Por Julio Sánchez Baroni (*)
Nació en Villa Ángela, Chaco, es licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Buenos Aires, ha sido docente de la Universidad de Nueva York y actualmente de la Universidad Nacional del Nordeste. Escribe crítica de arte en diferentes medios (La Maga, La Nación, Clarín) y es director de la revista digital NAÉ, Nuestro Arte de Enfrente, editada por la FADyCC (Unne)
Especial para El Litoral
Con el descrédito de la razón proclamada por los filósofos de la posmodernidad algunos teóricos vuelven a valorar una forma del pensamiento que había sido sepultada. Muchos críticos de arte no supieron ver en la obra del siglo XX la vinculación de los artistas con el pensamiento esotérico. La obra de Wasily Kandinsky (1866- 1944) y Piet Mondrian (1872-1944), por ejemplo, fue reducida a un mero formalismo sin tener en cuenta sus adhesiones a la teoría teosófica que fomentaba el conocimiento intuitivo. No siempre el público general ha entendido el arte abstracto, hacia 1919 algunos artistas prefirieron usar el color simbólico en vez del color natural, los signos a la realidad percibida, e ideas en vez de la observación.
Según el investigador Maurice Tuchman (n.1936) el estudio de las corrientes del pensamiento esotérico en el arte fue sepultado por algunos críticos que redujeron los signos y colores simbólicos a un mero esteticismo. El norteamericano Alfred Barr (1902-1981), por ejemplo, vio el arte abstracto con una lógica evolución del cubismo en su obra Cubismo y abstracción (1936) y alentó la crítica formalista en el estudio del arte contemporáneo de los Estados Unidos. Del mismo modo, su compatriota Clement Greenberg, cuya carrera comenzó hacia finales de 1930, exaltó los logros formales de Henri Matisse, Pablo Picasso, Wassily Kandinsky y Piet Mondrian, sin tener en cuenta su contenido simbólico, mientras que —con la misma actitud— Harold Rosenberg afirmaba que los pintores del expresionismo abstracto “pintaban solo por pintar” y que el cuadro era “una arena dónde actuar, en vez de un espacio donde reproducir un objeto real”. Cuando se estudia el conocimiento esotérico en arte se usa un vocabulario que mantiene la ambigüedad de lo inefable de lo que no se puede nombrar. Por ejemplo, misticismo es la unión del individuo con la realidad última, y el ocultismo se vincula con fenómenos accesibles sólo a aquellos que fueron iniciados. La base de todo este conocimiento es la convicción de que el universo es único y vivo y en el que espíritu y materia son indivisibles; la naturaleza inefable de nuestras de estas ideas enfatiza el uso de símbolos. El interés en la mística y el ocultismo derivó en la formación de diferentes grupos interesados en la vida interior y con una desconfianza básica hacia el mundo de las apariencias y de los valores materiales. De ahí que muchos pintores hayan eludido la figuración y se hayan nutrido de la geometría Sagrada con una forma de describir el mundo. El investigador Robert Lawlor (n. 1938, autor de Sacred Geometry: Philosophy and practice (1989) y otros libros) sostiene que los diagramas geométricos pueden ser contemplados como momentos de inmovilidad que revelan una continua e intemporal acción universal generalmente oculta a nuestra percepción sensorial. La numerología fue también un recurso de los artistas para aludir a la inefable, para esta disciplina cada número no representa solamente cantidad, sino que está impregnado de calidad; de tal manera, prosigue Lawlor “la dualidad, la trinidad o la tétrada no son simples compuestos de dos tres o cuatro unidades, sino que son un todo o una unidad en sí mismas, cada una de ellas con sus correspondientes propiedades”. El número 1 representa el principio de la unidad absoluta y como tal símbolo de Dios, se representa con un punto; el 2 representa el principio de la dualidad y el poder de la multiplicidad, se representa con una línea ya que dos puntos definen una línea; con el 3 se da un salto cualitativo muy importante, ya que este número tiene su expresión formal con el triángulo, tres puntos unidos por una línea generan la superficie. Para la tradición pitagórica los números son andróginos o sexuados, activos o pasivos, generosos o avaros, tienen sus atracciones y repulsiones, su familia, sus amigos y sus contratos de matrimonio. Los cuatro líderes de la abstracción europeas de principio de siglo, el ruso Wassily Kandinsky, el holandés Piet Mondrian, el ruso Kasimir Malevich y el checo Frantisek Kupka, fueron influidos por lecturas de teosofismo.
La teosofía tiene como principal meta intensificar la conciencia de la relación entre la naturaleza y el espíritu para capacitar al individuo en el conocimiento intuitivo. La Sociedad Teosófica fue fundada en 1897 por Helena Blavatsky y otros en Nueva York; combatía el materialismo en la ciencia y el dogmatismo en la religión y fomentaba el desarrollo de los poderes latentes del hombre, la difusión de enseñanzas esotéricas y la hermandad de la humanidad. Mondrian adhirió a la Sociedad Teosófica de Amsterdam en 1909; su teoría artística se basaba en un sistema de oposiciones tales como femenino/masculino, luz/sombra, cuerpo/mente, todos ellos representados por líneas rectas cruzadas en ángulo recto, figuras cuadradas y los colores primarios, además del blanco y el negro. Kandinsky desarrolló toda su teoría en De lo espiritual en el arte, obra publicada en 1912 y de fuerte influencia en los creadores del siglo XX. Sostenía que las emociones humanas consisten en vibraciones del alma provocadas por palabras, colores y tonos musicales, la misma postura sostenida por la teosofía. Marcel Duchamp, curiosamente el antecedente más importante del arte conceptual, se sintió fuertemente atraído por lo oculto, el tarot, la alquimia y la androginia (manifiesta en su seudónimo Rose Sélavy). En la localidad de Puteaux, su vecino el pintor checo Kupka lo inició en la teoría y práctica de la sección áurea (una forma de proporción geométrica armónica que aparece en muchas obras de arte en forma instintiva o científica). Duchamp mismo tradujo importantes pasajes de la obra de Kandinsky. El crítico italiano Maurizio Calvesi (1927-2020) descubrió recientemente que las fuentes que usó Duchamp para su película “Anemic Cinema” consistían en discos giratorios con palabras dispuestas en espiral que alternaban con otros diez discos con letras y números de una rueda zodiacal, cuya raíz está en la cábala y la alquimia.
Enrolados en el dadaísmo, Hans Arp fue un artista que cargó de significado a sus formas abstractas, sostenía que “el punto de partida de mi trabajo es lo inexplicable, lo divino”.