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Caleidoscopio

No solo nos deslumbran con cambiantes pasatiempos, sino que pasamos a formar parte de formas, unas detrás de otras, que simplemente son formas. Nada de contenido.

Domingo, 28 de agosto de 2022 a las 01:00

Por Adalberto Balduino
Especial para El Litoral

Si bien uno está crecidito, no podemos dejar de recordar cuando vemos esta Argentina cambiante, de tantos escenarios venidos, mil rostros barajados por el poder de turno, vuelta y contravueltas a fórmulas ya probadas, a las formas y colores que formaba el caleidoscopio. ¿Se acuerdan? Era un cilindro de cartón que no pasaba de 30 centímetros de extensión, que en su interior atesoraba un juego de espejos para reflejar mil figuras, que al girarlo en su eje, los pedacitos de cristales de color, movidos, producían una catarata de conformación geométrica que animaba a poner el ojo (uno solo), como cuando uno agudiza la visión para dar en el blanco, rifle de por medio. Ese cambio incesante que forzamos para que el caleidoscopio produzca un espectáculo de colores brillantes, es idéntico al ciclo de las cosas sin sentido que el poder practica para el logro de una compaginación que logre de una vez por todas bajar la inflación prometida desde el inicio hace tres años, frenar la corrupción y, menos aún desde donde manejan el país, concluir con la inseguridad, asegurar una República verdadera donde la menor provincia tenga los mismos derechos y ventajas que Buenos Aires. Terminar con el relato, con las peleas de lo peor de la política argentina. Trabajar y estudiar sin marchas por medio. Un país en serio, no un partido de fútbol donde ni el VAR es garantía absoluta. Y uno comprueba para darnos cuenta de este gran caleidoscopio, que a cada segundo va conformando verdaderos cuadros geométricos en forma cambiante, leyendo, actualizándonos, comprobando que las cosas no son como nos dicen, sino como ellos quieren, siempre a modo de relato, es decir como un manojo de propósitos que jamás se cumplen porque las prioridades son otras: poder irrestricto, continuidad, impunidad, inmunidad y la oportunidad siempre a mano de un período más.
Y, hojeando diarios, escuchando noticias o viéndolas, las cosas se suceden a velocidad que supera lo normal, batiendo su propio récord, con acciones que ellos mismos producen y luego, buscando culpables, ya que ellos no se persuaden ni quieren saberlo, que son los propios generadores del disloque que le endosan al periodismo. Bolsonaro, en su campaña presidencial, pone como mal ejemplo a la Argentina, diciendo: “Miren para dónde se está yendo nuestra Argentina”. Agregó más contundentemente: “Escasez, pobreza y desempleo”, como así un parrafito de crítica a la locura del lenguaje inclusivo. Y, a propósito, también el cantante guatemalteco Luis Arjona le agregó su opinión: “El lenguaje inclusivo es mucho tiempo libre desperdiciado”. Entre tantas conformaciones de expresiones van conformando esta Argentina de contramano: en  la búsqueda de escraches de culpables ficticios que abonen la culpabilidad de otros, el periodista Roberto Navarro aportó construyendo las amenazas contra periodistas: “Hacer algo para frenar a Lanata, Viale, Leuco y Majul.” Actitud que levantó la voz de Adepa por atentar contra la libertad de expresión en un país democrático. También los deslices con visos de humor tienen lugar, y que contribuyen aún más al descreimiento hace rato instalado por falta de capacidad y jugar con el relato y la ficción, lo cual desdibuja la realidad que se le quiere conferir. Días pasados, ante la entrega de credenciales que presentara el nuevo embajador de Suiza en la Argentina, Hans-Ruedi Bortis, a la directora de Ceremonial de la Cancillería Argentina, María Jimena Rivero, junto a la bandera de nuestro país pusieron por equivocación la de Dinamarca en vez de la Suiza. El “caleidoscopio” aumenta segundo a segundo el juego de “nuevas figuras geométricas” que el desconocimiento y las torpezas argentinas van dibujando en un espectáculo de brillantes colores. El embajador argentino en Venezuela, Oscar Laborde, en un juego de palabras también hizo lo suyo propinándole a la Justicia argentina un uppercut demoledor respecto a la detención del avión jumbo de Emtrasur por una orden federal: “Los tripulantes están retenidos sin que haya nada que se les pueda reprochar”. “Hay una sensación del pueblo venezolano de esa injusticia. Por suerte en los últimos días muchos que explican que es un operativo del adversario del campo popular”. “Hay también la comprensión de que esto atenta para perjudicar una relación que se recuperó recientemente entre Argentina y Venezuela, y también el crecimiento de la comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac)”. Todo, por minúsculo que fuera, suma, inquieta los cristalitos susceptibles, que al menor movimiento el “caleidoscopio” va construyendo nuevas formas, diferentes y atractivas. En  el caso que nos ocupa, que es nuestra Argentina, las formas cambiantes no las hacen mejor, por el contrario, son un lastre que van contrapesando un carreteo interminable, sin poder levantar vuelo. Y aunque tiremos todo abajo, para alivianarnos como lo estamos haciendo, sin dejar nada librado al buen criterio, responsable e idóneo, como último recurso de austeros e inteligentes hacemos lo opuesto, dar crédito a la improvisación, al partidismo sin límites, sin prever que podemos “capotar”, no en el aire, sino en tierra, porque jamás despegamos.
Tomo dos frases que hacen a la cuestión, conforme al periodista español Oscar Capele: “Los medios tienen la obligación de informar, formar y entretener”. Y Elena Valero Narváez: “Argentina, el país de ninguna parte”. Porque estamos entre la partida y el puerto donde deberíamos llegar; sucede que no comprendemos ni sabemos leer la carta de navegación. Es decir, es incierta, nuestra proyección, jamás trazamos un plan siguiendo la vieja costumbre de “dale  nomás, que a algún lado iremos a parar”. Mientras tanto, lo resolvemos sobre la marcha.

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