José Luis Zampa
Si de automóviles se trata, ¿en qué gastar cuando se tienen pesos pero no precios estables para comprar un vehículo? Quedarse con el mismo auto y proteger los ahorros mediante la dolarización es una de las alternativas, pero mientras tanto el tiempo corre y se profundiza un fenómeno llamado depreciación, factor que en el futuro dificultará los planes de saltar a un modelo más nuevo.
En medio de la crisis, hay opciones para morigerar la devaluación de nuestro compañero de cuatro ruedas. Si se tienen pesos y el presupuesto familiar lo permite, el mantenimiento automotriz se puede tornar más conveniente en estos tiempos debido a que el costo de la mano de obra se mantiene a niveles lógicos por una simple razón: los mecánicos, chapistas, tapiceros y centros de estética automotriz no alcanzan a actualizar sus tarifas según la dinámica inflacionaria porque sus clientes han perdido capacidad de compra.
He allí la oportunidad. Cualquier unidad que padezca daños en su carrocería como golpes, rayones o abolladuras valdrá menos a la hora de la reventa, aunque se trate de un modelo relativamente nuevo. Lo mismo se aplica para desperfectos de frenos, alineación de ruedas o incluso tapicería, por lo que el momento ideal para corregir estos detalles puede ser la actual coyuntura financiera.
Llegó el momento de alinear ese paragolpes, de pintar esa puerta que había sido golpeada en un estacionamiento o de contratar un tratamiento de pulido integral que mejore la apariencia general del automóvil familiar. El dinero a desembolsar por tales procedimientos ascenderá a montos que pueden variar según la profundidad del trabajo a realizar, pero siempre será conveniente en la relación de la moneda nacional con el dólar.
Si hace dos meses cambiar un par de amortiguadores costaba (por decir un valor equis) 30.000 pesos, hoy costará 38.000 pesos, pero la segunda cifra seguirá siendo mejor en comparación con la evolución del dólar libre, que es el único disponible e impacta sobre los precios de los bienes mas no tanto (al menos no tan rápido) sobre las tabulaciones de mano de obra.
Y si bien todo lo que se relacione con dinero volcado al mantenimiento de un auto es catalogado como un gasto y no como una inversión, la realidad indica que un vehículo bien presentado estéticamente, con mecánica saludable y un desempeño funcional apropiado llevará las de ganar en el mercado de usados. Siempre hay compradores de unidades de segunda mano dispuestos a pagar de un 10 a un 20 por ciento más cuando el auto de su interés demuestra excelentes condiciones estructurales.
Después de todo, para los consumidores que optan por usados en estado óptimo siempre será una tentación quedarse con el auto que demuestre haber sido el niño mimado de sus anteriores propietarios, convencidos de que el rodado que están adquiriendo (si bien no es un cero kilómetro) será capaz de brindar los mejores servicios sin dejar a su familia en la estaqueada de un desperfecto profundo.
Conclusión: a menos que quien esté leyendo esta columna disponga de una jugosa suma en dólares bajo el colchón, no es momento de comprar autos. En tiempos de inestabilidad extrema, la pasión por los fierros puede canalizarse a pesar de la pérdida de poder adquisitivo dado que se torna más conveniente la alternativa de mejorar la apariencia o el funcionamiento de nuestra máquina no solamente para conservar su valor relativo, sino también porque subirse a un vehículo lindo, cuidado y limpio es un placer para quienes amamos los autos.