra”.
¿Quién fue Landrú?: Juan Carlos Colombres (Landrú) fue un reconocido humorista gráfico argentino, autor de obras de corte sociopolítico llenas de ironía.
El 19 de enero de 1923 nació en la ciudad de Buenos Aires pionero del humor gráfico argentino quien en 1947 comenzó a firmar sus trabajos con el seudónimo de Landrú.
El dibujante adoptó el seudónimo por su parecido físico al criminal francés Henri Désiré Landru -ejecutado el mismo día de su nacimiento- para eludir la censura y por recomendación de su colega Jorge Palacio, conocido como Faruk. (Henri Desiré era carismático y caballero; con un aviso en un diario logró acercarse a las desconsoladas mujeres que habían enviudado en la Primera Guerra Mundial, ofreciendo consuelo y manejar su dinero. Pero su plan era otro... (Otra historia sin fin).
Lamdrú - el amor por el dibujo lo descubrió a temprana edad, cuando creó su primera historieta al comenzar la escuela primaria. Pasión que siguió desarrollando en su adolescencia, ilustrando la biblia apócrifa “Génesis Novísimo” con solo 16 años. Allí recreó su propia visión sobre la formación de la Tierra y el origen de la humanidad en un simple cuaderno espiralado.
En 1943 Landrú inició la carrera de Arquitectura, abandonando los estudios dos años más tarde tras ingresar a la revista “Don Fulgencio”. Al año siguiente se sumaron otras colaboraciones como dibujante humorístico en las revistas Cascabel, Rico Tipo, Vea y Lea y El Hogar. Y también contrajo matrimonio con Margarita Michel Frías.
Con Tato Bores - En 1957 Landrú se convierte en el primer libretista del cómico político, además de fundar la célebre revista Tía Vicenta con una tirada de 50 mil ejemplares. La redacción de este semanario reunió el talento de Quino, Garaycochea, Basurto, Faruk y César Bruto, entre otros. La publicación estuvo en la mira del presidente Juan Carlos Onganía, quien la clausuró en 1966. Tiempo después fue reeditada con el nombre de María Belén y luego como suplemento del diario “El Mundo” que por ello aumentó sus ventas en 100 mil ejemplares. Y en 1977 reapareció fugazmente otra vez como “Tía Vicenta”.
Además Landrú formó parte del grupo musical “Jacinto W” y los “Tururú Serenaders” junto a Santos Lipesker, y en 1959 conoció a Walt Disney al ser invitado a viajar a Estados Unidos por el Departamento de Estado de ese país.
Como guionista participó de los programas televisivos El profesor Gagliostro; Buenos días mediodías; Tía Vicenta, Los caballeros de la junta redonda, y de los ciclos radiales La cabalgata del disparate; El señor Porcel; María Belén y su discoteca y Horóscopo serio. En 1968 abre la revista Tío Landrú, y años más tarde colabora en las revistas semanales de los diarios La Nación y Clarín hasta el año 2007.
Entre tantos reconocimientos que tuvo en vida, Landrú recibió en tres oportunidades la Medalla de Oro de la Asociación Argentina de Dibujantes (1948, 1954 y 1971); el premio Argentores (1963); el premio Konex en la categoría humor gráfico (1982); fue nombrado miembro de número en la Academia Nacional de Periodismo (1992) y Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires (2003); y en 2015 se inauguró la estatua de Tía Vicenta en el Paseo de la Historieta.
A su vez publicó los libros Landrú se fue a la guerra (1964); Las clases magistrales de Landrú (1972); La razón de mi tía (1988); El humor privatizado (1990); Landrú por Landrú (1993) y Landrú, el que no se ríe es un maleducado (2014).
Landrú falleció el 6 de julio de 2017 a los 94 años de edad y tres años antes de su partida sus familiares inauguraron la Fundación Landrú para rescatar, recrear y difundir su obra, imprescindible para nuestra cultura.
Entrevista a Raúl Colombres - "Landrú encontraba aspectos graciosos en todo lo que sucedía en mi familia" dijo el Presidente de la Fundación Landrú: Raúl es abogado especializado en derecho civil patrimonial, derecho comercial y derecho medioambiental. A su vez junto a su hijo Gonzalo, se propuso mantener vigente la obra del dibujante mediante la digitalización del archivo que documenta más de 60 años de trayectoria. En esta entrevista evoca a su padre desde una perspectiva más cercana, para descubrir aquel Landrú íntimo que muy pocos conocieron.
-¿Alguna vez su padre le hizo referencia a la primera historieta que realizó a los 7 años?
Sí, alguien le enseñó a mi padre cómo hacer un flipbook o folioscopio, que es una animación de dibujos de manera manual. Cuando tenía unos 7 años, dibujó en las esquinas de cada una de las páginas de un cuaderno una secuencia de imágenes que variaban gradualmente de una página a la siguiente. Por ejemplo, un hombre caminando o una mujer bailando. El pasaje rápido y sucesivo de las hojas dibujadas del cuaderno simulaba el movimiento o animación. Este proceso ya era conocido desde hace un tiempo y los primeros dibujos animados fueron “El gato Félix y Mickey Mouse”. Y de tal modo, mi padre hizo sus primeros dibujitos animados con esta técnica visual, con los que, en aquella época, asombraba a sus compañeros de colegio.
¿Y sobre la biblia apócrifa llamada Génesis Novísimo que dibujó representando el origen de la Tierra? Sí. Varias veces me mostró esta “biblia” escrita e ilustrada por él de puño y letra cuando tenía 16 años, en un cuaderno con espiral, tipo Avon. Es un relato muy creativo y detallado sobre la creación del Universo y origen de la humanidad, con la intervención de muchos personajes. Me impactó la descripción que hacía del primer hombre, que lo llamó Borié: tenía un cuerpo invisible y un alma material, que era una barrita de chocolate. Borié se comió la barra de chocolate y se volvió visible. Luego, se casó con un palo borracho, con quien tuvo varios hijos. Y así comenzó, según Landrú, la historia de la humanidad.El cuaderno del Génesis Novísimo es tan descriptivo e ingenioso que muchos parientes y amigos de la familia se lo pedían prestado. Y tanto circuló que por años estuvo extraviado, hasta que finalmente reapareció y hoy se encuentra en el archivo de la Fundación Landrú.
En 2018, el cuaderno se exhibió en Biblioteca Nacional Mariano Moreno de Buenos Aires y otras ciudades del país. Actualmente, esta muestra itinerante está disponible para ser exhibida.
-¿Le resultó en algún momento contraproducente en el ámbito profesional el uso de su nombre artístico tomado de un asesino? - Inicialmente, mi padre firmaba sus dibujos humorísticos con su apellido, Colombres. Un hermano de papá, Ignacio, que era pintor de cuadros, también los firmaba con su apellido.
Con cierta frecuencia los confundían y eso no le hacía gracia a mi tío, el pintor. Mi padre comenzó a pensar en usar un seudónimo. El asesino francés Henri Desiré Landru había sido guillotinado el día en que nació mi padre, en 1923. Además, el humorista gráfico Jorge Palacio, Faruk, le dijo a mi padre que tenía un parecido físico con el criminal francés. Estas coincidencias fueron como una señal y mi padre finalmente adoptó el apodo Landrú! con acento en la u y signo de exclamación al final, con el que comenzó a firmar sus viñetas. El uso de este nombre artístico nunca le fue adverso en el ámbito profesional. Por el contrario, tuvo tanto éxito como humorista gráfico, que él solía presentarse diciendo: “Soy Landrú, menos conocido como Juan Carlos Colombres”.
-¿Cómo se manifestaba su humor crítico en el ámbito familiar? - Mi padre siempre estaba de buen ánimo. Él encontraba aspectos graciosos en todo lo que sucedía en mi familia, para todo había un comentario humorístico. Jamás lo vi enojado, ocasionalmente podía parecer algo más serio y pensativo, pero en general era muy comunicativo y transmitía mensajes positivos.
-¿Qué representó para él la censura vivida durante el gobierno de Onganía? Fue un golpe duro para mi padre, porque en 1966 le censuraron sus expresiones de humor político y le cerraron la revista Tía Vicenta, que era uno de sus principales ingresos, perjudicando también a muchos de sus colaboradores que trabajaban en la redacción. Recuerdo que, a pesar de todo, él no perdió el temple. Por entonces un representante del Gobierno le dijo: “Al Presidente no le gusta Tía Vicenta”. Y la respuesta de mi padre -imperturbable- fue: “Eso no es un problema. Si no le gusta, que no la compre”.
¿Qué recuerda de su paso por el programa de Tato Bores como guionista? Mi padre fue el primer guionista de Tato Bores en 1957. En aquella época, yo tenía 7 años y recuerdo que en varias ocasiones lo acompañaba en auto para entregarle los libretos a Tato. El programa se llamaba “Caras y Morisquetas” y se emitía por Canal 7. Recuerdo que en mi casa había un televisor en blanco y negro. En los años 50, la televisión era una novedad en Argentina y se transmitía en vivo, por lo tanto hoy no hay grabaciones de esos programas. Tato hacía sus monólogos, simulaba hablar por teléfono con el presidente y comenzó a utilizar el frac, la peluca y el habano. Durante más de 60 años, Landrú ilustró con humor la realidad sociopolítica.
FUENTE Todo es Historias Félix Luna y Juan Carlos Raffo TV.